Nunca fue tan difícil
volver a casa como ayer en Cañada de Gómez. El temporal
que ocasionó tres muertos dio paso al reencuentro de los miles
de inundados con sus casas desguazadas por la lluvia. Apaciguado el clima,
ayer el presidente Fernando de la Rúa, junto a la ministra de Desarrollo
Social, Graciela Fernández Meijide, estuvieron por una hora en
el pueblo del desastre para entregar ayuda material y financiera. De la
Rúa anunció que el lunes los cañadenses dispondrán
de un millón de pesos en una cuenta especial, a lo que se le agrega
el medio millón aportado por el gobernador santafesino Carlos Reutemann.
Sin embargo, en la Municipalidad del pueblo arrasado no saben aún
la magnitud económica del daño. Son al menos mil las casas
que ayer, cuando sus dueños volvieron, se encontraban vacías
o semidestruidas. Sin contar los puentes rotos, las fábricas destrozadas
y los campos que este año no darán frutos.
Uno de los puntos en discusión ayer en Cañada de Gómez,
un pueblo a 90 kilómetros al oeste de Rosario, era la cantidad
o la existencia de personas desaparecidas. Mientras desde el gobierno
local se ahuyentaban los fantasmas de más víctimas, el gobierno
provincial aseguraba que los buzos y el personal técnico continuaba
la búsqueda. Los datos que alimentan el temor de los vecinos son
las propias imágenes que vieron cuando el agua avanzó sobre
sus casas. Ayer, varios le dijeron a la agencia Télam que vieron
cómo quedaba oculto por el agua un grupo de personas que observaban
la crecida desde uno de los puentes que cayó a las siete de la
tarde del miércoles. Acá tenemos un montón
de especulaciones y de rumores de ese tipo, pero no hay ninguna denuncia
en la policía sobre más desaparecidos, le dijo a este
diario José Luis Odazo, secretario de Gobierno municipal.
Hacía mucho tiempo que los funcionarios de primera línea
no bajaban hasta ese pueblo al que llegan varios ríos y en el que
las inundaciones no son cosa nueva. El jueves lo recorrió el gobernador,
ayer el Presidente y la ministra de Desarrollo Social con su secretario
Gerardo Morales. La primera dama, Inés Pertiné, también
fue de la comitiva. Tras la visita y una recorrida de diez minutos en
helicóptero donde observaron la catástrofe el Presidente
y el gobernador, se constituyó un comité de crisis en el
que participan el intendente justicialista Amílcar Abate; la secretaria
de Promoción Social de Santa Fe, Roxana Latorre, y un delegado
del Ministerio de Desarrollo. Morales anunció ayer que desde su
cartera se planifica una asistencia coordinada entre el área de
Cooperativas y Mutuales (Inae), Redes (apoyo a municipalidades) y el Fondo
de Capital Social Foncap, dedicado al financiamiento a microempresas.
Estoy muy preocupado por los efectos devastadores, la destrucción
de viviendas y las necesidades que hay tras el violento temporal de lluvia
y viento que afectó a esta ciudad, dijo De la Rúa
ayer pasado el mediodía en una conferencia de prensa en Cañada
de Gómez. Pasó lista a la ayuda enviada desde Buenos Aires
colchones, pañales, botas de goma que viajó
el jueves en cuatro camiones escoltados por Gendarmería. Y anunció,
en medio del paro de ayer, que la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich,
implementará un plan de empleo dedicado especialmente a paliar
el problema más importante de los cañadenses hasta antes
del agua. Fernández Meijide anunció el envío de un
millón y medio de pesos más, el martes o miércoles
próximos.
Ayer, en el municipio no sabían aún si ese dinero llegaría
en metálico o pertenece a planes de asistencia social implementados
desde el ministerio. Lo que sí tenemos claro es que mañana
(por hoy) desde temprano nosotros y los técnicos de la Nación
recorreremos casa por casa para evaluar los daños materiales del
temporal, puntualizó Odazo. La oportunidad que la naturaleza
da a los habitantes de Cañada es que el gobierno nacional toma
conciencia y se haría responsable no sólo de los daños
coyunturales que produjo la tormenta, si no de problemas estructurales
de los más pobres de la zona. Así como el empleo es un problema
grave, las cifras del Indecseñalan que casi el diez por ciento
de los habitantes del pueblo devastado viven con sus necesidades básicas
insatisfechas.
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