Por Cristian Alarcón
El barrio Sur de Cañada
de Gómez, al otro lado de la vía, está acostumbrado
a inundarse. El arroyo ha crecido cada año. Pero esa tormenta de
ocho horas colmó hasta las obras de contención del último
verano. En dos horas el agua subió hasta el centro, avanzando como
lava por la calle Laprida y obligando a las familias a treparse a los
techos y a los árboles hasta que una lancha los rescatara. Cerca
de la orilla se ensañó con seis casas. La fuerza de la correntada
arrastró vacas, autos, puentes, heladeras, chanchos que golpearon
contra las paredes, como mazazos, hasta demolerlas. Sobre las chapas de
una de ellas un hombre alcanzó a abrazar a tres de sus hijos, aferrado
a un tronco. A su mujer se le escapó de las manos la mayor, una
niña de ocho años. La vieron perderse en la marosma de ramas,
animales, agua y barro entre los que se ahogó. De la misma manera
murió un hombre cuyo rastrojero lo aplastó cuando él
contemplaba con horror la crecida. Anoche apareció un tercer cadáver
de un hombre mayor. Seis personas dos familias completas permanecen
desaparecidas. Seis mil fueron evacuadas. El desastre no tiene precedentes.
Nunca nadie imaginó que el castigo para el barrio Sur llegaría
a tanto.
No lo imaginó Ana María Scagliotti, la vicedirectora de
la Escuela 492, cuando a las siete de la tarde recibió un llamado
telefónico en el que avisaban que se venía el agua.
En 40 minutos el nivel había subido dos metros. Al salir
vi el desastre nunca visto a pesar de haber vivido siempre aquí
y pasado por muchas inundaciones, cuenta, 24 horas después
de la catástrofe durante las que no se movió del colegio
en el que duermen 120 evacuados que lo perdieron todo. La imagen que Ana
María no podrá olvidar es la del agua bajando como un río
por las calles desde la ribera hacia el centro empujando esas pertenencias,
esos objetos domésticos que eran todo el capital de la mayoría
de los que ahora se reparten en los centros de contención de los
inundados. A última hora de ayer los evacuados eran 6 mil de los
12 mil habitantes del barrio Sur, dividido en Usina y Arroyito. Cañada
de Gómez, a 90 kilómetros al oeste de Rosario, tiene 33.000
habitantes. Como ocurre con la mayoría de las catástrofes,
la naturaleza extrema la debilidad de los vulnerables. Los inundados son
un tercio de la población: trabajadores, desocupados, hombres que
cobran los 150 pesos del Plan Trabajar. Muchos de los evacuados de la
escuela 492 se alimentan en el comedor que funciona allí durante
todo el año.
El castigo no cedía anoche, cuando el pronóstico indicaba
alerta meteorológico, fuertes lluvias, ráfagas de viento
y granizo. El presidente Fernando de la Rúa programaba ayer una
recorrida por la zona, siempre que el tiempo lo permita. La inundación
comenzó alrededor de las seis del miércoles y continuó
hasta las tres de la mañana. A esa hora empezó a retirarse
el agua. Y las lanchas recién entonces pudieron rescatar a los
que esperaban sobre los techos. Continuó lloviendo toda la
noche, era difícil ubicar a la gente; se escuchaban los gritos
de auxilio, pero no las podían rescatar cuenta Carina Mogetta,
maestra en la escuela 421 de una de las hermanitas de la nena que murió
ahogada a las siete de la tarde con la súbita crecida. A
esa familia recién la subieron a una lancha a las dos de la mañana.
La historia de esa niña hizo llorar a todo Cañada. Juan
Cabrera y María Eva Gómez, él changarín, ella
empleada por horas, vivían en una casa de material demasiado cercana
al arroyo junto a sus cuatro chicos de 8, 6, 5 y 1 año y medio.
Juan contó ayer cómo en un instante vio el agua subiendo
sobre la calle y al siguiente ya no quedaba más que escapar hacia
las alturas. Alcanzó a arrancar una chapa del techo y por ese hueco
subir a la familia y un colchón para reposar sentados. El agua
arremetió entrando por las ventanas, barriendo con los muebles,
desguazando el interior de la casa, como sucedió en la mayoría
de los 12 mil hogares de la zona afectada. Tal era la cantidad de
agua y viento que los animales, vacas, cerdos golpeaban de tal forma,
que la casa de ellos se derrumbó, cuentaCarina. Fue entonces
cuando Juan alcanzó a aferrar a los más chicos de él
que a su vez se agarró de un árbol. María Eva hizo
lo imposible por sujetar a la nena de ocho, pero se le escapó de
las manos y ya no volvieron a verla hasta la mañana de ayer cuando
su cuerpo apareció enredado en un alambrado. La misma Eva no pudo
sostenerse y cayó con el torrente, hacia el centro. Fue a parar,
llena de golpes, ocho cuadras más allá.
