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Más adhesiones que rechazos, pero muy mala imagen de los sindicatos
Las encuestas del propio Gobierno muestran apoyo al paro. El consuelo es que los gremialistas siguen con pésima imagen.

El paro contó con más adhesiones que rechazos, según una encuesta que encargó el propio Gobierno. La diferencia es leve, pero algo más de la mitad de los consultados se manifestó de acuerdo con la medida de fuerza, básicamente porque “la gente está con ganas de protestar”, según reconocía anoche un asesor del Poder Ejecutivo. De todas maneras, la mayor parte de los que no fueron a trabajar no lo hicieron por adhesión al paro sino por temor a los incidentes o por problemas de transporte. Al final de las dos jornadas, la gente consideró que la medida de fuerza se desarrolló normalmente y sólo uno de cada cinco consultados habló de violencia. En las encuestas realizadas por el oficialismo y la oposición, la imagen del Gobierno sigue a niveles bajísimos y peor aún es la opinión de los encuestados sobre los dirigentes gremiales.
El sondeo encargado por el Gobierno fue realizado por la consultora Analogías, que conduce la socióloga Analía Del Franco. En total fueron entrevistadas mil personas en todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Las encuestas se hicieron a lo largo de las dos jornadas del paro y, según explicó Analía Del Franco, hubo diferencias entre las opiniones del jueves y las del viernes.
“La idea de la protesta perdió adeptos a lo largo de las 36 horas. Las opiniones de adhesión al paro bajaron notoriamente en el segundo día”, señaló Del Franco. Esto significa que el jueves es muy posible que los apoyos al paro hayan rondado el 60 por ciento –un índice muy alto– y el viernes se redujeran al 40. Tiene que ver con que, de entrada, la gente pensó que la medida de fuerza era justificada, sobre todo por el desempleo, la baja en las ventas, los salarios escasos y la recesión. Esto produjo porcentajes de respaldo a la huelga bastante mayores que los observados en medidas de fuerza anteriores. Ya el viernes, una porción de los encuestados volvió a evaluar el paro a la luz de las respuestas de dirigentes sindicales y ministros producidas durante la jornada. Además, la gente al final de los paros empieza a considerar que la medida de fuerza pudo no haber sido tan efectiva como pensaron al principio, por lo que se trata de una baja en las adhesiones bastante habitual en casi todas las medidas de fuerza.
El gran problema que tendrá el Gobierno es levantar ahora sus bajos índices de aprobación. La mayor parte de los ciudadanos –cerca del 70 por ciento– piensa que la política económica es equivocada y la imagen del Presidente cayó a un precipicio desde el 70 por ciento que tenía después de las elecciones, a un 20 por ciento en la actualidad. En la Casa Rosada, sin embargo, sostienen que en los últimos días, y particularmente en la jornada del viernes, hubo un crecimiento en la imagen del Ejecutivo. Una de las más beneficiadas fue la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, que tenía índices del 10 por ciento de opiniones positivas el jueves y trepó a casi el 30 durante el viernes.
Por el lado de los gremialistas, la imagen ha sido tradicionalmente negativa -.nunca superan el 5 por ciento–, aunque Hugo Moyano es de todos el que cuenta con mejor evaluación. En la coyuntura actual, además, la gente está abrumadoramente a favor de la desregulación de las obras sociales –casi el 70 por ciento–, lo que agrega un punto en contra de los gremialistas.

