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LA MAXIMA INSTANCIA JUDICIAL DE EE.UU. ESCUCHARA DENUNCIAS DE BUSH
Eramos pocos y apareció la Corte

El equipo del republicano George W. Bush se anotó ayer una nueva ventaja con la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. de atender a sus reclamos sobre Florida. La audiencia es en una semana.

Un agotado integrante del Comité Electoral de Broward.
Mañana habrá resultados, pero seguramente serán impugnados.

La batalla político-judicial por la Casa Blanca escaló a un escenario superior ayer cuando la Corte Suprema de Estados Unidos aceptó considerar una de las dos demandas presentadas por el candidato republicano George W. Bush, para determinar si la Corte Suprema de Florida se extralimitó en sus funciones al autorizar recuentos de votos en determinados condados de ese Estado, del que depende la identidad del futuro presidente norteamericano. La decisión no suspende la marcha de las operaciones de recuento, que seguirán hasta mañana domingo; sin embargo, el hecho de que la Corte norteamericana haya fijado el próximo viernes 7 como fecha para la audiencia de una hora y media en que recibirá los argumentos de los abogados de Bush amenaza postergar aún más una definición que ya lleva más de dos semanas de atraso.
El embrollo actual es resultado de un virtual empate en los decisivos resultados de Florida, que movió al candidato demócrata Al Gore a solicitar recuentos en cuatro condados de mayoría demócrata donde se denunciaron irregularidades y en que las papeletas de votación resultaban confusas. Los demócratas exigieron conteos manuales sobre la base del argumento de que las anticuadas máquinas de escrutinio eran incapaces de visualizar con claridad semiperforaciones que indicaban una intención de voto. Inicialmente, la campaña de Bush para revertir estos conteos fracasó tres veces: primero el 13 de noviembre, ante una corte federal en Miami; luego pocos días después, cuando intentó revertir ese fallo ante una corte de apelaciones de Atlanta, y por último esta semana, cuando la Corte Suprema de Florida rechazó sus argumentos. Allí fue cuando Bush decidió llevar su demanda a la Corte Suprema nacional. Sin embargo, el fallo de la Corte de Florida no resultó del todo desfavorable para Bush, ya que confirmó el domingo como fecha límite para los recuentos, lo que determinó que el condado más grande de todos, el de Miami-Dade, decidiera abandonar sus recuentos alegando falta de tiempo para terminar con el examen de sus más de 654.000 sufragios. La campaña de Gore apeló entonces a la Corte Suprema de Florida para que ordenara al condado realizar sus recuentos, pero los magistrados rechazaron la demanda anteayer, dejando la posición del actual vicepresidente en máximo peligro.
La aparente nimiedad de los puntos en debate resulta no ser tal cuando se examina lo parejo del combate voto a voto entre Gore y el gobernador de Texas. Sobre un primer escrutinio oficial, Bush lleva una ventaja de apenas 930 votos sobre los seis millones de sufragios expresados. Gore espera arrebatarle la victoria gracias al recuento iniciado en dos condados de Florida y a que debe concluir mañana: Palm Beach y Broward. Hasta el momento, los recuentos en ambos condados redujeron, pero no eliminaron la distancia entre los candidatos: según informes periodísticos, la ventaja de Bush se mantenía ayer por unos 700 votos y lo escaso del tiempo que queda para la fecha límite de mañana explicaba el énfasis con el cual Gore buscó esta semana que se reexaminaran y contabilizaran los 10.750 votos que se encuentran cuestionados en el condado de Miami-Dade. El hecho de que ese condado haya suspendido sus recuentos significa que los 157 votos favorables a Gore que habían aparecido entre los votos cuestionados no serán incluidos en las cifras finales. Al mismo tiempo, la campaña de Bush acusa a funcionarios electorales demócratas de impugnar unos 2000 votos provenientes de militares basados en el exterior con falsos argumentos de que fueron enviados después del 7 de noviembre.
El domingo, tras recibir los nuevos resultados de los dos condados, la secretaria de Estado de Florida, la republicana Katherine Harris, podría anunciar el resultado del escrutinio, dándole al ganador una importante ventaja para el resto de la batalla. Sin embargo, la pugna se prolongará seguramente más allá del fin de semana. Los dos campos disponen de un plazo de 10 días tras la oficialización de los resultados para cuestionarlos. Florida tiene hasta el 12 de diciembre para designar a sus 25 grandes electores. Un consejero de Gore adelantó que, en caso dederrota, los demócratas no excluyen nuevas acciones judiciales y amenazó con impugnar los que se comuniquen mañana si favorecen a Bush. El resultado puede ser que Florida sea incapaz de aportar sus 15 electores al Colegio Electoral, con lo cual ninguno de los dos candidatos podría ser certificado como ganador, ya que ni Gore ni Bush llegan hoy al número de 270 electores que necesitan para hacerlo. Y se abriría la posibilidad de que la definición final dependiera del Congreso, que mantiene una ligera mayoría republicana.
Del lado demócrata, se trató de poner buena cara a la decisión de ayer. “Yo pienso que se justifica que la Corte Suprema de Estados Unidos escuche esta apelación, puesto que acarrea serias preguntas, pero yo creo que la ley es clara y que la Corte Suprema no revertirá la decisión de la Corte Suprema de Florida –dijo a la TV David Boies, uno de los principales abogados del equipo demócrata–. No estoy decepcionado por la decisión de la Corte Suprema, pero voy a estar muy decepcionado y muy sorprendido si la Corte Suprema considera este caso para cambiar los resultados de las elecciones presidenciales en Florida”, agregó.
En el campo republicano, domina un cauteloso optimismo. Ayer, por lo demás, fue dado de alta Dick Cheney, su candidato a vicepresidente, tras sufrir una leve afección cardíaca. Y se mostró confiado en el triunfo.

