Por Washington
Uranga
Satisfechos porque el paro
se desarrolló sin que se registraran episodios graves de violencia,
la mayoría de los obispos católicos consultados sobre las
consecuencias que tendrá la medida de fuerza ratificaron las principales
ideas del documento episcopal difundido tres semanas atrás, reiteraron
la preocupación por la deuda social que tiene el país
e hicieron un llamado al trabajo conjunto de todos los dirigentes para
construir el bien común dejando de lado intereses sectoriales
o personales. Los obispos declinaron hacer declaraciones sobre la nueva
aparición pública de Guillermo García Caliendo, secretario
ejecutivo de la Pastoral Social, quien volvió a ratificar su apoyo
a Hugo Moyano como un representante de los intereses del pueblo.
El laico García Caliendo participó junto a los dirigentes
de la CGT disidente de la conferencia de prensa en la que se evaluaron
los resultados del paro general.
Carlos Franzini, obispo de Rafaela, sostuvo que hay que buscar caminos
para reconstruir la amistad social: cada uno tiene que poner algo y las
dirigencias deben estar juntas, postergando intereses de sectores en función
del bien común. El obispo rafaelino subrayó que en
esta búsqueda común hay algunos que tienen que ser
objeto preferencial de nuestra atención: aquellos que más
están sufriendo la crisis y reconoció que una de las
labores que corresponde a los obispos es colaborar en la reconstrucción
del tejido social.
Agustín Radrizzani, titular de la diócesis de Neuquén,
reconoció el paro como muy significativo y dijo que
los reclamos de la gente nos obligan a insistir en lo que ya dijimos
en el documento reciente de la Conferencia Episcopal y criticó
la lucha de poder dentro de los partidos, de unos partidos contra
otros, en las que no tiene injerencia el pueblo, la sociedad, sin que
se tenga en cuenta el bien común. El obispo neuquino pidió
creatividad, para seguir presentando modelos y proclamando valores,
y magnanimidad, para ser cada día más honestos y más
solidarios.
El obispo neuquino sostuvo que tiene que haber un equilibrio entre
utopías y hechos, porque una utopía sin hechos no es nada
y sin utopías los hechos se convierten en una carga que no hunde,
porque no tenemos sueños e ideales. Para el mismo Radrizzani
los sueños que cultivamos más las realizaciones, que
podemos lograr con grandes proyectos o con pequeños pasos, son
los que van a provocar la novedad en nuestra patria.
Pedro Olmedo, obispo de Humahuaca, retomó el tema de la deuda
social que el Episcopado planteó como problema central de
los argentinos, según puede leerse en el último documento
colectivo de la jerarquía católica. El paro es un
gesto más de rechazo a esta economía neoliberal y una advertencia
a este gobierno que no piensa más que en cumplir con los de afuera
mientras no vemos que haya gestos para cumplir con los de adentro,
afirmó Olmedo. Consideró que la adhesión lograda
por quienes promovieron el paro tiene que ver con la preocupación
de la gente por los efectos de la deuda externa y por un modelo
de ajuste que responde a las exigencias de afuera, mientras no vemos gestos
suficientes para responder a la deuda social. En ese sentido el
obispo jujeño advirtió que las políticas sociales
no están llegando a la gente, no responden a las necesidades de
la gente. Hay fondos oficiales destinados a políticas sociales
que no se han ejecutado, mientras las peleas entre los dirigentes políticos
impiden que los programas lleguen a quienes lo necesitan. Falta eficiencia
y falta preocupación por la gente, reafirmó Olmedo,
recordando que en su provincia hace cuatro años que se firmó
un acuerdo de tierras para las comunidades aborígenes y todavía
no se concretó.
Marcelo Melani, obispo de Viedma, dijo que tras el paro todos tenemos
que ponernos a buscar para devolver a la sociedad un sueño común,
no sólo, para algunos, sino que nos permita estar abiertos a la
posibilidad de que todos puedan participar de la utopía de un país
hecho para todos. Para ello, dijo Melani, tenemos que acordarnos
de los problemas graves de la desocupación y la miseria, mientras
buscamos una salud pública y una educación pública
eficientes. El obispo pidió más hechos que palabras
buscando concretar los cambios en los pequeños actos de cada
día.
Mientras el paro se desarrollaba, el diputado peronista Mario Cafiero,
presidente de la comisión parlamentaria del Jubileo 2000, intentó
sin éxito promover una comisión integrada por líderes
religiosos para generar un espacio de negociación frente a la crisis
social. El rabino Daniel Goldman y el obispo metodista Aldo Etchegoyen,
entre otros, fueron los invitados a participar. Aunque fue mencionado
expresamente, el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic,
dijo que nunca le llegó la invitación y voceros del Episcopado
admitieron que en cualquier caso Karlic pondría el tema en manos
del cardenal Raúl Primatesta, presidente de Pastoral Social. Ni
Hugo Moyano ni Víctor De Gennaro se habían mostrado dispuestos
a aceptar tal mediación. El dirigente camionero no oculta su satisfacción
por el respaldo que logra de Primatesta a través del laico García
Caliendo, un hecho que sigue generando un silencioso malestar interno
en buena parte de los miembros de la jerarquía católica.
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