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“Este paro demostró que la gente dejó de delegar”

Víctor De Gennaro, líder de la CTA, cree que la huelga de 36 horas sirvió para demostrar que la gente quiere participar y comprometerse. En este reportaje evalúa la crisis de su sector, al Gobierno y a las dos CGT.

Víctor De Gennaro dice que el paro mostró �una fuerza colectiva, y la idea de que nos salvamos todos o nadie�.

Por Luis Bruschtein

Para el titular de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), Víctor De Gennaro, el último paro marcó el inicio de una etapa nueva en el país porque expresó el deseo de la gente de comprometerse y participar. Para el sindicalista, el paro también puso de manifiesto la crisis de representatividad, que impide consenso para las políticas oficiales por un lado, y por el otro exige la construcción de un movimiento social más fuerte y organizado desde los sectores populares, aunque aclara que no se trata de un acuerdo de “figurones” ni de la “partidocracia”.
–¿Por qué dice que este paro marca el comienzo de una etapa distinta en el país?
–Es que ha sido muy contundente el mensaje de querer protagonizar, aun en una circunstancia tan difícil como es parar. Este paro ha logrado mostrar una fuerza colectiva, y la idea de que nos salvamos todos o no se salva nadie. Esto pone de manifiesto dos crisis. Una es la del poder real que tiene poder para ejecutar: aumentan la tasa de interés, te apretan, los grupos económicos son capaces de instalar un tema y llevarlo adelante con toda su fuerza, pero no tiene consenso. Y está nuestra crisis, la falta de poder organizado para garantizar la solución de los problemas, del desempleo, la miseria, el empobrecimiento. Aquí empezamos a hablar de nosotros, de nuestra propia crisis. Los dirigentes sindicales, sociales, religiosos, políticos, populares y demás no pueden decir ya que la gente no quiere. Al contrario, la gente quiere y lo demostró al poner en riesgo lo más valioso en este momento que es su trabajo, sale a la calle, paraliza el país. Este paro mostró una organización mayor de la militancia y fue una señal de que la gente deja de delegar en otro la resolución de sus problemas.
–El Gobierno hizo una lectura distinta del paro y no dio muestras de cambiar de rumbo...
–Si sigue en ese camino esta crisis se profundizará. Está planteando un vacío de representación política de los sectores sociales. Este año la CTA lanzó un tema, que no por casualidad se discutió durante todo el año. El Encuentro por el Nuevo Pensamiento nos encontró discutiendo “El movimiento social y la representación política”, hoy no hay nadie que represente políticamente la fortaleza, la necesidad y la conducción para la solución de los problemas de nuestra gente. Eso se tiene que construir. Esa construcción nos demanda ser capaces de abrir cauces organizativos populares para resolver esa crisis.
–Hay una discusión entre democracia representativa y democracia participativa. ¿La propuesta de consulta popular que impulsa la CTA se inserta en esa discusión?
–La gente está rompiendo la esquizofrenia. Una esquizofrenia que hasta hace algún tiempo atrás se podía sostener cuando un dirigente cambiaba el mandato popular apenas alcanzaba el gobierno. La gente se bancó esa esquizofrenia. Hoy, mayoritariamente no lo hace. Una forma de romper esa esquizofrenia es defender los valores democráticos y profundizarlos. La consulta popular aparece ampliando ese debate. Marchamos a conformar el movimiento pro consulta por el seguro de empleo y formación, por el salario universal por hijo y “ningún hogar bajo la línea de pobreza”, para constituir movimientos en cada distrito, en cada localidad, garantizar que la gente se exprese, pueda votar. Es un paso adelante. Hasta hace un tiempo las luchas eran fundamentalmente defensivas. Ahora, en todo el mundo, se dan luchas que empiezan a plantear una cara de ofensiva, de propuestas por la positiva.
–¿Ese espacio de representación política del movimiento social no podría volver a ocuparlo el peronismo desde la oposición?
–Yo me pregunto qué oposición. El peronismo firmó este acuerdo con el Gobierno y se tuvieron que escapar porque les daba vergüenza lo que firmaron. El acuerdo partidocrático no resuelve esto. La única solución es construir un movimiento con control, participación y protagonismo de la gente, porque si no hay poder organizado, no hay posibilidad de tocar los intereses de los grupos hegemónicos.
–Pero el PJ sigue teniendo una presencia física en los sectores populares...
