Por Julián
Gorodischer
La dibujante quiso probarse
como actriz, aunque sólo fuera en un comercial y como única
vez en su vida. Maitena dijo sí cuando le propusieron
ser la imagen televisiva de un jabón en polvo. ¿Me
quieren a mí; están seguros?, preguntó asombrada
la que se reconoce como antítesis del ama de casa que lava
la ropa. Le dijeron que sí. Maitena tiene una vida construida
a los tumbos, según su propio léxico: muchas
parejas, varios años de mujer sola, una postura transgresora
sobre sexualidad y drogas. Ella, dice, no es ningún ejemplo para
las madres de familia. Pero alguien la señaló para el papel:
quizás porque a un producto premium -como lo es este jabón
le importa más la mujer que paga en el supermercado que la que
lleva a cabo la tarea doméstica. Y, frente a las cámaras,
la mostraron trabajando, ideando personajes frente a un espejo, mientras
se prueba y se saca ropa. Y en esa escena íntima aparecen arquetipos
femeninos: la tonta, la analizada, la escéptica...
Hay una coherencia en muchos de los trabajos de Maitena: una mirada original
y crítica en espacios y géneros que suelen ser acríticos.
A la provocadora le divierte transgredir la norma, aunque sólo
sea un poquito. En una revista femenina, rompe el cliché desde
hace siete años. Cuando le toca el turno de estar en la publicidad
del jabón, no vende ni promociona: se divierte, aunque su actitud
pudo haber enfurecido a una parte de su público. Yo no sé
admite en la entrevista con Página 12 ni abrir la tapa
del lavarropas. Esta rubia platinada es una mujer de principios:
jamás hubiera aceptado mostrarse lavando, porque ella no lo hace.
Sería una falta de respeto explica hacia la señora
que trabaja en casa. En cambio, se la puede ver haciendo lo que
más le gusta: crear personajes, disfrutar del uso de la ropa.
Por esas curiosas cosas de la publicidad moderna, que a veces es más
cuidada que una película o una obra teatral, un equipo de los sueños
ayudó a Maitena a transmitirse fresca. La directora teatral Vivi
Tellas la entrenó como actriz; una productora de cine (La rosa
de la amistad, con alguna de sus cineastas como Marina Beláuztegui
discípula de Martin Scorsese) tuvo a su cargo la filmación.
La creadora de las historietas que ahora se disputan italianos y españoles
lo define en una frase: Fue un trabajo con red.
¿No tuvo los prejuicios a la hora de aceptar la participación
en una publicidad de jabón en polvo? A una parte de su público
puede haberle caído mal...
En un principio pensé: no lo hago. Después dije: ¿por
qué no habría de hacerlo? Yo trabajo para empresas, y ya
no creo más en los medios como si fueran la revista de los amigos.
Si puedo trabajar para otra empresa como La Nación o Editorial
Atlántida, ¿por qué no lo podría hacer para
Skip? El punto para decidirme fue saber de qué se trataba, cómo
era el comercial, si el guión me representaba. El guión
es de la agencia Vega Olmos, a quienes les dije que no tenía problemas
en reírme de mí misma. Aceptaba decir: Se me caen
las tetas.... Pero no quería aparecer haciendo de otra persona.
Quería mostrarme laburando, pero no como ama de casa.
En el aviso, hay tres arquetipos de mujeres: la analizada, la escéptica
y la tonta. ¿Cuál le resulta más afín?
La escéptica, que dice: A los tipos el único
interior que les importa es el del auto. Yo no escribí ese
texto, pero me pareció divertido. A ellos no les interesa si una
es más o menos linda interiormente sino si está buena. En
eso sí pienso que a los hombres les importa que estés buena.
El texto de la escéptica recuerda ese lugar común
tan repetido entre mujeres de 30 (también en el cine, el teatro,
los libros) que dice: Ya no hay hombres....
El ya no hay hombres es un tema complicado. Las mujeres
ya no buscamos un marido: cada vez pedimos más. Buscamos un par,
y se nos hace muy difícil. Por otro lado, creo que casi todos los
hombres están casados, están con otras porque les cuesta
muchísimo más que a las mujeres estar solos. La mujer es
más selectiva; los tipos se conforman más fácilmente.
Sin embargo, no creo en la superioridad de las mujeres. De boludas, está
lleno.
La tonta, en el aviso, dice: Pero si vos sos re-linda por
dentro, y eso es lo que importa.... ¿Es tan tonta, o es la
única que dice algo interesante?
La tonta es todo un tema: yo creo que ninguna mujer que no sea tonta
se hace la tonta. Si no sos estúpida, no te gusta pasar por estúpida.