 


 

UN PIQUETERO MUERTO EN UN CORTE EN EL CHACO
Momento de furia en el puente

Ramón Molina. 23 años. Desocupado. Piquetero del Chaco. Murió de un balazo el jueves a la noche cuando cortaba el llamado “puente de alto nivel” de la ciudad de Resistencia. Todo indica que le disparó un motociclista que montó en cólera porque un grupo de manifestantes no lo dejaba cruzar. Otra de las balas hirió a Alberto Quintana, quien ayer se recuperaba después de que le dieran el alta en el Hospital Perrando.
El motociclista, cuyo nombre no se conoció públicamente y que llevaba un acompañante, fue detenido. Llevaba calzada un arma calibre 22 que disparó furioso, porque no podía circular por el puente. Al parecer midió todos sus movimientos, ya que se escondió detrás de unos matorrales altísimos, en una zona oscura, y desde allí disparó “no menos de 5 o 6 tiros”, según dijeron testigos presenciales.
Una de las balas hirió a Molina. La otra le dio a Quintana en el brazo izquierdo. Fueron trasladados juntos al hospital. Molina murió a la medianoche, en medio de una intervención quirúrgica de urgencia. Quintana fue dado de alta.
El conductor de la moto fue detenido. El comisario Ramón Ojeda dijo que no está comprobado que sea el asesino. Pero los piqueteros que dieron testimonio aseguraron que al encontrase con el piquete los tripulantes de la moto tuvieron “una reacción realmente inesperada”.
El corte del puente, que se alza sobre las vías del ferrocarril, fue levantado después de la tragedia y después de que se desatara una fuerte tormenta en la zona. La lluvia continuó durante toda la madrugada y ahogó otros cortes de ruta que se desplegaban en distintos puntos de la provincia del Chaco.

 

OPINION
Por James Neilson

La caballería polaca

En 1939 los polacos trataron de defenderse contra los invasores alemanes enviando escuadrones de caballería a hacer frente a los temibles Panzer, los cuales, de más está decirlo, los barrieron sin demasiadas dificultades. Es factible que de haberse celebrado los combates contra el viejo enemigo cien años antes el desenlace hubiera sido distinto, pero los tiempos habían cambiado para siempre y los viejos métodos ya no sirvieron para nada. Lo mismo puede decirse de las embestidas de Moyano y sus huestes contra el “modelo”, el “neoliberalismo”, el FMI y otros símbolos de la era del capitalismo triunfante.
Conforme a las pautas deportivas que se utilizan en estas ocasiones, el paro que impulsaron resultó ser un éxito rotundo. Pero, ¿qué lograron?, ¿qué pudieron lograr? A lo sumo, una pequeña alegría pasajera. ¿Por qué lo organizaron? Porque no han sabido pensar en otra forma de “luchar”, si es que hay alguna. Es de suponer que en 1960 e incluso en 1980 un paro “exitoso” de 36 horas les hubiera permitido conseguir algunas concesiones auténticas. Pero ya estamos en el 2000. Lejos de obligar al Gobierno a “humanizar” el modelo, al golpearlo lo privan de algunas posibilidades de atenuar el impacto de las transformaciones que están en marcha. Ante cada nuevo indicio de que la Argentina se resiste a entregarse plenamente al orden globalizado que a pesar de todo está consolidándose, el “mercado” reacciona bajándole el pulgar, forzando así al gobierno de turno a tratar de aplacarlo con medidas cada vez más feroces.
Los jefes militares polacos no eran idiotas. Entendían que los avances tecnológicos los habían puesto en desventaja frente a sus vecinos occidentales. Pero se habían negado a “modernizarse” durante tantos años que en 1939 no les quedaba otra alternativa que la de depender una vez más de sus ulanos. En la Argentina actual, sus equivalentes son aquellos que dicen creer que el país podría “luchar” contra el mundo manifestándole su indignación, cortando rutas, ordenando paros de varios días, quizá semanas, paralizando fábricas, gritando consignas y suplicando la intercesión de la Virgen Desatanudos, produciendo así escenas dignas de una película neorrealista italiana de cuatro o cinco décadas atrás. Desde su punto de vista, la devaluación del peso seguida por un default constituiría un triunfo épico, pero ¿quiénes serían los derrotados? Por cierto, entre las bajas no se encontrarían muchos financistas, los cuales ya estarán distanciándose del campo de batalla, ni muchos políticos, la mayoría de los cuales ya habrán tomado sus precauciones por si todo termina desplomándose.

 

 

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