Por Mariana Enriquez
Alice Cooper, con su maquillaje
terrorífico y sus extravagancias escénicas, es un pionero.
Quizá, es cierto, no pueda decirse que es un pionero musical: Alice
(nacido Vince Fournier en Detroit, hace 52 años) siempre se dedicó
a un rock nroll hard más bien clásico. Pero sin él,
Kiss no hubiera sido posible. Ni, más cerca en el tiempo, Marilyn
Manson o White Zombie. Cooper inventó, entre fines de los 60 y
principios de los 70, una nueva especie de estrella, un personaje teatral
que combinaba el rock fuerte con la imaginería de horror de los
comics y los films clase B, diseñado tanto para entretener como
para escandalizar a los padres.
El propio Alice hoy es casi una antigüedad naïve, pero su fórmula
goza de buena salud, teniendo en cuenta el impacto de Marilyn Manson,
que nunca negó y siempre se sintió orgulloso de seguir la
tradición. Una tradición que es además completamente
estadounidense: la cultura popular de ese país está marcada
por los films de horror protagonizados por y dirigidos a adolescentes,
desde The Texas Chainsaw Massacre hasta Scream, por los comics, por el
espectáculo de sangre y monstruos, que llegó a su pico máximo
de popularidad con Kiss en los años 70. El primero en captar todo
eso, sumando el aburrimiento suburbano que lleva a los adolescentes a
buscar emociones fuertes, diversión, rebeldía y evasión
en lo que los estadounidenses llaman shock horror, fue Cooper.
La historia dice que Cooper fue descubierto por Frank Zappa, que lo contrató
para su sello, como parte de una colección de artistas de vaudeville
bizarro, a fines de los 60. Pero no consiguió un éxito hasta
1971, cuando editó Love it To Death en 1971, que incluía
el himno Im 18. La letra, que parecía especialmente
diseñada para movilizar a los adolescentes desencantados de la
era pre-punk, decía Estoy en el medio, no tengo planes/ Soy
un chico y soy un hombre/tengo 18 años y no sé qué
hacer. La gira presentación de ese álbum definió
la teatralidad y la estética de Cooper: el show incluía
a la boa constrictor Kachina (la primera de una larga lista), el músico
lucía maquillaje blanco, una galera diabólica y se pintaba
telas de araña alrededor de los ojos, y los artefactos para complementar
el despliegue eran una silla eléctrica, muñecas desarmables
mutiladas, y una horca en la que Alice finalizaba el espectáculo.
Más tarde, Cooper agregó al show una escena en la que parecían
decapitarlo.
Aquel mito de los pollitos pisoteados que en los 70 se le atribuía
a Kiss fue en realidad un hecho en la carrera de Alice: en 1969, cuando
aún estaba contratado por Zappa. Ocurrió en Toronto. Aparentemente,
alguien del público tiró un pollo al escenario. El cantante
lo devolvió, creyendo que el animal volaría, pero el público
lo atrapó y lo destrozó. Los titulares, al otro día,
afirmaban que Alice se lo había comido vivo en el escenario.
Hay cientos de leyendas sobre Cooper, muchas de ellas impulsadas por él
mismo, como la de su nombre/alter ego (y nombre de su banda). Según
él , decidió bautizarse así porque el nombre le parecía
un poco siniestro: poco después, en una sesión de tabla
ouija, se comunicó con el espíritu de una bruja adolescente
británica, Alice Cooper, que habría muerto envenenada en
1623. Eso le confirmó que debía mantener el nombre. La veracidad
de la historia no es importante: Cooper inventó la teatralidad
en el rock, de la misma manera que lo hizo David Bowie con otro estilo,
y la teatralidad implica la construcción de un personaje hasta
las últimas consecuencias. Hoy sigue trabajando con un ritmo incansable,
y amplió sus actividades. En cine se lo vio en Príncipe
de las Tinieblas de John Carpenter, interpretando a un siniestro mendigo.
También tuvo un papel en El Mundo según Wayne, y no podía
faltar en una secuela de Pesadilla, como el padre de Freddy Krueger. Además
escribió un guión de comic, The Last Temptation, junto a
Neil Gaiman (Sandman) y recientemente abrió un restaurant en Phoenix,
Cooperstown, junto a su socio y amigo Dave Mustaine de Megadeth. Sigue
grabando y acaba de finalizar la gira de Brutal Planet, su último
CD, por Europa y Estados Unidos.