 

Claves

La decisión de la Corte Suprema de EE.UU. de escuchar las denuncias de la campaña de George W. Bush es otro avance para la campaña republicana, que alega discriminación e inconstitucionalidad en el recuento manual de votos en dos condados donde los demócratas están acortando su desventaja. El alegato fue respaldado ayer por la Legislatura de Florida, de mayoría republicana.
Para mañana domingo deberán estar completos los recuentos manuales, y la secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, podría proclamar un ganador. Hasta el momento, el recuento extraoficial favorece a Bush por unos 700 votos. Y quien gane Florida, ganará la presidencia.
Pero la campaña demócrata de Al Gore adelantó que impugnará los resultados si favorecen a Bush.
Y la Corte Suprema de EE.UU. realizará su audiencia el viernes 7, postergando aún más el desenlace.

 

LA FUTURA PRESIDENCIA ASUMIRA CON PROBLEMAS
Una transición en punto cero

Por Javier Valenzuela *
Desde Washington

La crisis electoral no sólo pone en cuestión la legitimidad del futuro presidente de EE.UU., sino la efectividad de los primeros meses de su gobierno. El período de transición entre el gobierno de Bill Clinton y el de su sucesor ya ha perdido 2 de sus 10 semanas. Muchas cosas están paralizadas, desde el chequeo por el FBI del historial de los futuros cargos hasta el esbozo de las primeras órdenes ejecutivas, propuestas legislativas y proyecto de Presupuestos de la nueva Casa Blanca.
El pueblo norteamericano sigue con paciencia la crisis, pero la clase política y los altos funcionarios de Washington son conscientes de que el próximo presidente está perdiendo un tiempo precioso. El relevo en el cargo político más importante del planeta es complicado y tradicionalmente se efectúa en las 10 semanas que median entre la jornada electoral y la toma de posesión, prevista para el 20 de enero. El presidente electo debería estar haciendo ya un montón de cosas.
El nuevo Ejecutivo nombrará unos 3000 nuevos altos cargos, cuyos historiales deben ser rastreados minuciosamente por organismos policiales como el FBI y fiscales como el IRS. De ese paquete de cargos, 600 necesitan la confirmación del Senado, en un proceso de negociaciones que dura meses y comienza en la transición.
El próximo presidente debería estar ya facilitando al FBI y el IRS la lista de sus altos cargos. También tendría que estar recibiendo “briefings” del FBI, la CIA y el Pentágono sobre secretos de Estado, sosteniendo sus primeras conversaciones con líderes internacionales y reuniéndose, como hizo Clinton en 1992, con Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal. Si no fuera por el lío actual, su discurso de toma de posesión y sus primeras medidas ejecutivas y propuestas legislativas -incluido el proyecto de Presupuestos, que debe presentar al Congreso en febrero– estarían ya en fase de borrador.
Al Gore y George Bush han dejado en suspenso las tareas de la transición. El retraso es menos oneroso para Gore, que de algún modo ya está en el poder, en su calidad de vicepresidente. Gore podría comenzar a trabajar sobre la base del gobierno de Clinton. Pero tras ocho años de presidencia demócrata, Bush empezaría de cero.
Cuando Gore da señales de que está dispuesto a prolongar la batalla de Florida hasta, como mínimo, el 12 de diciembre, fecha límite para la designación de los 25 compromisarios de ese Estado en el Colegio Electoral, al equipo de Bush se le eriza la piel. “El FBI –dice Karen Hughes, portavoz de Bush– quiere hablar ya de las comprobaciones de seguridad de los futuros altos cargos, pero no sabe con quién.” En Washington se cree que, aunque supere la crisis de legitimidad que le dará una corta y disputada victoria, el retraso en la transición le costará al futuro presidente un primer de año de escasa efectividad.
El Congreso, por su parte, ve con temor la posibilidad de que la polémica entre Gore y Bush termine en sus manos. Si el Colegio Electoral se reúne en Washington el 18 de diciembre sin nombrar un presidente, el Congreso entraría en acción en enero. “Si el ‘impeachment’ de Clinton fue difícil, esto sería todavía peor”, señala el senador demócrata John Breaux.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

 

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