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LA HUMORISTA GRAFICA MAITENA EXPLICA
POR QUE FILMO UNA PUBLICIDAD DE JABON DE LAVAR
“Yo no soy un ama de casa, soy una mina zarpada”

La dama de pelo platinado sorprendió a medio mundo cuando apareció protagonizando un comercial, rozando casi los estereotipos que suele criticar desde su tarea. Ella dice que lo hizo por única vez y porque cree que buscaron en su personalidad un perfil de mujer moderna, diferente.

Maitena afirma que dudó antes de aceptar la oferta, ya que no es actriz ni un ama de casa tradicional. “Si puedo trabajar para La Nación o Editorial Atlántida, ¿por qué no podría hacer un aviso?”.

Por Julián Gorodischer

La dibujante quiso probarse como actriz, aunque sólo fuera en un comercial y como “única vez” en su vida. Maitena dijo “sí” cuando le propusieron ser la imagen televisiva de un jabón en polvo. “¿Me quieren a mí; están seguros?”, preguntó asombrada la que se reconoce como antítesis del “ama de casa que lava la ropa”. Le dijeron que sí. Maitena tiene una vida construida “a los tumbos”, según su propio léxico: muchas parejas, varios años de mujer sola, una postura “transgresora” sobre sexualidad y drogas. Ella, dice, no es ningún ejemplo para las madres de familia. Pero alguien la señaló para el papel: quizás porque a un producto premium -como lo es este jabón– le importa más la mujer que paga en el supermercado que la que lleva a cabo la tarea doméstica. Y, frente a las cámaras, la mostraron trabajando, ideando personajes frente a un espejo, mientras se prueba y se saca ropa. Y en esa escena íntima aparecen arquetipos femeninos: la tonta, la analizada, la escéptica...
Hay una coherencia en muchos de los trabajos de Maitena: una mirada original y crítica en espacios y géneros que suelen ser acríticos. A la provocadora le divierte transgredir la norma, aunque sólo sea un poquito. En una revista femenina, rompe el cliché desde hace siete años. Cuando le toca el turno de estar en la publicidad del jabón, no vende ni promociona: se divierte, aunque su actitud pudo haber enfurecido a una parte de su público. “Yo no sé –admite en la entrevista con Página 12– ni abrir la tapa del lavarropas.” Esta rubia platinada es una mujer de principios: jamás hubiera aceptado mostrarse lavando, porque ella no lo hace. “Sería una falta de respeto –explica– hacia la señora que trabaja en casa.” En cambio, se la puede ver haciendo lo que más le gusta: crear personajes, disfrutar del uso de la ropa.
Por esas curiosas cosas de la publicidad moderna, que a veces es más cuidada que una película o una obra teatral, un equipo de los sueños ayudó a Maitena a transmitirse fresca. La directora teatral Vivi Tellas la entrenó como actriz; una productora de cine (La rosa de la amistad, con alguna de sus cineastas –como Marina Beláuztegui– discípula de Martin Scorsese) tuvo a su cargo la filmación. La creadora de las historietas que ahora se disputan italianos y españoles lo define en una frase: “Fue un trabajo con red”.
–¿No tuvo los prejuicios a la hora de aceptar la participación en una publicidad de jabón en polvo? A una parte de su público puede haberle caído mal...
–En un principio pensé: no lo hago. Después dije: ¿por qué no habría de hacerlo? Yo trabajo para empresas, y ya no creo más en los medios como si fueran la revista de los amigos. Si puedo trabajar para otra empresa como La Nación o Editorial Atlántida, ¿por qué no lo podría hacer para Skip? El punto para decidirme fue saber de qué se trataba, cómo era el comercial, si el guión me representaba. El guión es de la agencia Vega Olmos, a quienes les dije que no tenía problemas en reírme de mí misma. Aceptaba decir: “Se me caen las tetas...”. Pero no quería aparecer haciendo de otra persona. Quería mostrarme laburando, pero no como ama de casa.
–En el aviso, hay tres arquetipos de mujeres: la analizada, la escéptica y la tonta. ¿Cuál le resulta más afín?
–La escéptica, que dice: “A los tipos el único interior que les importa es el del auto”. Yo no escribí ese texto, pero me pareció divertido. A ellos no les interesa si una es más o menos linda interiormente sino si está buena. En eso sí pienso que a los hombres les importa que estés buena.
–El texto de “la escéptica” recuerda ese lugar común tan repetido entre mujeres de 30 (también en el cine, el teatro, los libros) que dice: “Ya no hay hombres...”.
–El “ya no hay hombres” es un tema complicado. Las mujeres ya no buscamos un marido: cada vez pedimos más. Buscamos un par, y se nos hace muy difícil. Por otro lado, creo que casi todos los hombres están casados, están con otras porque les cuesta muchísimo más que a las mujeres estar solos. La mujer es más selectiva; los tipos se conforman más fácilmente. Sin embargo, no creo en la superioridad de las mujeres. De boludas, está lleno.
–La tonta, en el aviso, dice: “Pero si vos sos re-linda por dentro, y eso es lo que importa...”. ¿Es tan tonta, o es la única que dice algo interesante?
–La tonta es todo un tema: yo creo que ninguna mujer que no sea tonta se hace la tonta. Si no sos estúpida, no te gusta pasar por estúpida. Pero pienso también que las tontas no son buenas. Podés ser tonta, y ser medio bruja. La chica de la publicidad habla con total ironía. Tiene un dejo medio brujil detrás del color rosa, la florcita, el vestido con volados, la actitud naïf.
–Usted suele desplegar una mirada muy crítica sobre las mujeres en espacios poco críticos como una revista femenina, o ahora en una publicidad. ¿Cómo lo consigue?
–No lo vivo como una dicotomía. En el comercial, me llamó la atención que me convocaran a mí, aunque creo que habla muy bien de ellos. Yo no soy la clase de mujer que vende productos al ama de casa. Al elegirme, están poniendo otros valores en juego, se dirigen a las mujeres de otra manera. Hablan a minas que laburan todo el día; son zarpadas, modernas, heavies, independientes, y además pueden ser amas de casa.
–¿Y cuáles son las limitaciones que le impone la masividad de una publicidad, de un diario de gran tirada como La Nación, de la revista?
–Yo ya conté todo lo que quería contar en espacios experimentales: historietas eróticas, sexo, drogas y rock and roll. El punto de quiebre fue empezar en Para Ti. No siento que esté dejando de hacer algo: ya no tengo ningún interés en hablar de ciertas cosas. Quiero contar lo que le pasa a todo el mundo. Estoy ideológicamente en contra del que se toma una línea y al otro día necesita contar eso en la historieta. Me parece una pavada: mi trabajo no es autorreferencial.
–Después de la publicidad, ¿qué ha cambiado?
–Me pasó de salir a la calle y ser la chica del aviso, y no me gustó. Pasé por un colegio y los pibes me gritaron: “A tu mamá le importa...”. Tengo un rostro para mucha gente que sólo conocía mi trabajo. Eso es malo para mi privacidad y mi anonimato. Me jode profesionalmente porque soy una observadora de los demás, y no es bueno que la gente me esté mirando. Es una molestia.
–¿Siempre hay nuevas cosas y personajes para mirar?
–Los perfiles no se agotan: hay nuevos emergentes sociales como la tecnología, las nuevas familias, los nuevos códigos sociales. Todo el tiempo tengo personas dibujadas dando vueltas en mi cabeza.

