Por Luis Bruschtein
Para el titular de la Central
de los Trabajadores Argentinos (CTA), Víctor De Gennaro, el último
paro marcó el inicio de una etapa nueva en el país porque
expresó el deseo de la gente de comprometerse y participar. Para
el sindicalista, el paro también puso de manifiesto la crisis de
representatividad, que impide consenso para las políticas oficiales
por un lado, y por el otro exige la construcción de un movimiento
social más fuerte y organizado desde los sectores populares, aunque
aclara que no se trata de un acuerdo de figurones ni de la
partidocracia.
¿Por qué dice que este paro marca el comienzo de una
etapa distinta en el país?
Es que ha sido muy contundente el mensaje de querer protagonizar,
aun en una circunstancia tan difícil como es parar. Este paro ha
logrado mostrar una fuerza colectiva, y la idea de que nos salvamos todos
o no se salva nadie. Esto pone de manifiesto dos crisis. Una es la del
poder real que tiene poder para ejecutar: aumentan la tasa de interés,
te apretan, los grupos económicos son capaces de instalar un tema
y llevarlo adelante con toda su fuerza, pero no tiene consenso. Y está
nuestra crisis, la falta de poder organizado para garantizar la solución
de los problemas, del desempleo, la miseria, el empobrecimiento. Aquí
empezamos a hablar de nosotros, de nuestra propia crisis. Los dirigentes
sindicales, sociales, religiosos, políticos, populares y demás
no pueden decir ya que la gente no quiere. Al contrario, la gente quiere
y lo demostró al poner en riesgo lo más valioso en este
momento que es su trabajo, sale a la calle, paraliza el país. Este
paro mostró una organización mayor de la militancia y fue
una señal de que la gente deja de delegar en otro la resolución
de sus problemas.
El Gobierno hizo una lectura distinta del paro y no dio muestras
de cambiar de rumbo...
Si sigue en ese camino esta crisis se profundizará. Está
planteando un vacío de representación política de
los sectores sociales. Este año la CTA lanzó un tema, que
no por casualidad se discutió durante todo el año. El Encuentro
por el Nuevo Pensamiento nos encontró discutiendo El movimiento
social y la representación política, hoy no hay nadie
que represente políticamente la fortaleza, la necesidad y la conducción
para la solución de los problemas de nuestra gente. Eso se tiene
que construir. Esa construcción nos demanda ser capaces de abrir
cauces organizativos populares para resolver esa crisis.
Hay una discusión entre democracia representativa y democracia
participativa. ¿La propuesta de consulta popular que impulsa la
CTA se inserta en esa discusión?
La gente está rompiendo la esquizofrenia. Una esquizofrenia
que hasta hace algún tiempo atrás se podía sostener
cuando un dirigente cambiaba el mandato popular apenas alcanzaba el gobierno.
La gente se bancó esa esquizofrenia. Hoy, mayoritariamente no lo
hace. Una forma de romper esa esquizofrenia es defender los valores democráticos
y profundizarlos. La consulta popular aparece ampliando ese debate. Marchamos
a conformar el movimiento pro consulta por el seguro de empleo y formación,
por el salario universal por hijo y ningún hogar bajo la
línea de pobreza, para constituir movimientos en cada distrito,
en cada localidad, garantizar que la gente se exprese, pueda votar. Es
un paso adelante. Hasta hace un tiempo las luchas eran fundamentalmente
defensivas. Ahora, en todo el mundo, se dan luchas que empiezan a plantear
una cara de ofensiva, de propuestas por la positiva.
¿Ese espacio de representación política del
movimiento social no podría volver a ocuparlo el peronismo desde
la oposición?
Yo me pregunto qué oposición. El peronismo firmó
este acuerdo con el Gobierno y se tuvieron que escapar porque les daba
vergüenza lo que firmaron. El acuerdo partidocrático no resuelve
esto. La única solución es construir un movimiento con control,
participación y protagonismo de la gente, porque si no hay poder
organizado, no hay posibilidad de tocar los intereses de los grupos hegemónicos.
Pero el PJ sigue teniendo una presencia física en los sectores
populares...