Pero pienso también que las tontas no son buenas. Podés
ser tonta, y ser medio bruja. La chica de la publicidad habla con total
ironía. Tiene un dejo medio brujil detrás del color rosa,
la florcita, el vestido con volados, la actitud naïf.
Usted suele desplegar una mirada muy crítica sobre las mujeres
en espacios poco críticos como una revista femenina, o ahora en
una publicidad. ¿Cómo lo consigue?
No lo vivo como una dicotomía. En el comercial, me llamó
la atención que me convocaran a mí, aunque creo que habla
muy bien de ellos. Yo no soy la clase de mujer que vende productos al
ama de casa. Al elegirme, están poniendo otros valores en juego,
se dirigen a las mujeres de otra manera. Hablan a minas que laburan todo
el día; son zarpadas, modernas, heavies, independientes, y además
pueden ser amas de casa.
¿Y cuáles son las limitaciones que le impone la masividad
de una publicidad, de un diario de gran tirada como La Nación,
de la revista?
Yo ya conté todo lo que quería contar en espacios
experimentales: historietas eróticas, sexo, drogas y rock and roll.
El punto de quiebre fue empezar en Para Ti. No siento que esté
dejando de hacer algo: ya no tengo ningún interés en hablar
de ciertas cosas. Quiero contar lo que le pasa a todo el mundo. Estoy
ideológicamente en contra del que se toma una línea y al
otro día necesita contar eso en la historieta. Me parece una pavada:
mi trabajo no es autorreferencial.
Después de la publicidad, ¿qué ha cambiado?
Me pasó de salir a la calle y ser la chica del aviso, y no
me gustó. Pasé por un colegio y los pibes me gritaron: A
tu mamá le importa.... Tengo un rostro para mucha gente que
sólo conocía mi trabajo. Eso es malo para mi privacidad
y mi anonimato. Me jode profesionalmente porque soy una observadora de
los demás, y no es bueno que la gente me esté mirando. Es
una molestia.
¿Siempre hay nuevas cosas y personajes para mirar?
Los perfiles no se agotan: hay nuevos emergentes sociales como la
tecnología, las nuevas familias, los nuevos códigos sociales.
Todo el tiempo tengo personas dibujadas dando vueltas en mi cabeza.
Tres hijos, uno de
ellos bebé
Matiene tiene 38 años, tres hijos (uno bebé) y un
marido de quien se declara enamorada. Vive en una casa muy amplia
sobre la avenida Callao. Es una de las humoristas argentinas más
personales. Publica en el diario El País de Madrid, en La
Nación y en la revista femenina Para Ti. Sus historietas
también pueden leerse en cuatro libros editados, que la afianzaron
como una de las voces más críticas sobre el universo
femenino. Sus textos y dibujos se entrometen en la intimidad de
la mujer: con sus amigas, sus amantes, sus maridos, su vanidad.
Cuenta que lo que hace en la publicidad del jabón refleja
su vida cotidiana. Que es decir que lo trivial la inspira. Un vestido
de leopardo es suficiente para que se transforme en una escéptica
que lanza su grito contra el sexo opuesto. Un traje formal trae
a la escena a la analizada que se repite ante el espejo un monólogo
aprendido de memoria: Me dijo mi analista que tengo que levantar
mi autoestima. El tono rosa en una nueva prenda, ese extremo
de lo femenino, dispara el comentario de la tonta: Pero si
vos sos relinda por dentro.... Dice Maitena que después
del comercial llovieron otras propuestas, a las que dijo no. La
más chica de sus hijas todavía es un bebé,
y por ahora es una prioridad frente al exceso de trabajo.
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La era de la nueva
publicidad
El corto del jabón en polvo es apenas una muestra de una
tendencia instalada: la de marcas que presentan sus productos con
los códigos del cine. Cada vez más, las producciones
se vuelven cuidadas, las historias se complejizan, las citas a otros
relatos invaden las propuestas publicitarias. Una de las empresas
de servicios telefónicos tiene en el aire un aviso que comienza
en el registro del cine catástrofe. Cuenta una noche sin
fin, cuando ya no salió el sol, en un relato con dimensiones
épicas. Luego el tono se quiebra a la parodia y aparece la
consolación: poder hablar todo el día al precio de
la noche. El corto de su empresa rival es una remake de Volver al
futuro, sólo que aquí el protagonista fue congelado
hace una década y despierta en el presente, para concluir
que ahora puede elegir y debe optar por esa compañía.
Una firma de autos promocionó uno de sus modelos con una
versión demasiado libre de La autopista del sur, el cuento
de Julio Cortázar, en un procedimiento poco frecuente para
la publicidad. Maitena tiene también una explicación
para esta sofisticación de las técnicas: Es
el campo donde está la plata. Eso permite innovar permanentemente,
y hacer las cosas con calidad.
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