–Tienen unidades básicas igual que hay comités. Otra cosa es que eso signifique organización de la fuerza de los trabajadores y del pueblo, una organización de fuerza propia. Sinceramente pienso que la mayoría de nuestro pueblo no se siente representado por nadie. Podrá votar a unos u otros, podrá haber algunos que se sientan identificados con una línea de pensamiento, pero ya no hay el compromiso ideológico con el partido. Mi viejo tenía catorce hermanos y en las reuniones familiares estaba prohibido hablar de política porque podía haber peleas fuertes entre el radical y el peronista o el socialista o el comunista. De no hablarse durante años. Había un compromiso ideológico muy grande que no existe hoy. En la familia más bien ya no se habla de política para no aburrirse. Creo que hay un vacío de representación política que no se llena votando cada dos años, porque es sabido que los grupos económicos votan todos los días. Hay que construir una fuerza política con mayúscula, no electoral solamente, sino una fuerza capaz de garantizar la solución de los problemas.
–¿La lectura que usted hace del paro apunta en ese sentido?
–Toda la fuerza que recibimos tiene que servir para resolver los problemas de la gente. No tiene que servir para proyectar a algún dirigente, hacer una rosca partidaria o malversarla en algún crecimiento sectorial. El movimiento pro consulta tiene varias ventajas en ese sentido: la primera es que toca el problema fundamental, el que afecta a toda la gente: la desocupación; la segunda es que tiene una propuesta concreta que es alcanzable; la tercera, porque es un tema que permite profundizar la democratización; y la cuarta es que se trata de un espacio abierto, plural, que pasa por la transversalidad, en el que puede participar el sector sindical, religioso, partidario o cultural que quiera. El “para qué” está muy claro, no se puede tergiversar. Nos permite avanzar, unirnos en experiencias concretas y organizar en cada distrito una fuerza diferente. Es avanzar hacia la ofensiva común por encima de lo sectorial.
–¿Este apoyo que ustedes entienden que han recibido en este paro implica que existe ya un movimiento social fuerte?
–Existe una potencialidad y un protagonismo creciente. Los cuadros no se forman en abstracto. Se construyen en la resistencia, nos vamos todos autoformando en esa perspectiva. Hoy hay un crecimiento de la organización sindical. Puede haber un descrédito de los dirigentes, pero hay un crecimiento de la organización sindical, entendida como una organización de trabajadores. En la CTA hay mayor afiliación, mayor militancia, mayor cantidad de compañeros jóvenes, mayor presencia de la mujer. Creo que está empezando a recuperarse porque se olfatea que hay poder: o sea capacidad de hacer lo que uno necesita hacer, eso es poder, capacidad de organizar fuerza propia y proyectarse. Lo que hizo este paro fue potenciar eso. Recupera el protagonismo de los trabajadores, instala en todo el país el debate del paro, o sea pone en vilo al poder reinante. Si nos organizamos y si somos muchos, realmente tenemos la posibilidad de hacer lo que queremos, que es vivir bien, ser felices.
–¿La división del movimiento obrero no debilita al movimiento social?
–Hay que acostumbrarse a que esto es un proceso. La construcción de fuerza propia no es mágica ni se puede delegar en alguien que mágicamente resuelve. Es un proceso de construcción, tiempo acumulado en organización y en propuesta. Cuando decimos que no hay nadie que represente es que nadie puede hablar en nombre de todos. Ojalá hubiera organizaciones nacionales y una fortaleza como para ser protagonistas, pero necesitamos más. Uno de las mitos que se cayó es el de que necesitábamos la unidad de aparatos sindicales, de los dirigentes, de las “orgas”, para generar respuestas del conjunto de los trabajadores. Este año ha habido tres parosnacionales. El primero lo hicimos con los compañeros de la CGT de Moyano y los otros dos con la adhesión también de la otra CGT. La división de las propuestas orgánicas y de tener proyectos diferentes no impidió el protagonismo de los trabajadores. Al revés, permitió mayor debate, mayor crecimiento. Porque en realidad a los que hay que ir a ganar son a los trabajadores. Por eso no se trata de que mágicamente se junten figurones y resuelvan una crisis de representatividad, sino que hay que ir a buscar el poder donde está: en nosotros mismos, en los compañeros y en nuestro pueblo.

 

 

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