Tienen unidades básicas igual que hay comités. Otra
cosa es que eso signifique organización de la fuerza de los trabajadores
y del pueblo, una organización de fuerza propia. Sinceramente pienso
que la mayoría de nuestro pueblo no se siente representado por
nadie. Podrá votar a unos u otros, podrá haber algunos que
se sientan identificados con una línea de pensamiento, pero ya
no hay el compromiso ideológico con el partido. Mi viejo tenía
catorce hermanos y en las reuniones familiares estaba prohibido hablar
de política porque podía haber peleas fuertes entre el radical
y el peronista o el socialista o el comunista. De no hablarse durante
años. Había un compromiso ideológico muy grande que
no existe hoy. En la familia más bien ya no se habla de política
para no aburrirse. Creo que hay un vacío de representación
política que no se llena votando cada dos años, porque es
sabido que los grupos económicos votan todos los días. Hay
que construir una fuerza política con mayúscula, no electoral
solamente, sino una fuerza capaz de garantizar la solución de los
problemas.
¿La lectura que usted hace del paro apunta en ese sentido?
Toda la fuerza que recibimos tiene que servir para resolver los
problemas de la gente. No tiene que servir para proyectar a algún
dirigente, hacer una rosca partidaria o malversarla en algún crecimiento
sectorial. El movimiento pro consulta tiene varias ventajas en ese sentido:
la primera es que toca el problema fundamental, el que afecta a toda la
gente: la desocupación; la segunda es que tiene una propuesta concreta
que es alcanzable; la tercera, porque es un tema que permite profundizar
la democratización; y la cuarta es que se trata de un espacio abierto,
plural, que pasa por la transversalidad, en el que puede participar el
sector sindical, religioso, partidario o cultural que quiera. El para
qué está muy claro, no se puede tergiversar. Nos permite
avanzar, unirnos en experiencias concretas y organizar en cada distrito
una fuerza diferente. Es avanzar hacia la ofensiva común por encima
de lo sectorial.
¿Este apoyo que ustedes entienden que han recibido en este
paro implica que existe ya un movimiento social fuerte?
Existe una potencialidad y un protagonismo creciente. Los cuadros
no se forman en abstracto. Se construyen en la resistencia, nos vamos
todos autoformando en esa perspectiva. Hoy hay un crecimiento de la organización
sindical. Puede haber un descrédito de los dirigentes, pero hay
un crecimiento de la organización sindical, entendida como una
organización de trabajadores. En la CTA hay mayor afiliación,
mayor militancia, mayor cantidad de compañeros jóvenes,
mayor presencia de la mujer. Creo que está empezando a recuperarse
porque se olfatea que hay poder: o sea capacidad de hacer lo que uno necesita
hacer, eso es poder, capacidad de organizar fuerza propia y proyectarse.
Lo que hizo este paro fue potenciar eso. Recupera el protagonismo de los
trabajadores, instala en todo el país el debate del paro, o sea
pone en vilo al poder reinante. Si nos organizamos y si somos muchos,
realmente tenemos la posibilidad de hacer lo que queremos, que es vivir
bien, ser felices.
¿La división del movimiento obrero no debilita al
movimiento social?
Hay que acostumbrarse a que esto es un proceso. La construcción
de fuerza propia no es mágica ni se puede delegar en alguien que
mágicamente resuelve. Es un proceso de construcción, tiempo
acumulado en organización y en propuesta. Cuando decimos que no
hay nadie que represente es que nadie puede hablar en nombre de todos.
Ojalá hubiera organizaciones nacionales y una fortaleza como para
ser protagonistas, pero necesitamos más. Uno de las mitos que se
cayó es el de que necesitábamos la unidad de aparatos sindicales,
de los dirigentes, de las orgas, para generar respuestas del
conjunto de los trabajadores. Este año ha habido tres parosnacionales.
El primero lo hicimos con los compañeros de la CGT de Moyano y
los otros dos con la adhesión también de la otra CGT. La
división de las propuestas orgánicas y de tener proyectos
diferentes no impidió el protagonismo de los trabajadores. Al revés,
permitió mayor debate, mayor crecimiento. Porque en realidad a
los que hay que ir a ganar son a los trabajadores. Por eso no se trata
de que mágicamente se junten figurones y resuelvan una crisis de
representatividad, sino que hay que ir a buscar el poder donde está:
en nosotros mismos, en los compañeros y en nuestro pueblo.
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