 

Tres hijos, uno de ellos bebé

Matiene tiene 38 años, tres hijos (uno bebé) y un marido de quien se declara enamorada. Vive en una casa muy amplia sobre la avenida Callao. Es una de las humoristas argentinas más personales. Publica en el diario El País de Madrid, en La Nación y en la revista femenina Para Ti. Sus historietas también pueden leerse en cuatro libros editados, que la afianzaron como una de las voces más críticas sobre el universo femenino. Sus textos y dibujos se entrometen en la intimidad de la mujer: con sus amigas, sus amantes, sus maridos, su vanidad. Cuenta que lo que hace en la publicidad del jabón refleja su vida cotidiana. Que es decir que lo trivial la inspira. Un vestido de leopardo es suficiente para que se transforme en una escéptica que lanza su grito contra el sexo opuesto. Un traje formal trae a la escena a la analizada que se repite ante el espejo un monólogo aprendido de memoria: “Me dijo mi analista que tengo que levantar mi autoestima”. El tono rosa en una nueva prenda, ese extremo de lo femenino, dispara el comentario de la tonta: “Pero si vos sos relinda por dentro...”. Dice Maitena que después del comercial llovieron otras propuestas, a las que dijo no. La más chica de sus hijas todavía es un bebé, y por ahora es una prioridad frente al exceso de trabajo.

La era de la nueva publicidad

El corto del jabón en polvo es apenas una muestra de una tendencia instalada: la de marcas que presentan sus productos con los códigos del cine. Cada vez más, las producciones se vuelven cuidadas, las historias se complejizan, las citas a otros relatos invaden las propuestas publicitarias. Una de las empresas de servicios telefónicos tiene en el aire un aviso que comienza en el registro del cine catástrofe. Cuenta una noche sin fin, cuando ya no salió el sol, en un relato con dimensiones épicas. Luego el tono se quiebra a la parodia y aparece la consolación: poder hablar todo el día al precio de la noche. El corto de su empresa rival es una remake de Volver al futuro, sólo que aquí el protagonista fue congelado hace una década y despierta en el presente, para concluir que ahora puede elegir y debe optar por esa compañía. Una firma de autos promocionó uno de sus modelos con una versión demasiado libre de La autopista del sur, el cuento de Julio Cortázar, en un procedimiento poco frecuente para la publicidad. Maitena tiene también una explicación para esta sofisticación de las técnicas: “Es el campo donde está la plata. Eso permite innovar permanentemente, y hacer las cosas con calidad”.

 

 

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