En el espectáculo de la British Rock Symphony (ver recuadro) que
lo trajo a la Argentina, interpreta con una orquesta canciones clásicas
del rock británico. Elegimos 30 de las mejores canciones
de todos los tiempos y las orquestamos. Y juntamos 4 o 5 cantantes de
distintos tipos de bandas, elegimos las canciones que queremos hacer,
y las tocamos con una orquesta y una banda de rock. Es divertido, porque
hacemos las canciones que nos inspiraron cuando comenzamos. Pero no tiene
nada que ver con un show de Cooper, que es mucho más heavy. Acá
hago 5 canciones lo mejor que puedo, pero no hay teatralidad. Alice es
teatral en sí mismo, eso sí, así que interpreto Start
Me Up de los Stones o My Generation de The Who como
lo haría Alice. Pero no es un show de Alice ni me representa,
explica en entrevista con Página/12.
¿Cómo llegó a unirse a la British Rock Symphony?
Me invitaron. Fue algo fortuito. Lo interesante es que si bien todos
los participantes hacemos música muy diferente, respetamos y consideramos
interesante a la de los demás. Yo escucho a Spandau Ballet y me
gusta, no es mi estilo, pero está bien hecho. Lo mismo me pasa
con Yes. No es lo que yo haría, pero lo aprecio. Y el respeto es
mutuo. Cuando nos juntamos es fantástico porque podemos unir todos
nuestros estilos para homenajear a los clásicos. Para mí
los Who, los Stones, The Kinks, son indiscutibles, la música que
me formó, y la que formó a mis compañeros en este
proyecto.
¿Aún está de gira presentando su último
álbum, Brutal Planet?
No, ya terminamos el tour, hicimos 40 shows en Europa y 40 en Estados
Unidos, y ya entramos en el estudio para terminar el nuevo disco, la parte
dos de Brutal Planet. Se editará a principios del año que
viene. Después empezaremos otro tour, y queremos tocar en Sudamérica.
¿Disfruta girar a los 52 años?
Me gusta mucho más que cuando era más joven. El show
es mejor, yo estoy mejor físicamente, y sigo haciendo lo que me
gusta. No puedo ser más afortunado. Mi público es una mezcla
de todo. Hay chicos de 15 años y gente de 50. Todos la pasan bien.
Es la primera vez en la historia del rock en que los padres y los hijos
están de acuerdo en que existe un rock heavy muy cool y clásico.
Los chicos que vienen a verme se dan cuenta que soy mucho más pesado
que Marilyn Manson, y se sorprenden. Me gusta impresionar.
¿Lo halaga que Manson lo reconozca como una de sus principales
influencias?
Veo muchas bandas nuevas como White Zombie, Slipknot o Manson, que
siguen mi estilo. Les doy mi reconocimiento porque están llevando
la teatralidad un paso más allá, están visualizando
nuevas ideas, y me halaga que siempre se refieran a mí, porque
es cierto que lo hice antes. Hace falta ese tipo de espectáculo
y me gusta, pero mi show es diferente al de Manson o Zombie. No siempre
estoy de acuerdo con lo que dicen, sobre todo con el satanismo de Manson.
El está en eso, pero no me gusta. Yo nunca estuvemetido en el satanismo.
Además, no le creo. Creo que es todo un show y que está
usando el supuesto satanismo como un instrumento, no es creíble,
y me ofende en cierto punto. Si yo fuera un músico sin ninguna
autoridad, no diría esto. Pero soy Alice Cooper.
Un proyecto con historia
British Rock Symphony es un proyecto algo bizarro, que junta a
leyendas y dinosaurios del rock en una especie de celebración
de las canciones clásicas del rock británico de los
60 y 70 creadas por bandas como The Beatles, Kinks, Rolling Stones,
Led Zeppelin, Pink Floyd, The Who y otras. El espectáculo
incluye una orquesta e instrumentos eléctricos. Cuando la
BRS sale de gira, toca con orquestas locales. El elenco es rotativo:
cuando el proyecto ideado por David Fishof (productor ejecutivo
que participó en la producción de la All Starr Band
de Ringo Starr) arrancó en 1999, formaban parte Roger Daltrey
(The Who), Paul Rodgers (Bad Company), Eric Burdon (The Animals)
y Alice Cooper, entre otros. Grabaron un álbum en vivo con
la London Musicians Orchestra, interpretando temas como Stairway
To Heaven de Zeppelin, Ruby Tuesday de los Stones
y Norwegian Wood de Los Beatles. Hoy algunos músicos,
como Cooper, siguen involucrados, otros se fueron, y en este momento
(eso es lo que se verá mañana en Obras) participan
Jon Anderson (Yes), Alan Parsons Project y Tony Hadley, de los new
romantic Spandau Ballet.
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