Mientras eso sucedía, la muerte le llegó a Carlos Girardi,
un sodero que a dos cuadras del arroyo se bajó para contemplar
el desborde. No calculó la rapidez de la crecida y el arroyo de
llanura convertido en un furioso lecho de montaña: su Rastrojero
fue arrastrado, como otros tres autos que corrieron a la velocidad de
la corriente, y lo aplastó. El cachetazo del clima dio en el costado
más débil de la producción de la zona. Las cosechas
condenadas por la inundación significan pérdidas millonarias
que eran evaluadas por el gobierno de Carlos Reutemann, quien recorrió
ayer los lugares más afectados por el desastre. En el caso de la
fábrica de muebles de Hugo Luna el golpe también fue mortal:
no quedó nada de lo que durante toda la vida construyó con
sus hermanos y donde hasta ayer trabajaban 30 personas.
El secretario de Gobierno de Cañada de Gómez, José
Luis Odazo, intentaba explicar a Página/12 un fenómeno
climático no predecible. Es imposible que cualquier
cuenca hídrica pueda absorberla. El arroyo tiene 23 metros de ancho
por nueve de fondo y se llenó en menos de una hora. Las últimas
obras de contención se hicieron con proyecciones del doble de lo
que llovió en el 94 y eso fue superado, dijo. Además
de superar la cota prevista el agua volteó dos puentes peatonales
y dejó tambaleando a otros. Ayer, cuando los pobladores volvían
a juntar el resto de los restos de sus casas, a las cuatro de la tarde
el alerta volvió a llevarlos a los refugios. Nadie podía
asegurar anoche la calma debida después de la tormenta. En Cañada
de Gómez hasta el más religioso miraba el horizonte de los
dioses con desconfianza.
DE
LA RUA VIAJARA AL LUGAR DE LA CATASTROFE
Sé que el dolor es grande
Hoy, si las condiciones climáticas
lo permiten, el presidente Fernando de la Rúa viajará a
Cañada de Gómez para estimar en forma directa las dimensiones
de la dramática emergencia por las que pasa la región, además
de ofrecer su apoyo. Ayer, en un mensaje televisivo, expresó su
solidaridad y subrayó que todo el pueblo argentino estará
presente para brindar la ayuda que Cañada de Gómez necesita
para reconstruirse y sobreponerse a estas horas de dolor. También,
según informó el jefe de Gabinete, Crystian Colombo, De
la Rúa mantuvo una comunicación telefónica con el
gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, durante la que le ofreció
la ayuda del gobierno nacional para atender a las víctimas del
aluvión.
Sé que el dolor es muy grande y la preocupación es
muy fuerte sostuvo el Presidente durante su mensaje dirigido a los
habitantes de Cañada de Gómez. Pero quiero expresarles
que estamos junto a ustedes y que existe una gran preocupación
en todo mi gobierno, que interpreto es, con seguridad, la del todo el
pueblo argentino.
Por su parte, el Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente, encabezado
por Graciela Fernández Meijide, envió una primera partida
de cuatro camiones con alimentos y frazadas. En total, el cargamento fue
de 15.710 kilos de alimentos, entre aceite, arroz, arvejas, fideos, garbanzos,
harina, leche en polvo, cacao, lentejas, picadillo, mermelada, polenta,
puré de tomates y yerba. Además, 400 pares de botas de goma,
800 pares de zapatillas, 1800 colchones, 200 colchonetas para carpa, 200
bolsas de dormir, 2400 frazadas y 3000 pañales.
Para sortear las contingencias del paro general, el convoy salió
acompañado por un camión y dos jeeps de Gendarmería,
transportando 24 gendarmes. De todos modos, hubo contactos entre el Gobierno
y las centrales sindicales para que no fueran bloqueadas las rutas por
las que circulará la ayuda. Por otro lado, la CGT oficial decidió
levantar el paro por 24 horas sólo en Cañada de Gómez,
para que los trabajadores colaboren con los damnificados.
Mañana, según anunció el Ministerio de Desarrollo
Social, será enviado un segundo convoy con chapas y rollos de PVC.
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