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UN ALTO FUNCIONARIO ISRAELI VIAJA A MOSCU EN OTRO INTENTO DE DIALOGO
Negociando sobre 282 cadáveres palestinos

Las conversaciones vienen y van pero lo único que se mantiene constante es la violencia: ayer hubo cuatro muertos palestinos más, así como un indeterminado número de heridos. En estas páginas, dos expertos -uno libanés, el otro israelí� analizan las proyecciones de la nueva Intifada palestina.

Ayer la cifra de muertos en el Medio Oriente ascendió por cuatro palestinos más hasta llegar a 282. El principal mediador, Estados Unidos, ha visto fracasar todas sus iniciativas de paz y actualmente está enfrascado con su interminable elección presidencial. Ante este vacío, ambas partes en el conflicto redescubrieron un actor que desde hace tiempo no influye en la región: Rusia. El viernes el líder palestino Yasser Arafat se entrevistó con el presidente ruso Vladimir Putin, y mañana el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Shlomo Ben Ami, viajará a Moscú. ¿Qué puede ofrecer Rusia? El canciller ruso, Igor Ivanov, enfatizó ayer que “no tenemos un plan para solucionar el conflicto”. Sin embargo, agregó que estaba pensando en el despliegue de “una presencia internacional con el respaldo de ambas partes” para detener la violencia.
El tiempo que toman estas deliberaciones se mide en muertos y heridos. Ayer la cifra fue relativamente modesta. En total cuatro palestinos fallecieron, y un número mayor pero desconocido fue herido. Uno de los muertos era un adolescente de 13 años en un campamento de refugiados en Gaza bombardeado por tanques israelíes. El multitudinario entierro ayer de dos hermanos palestinos abatidos el viernes llevó a enfrentamientos que costaron la vida a un hombre de 30 años. Dentro de Israel, el ejército detuvo a un terrorista de la organización Hamas que se había infiltrado desde Jordania. Al ser interrogado reveló que era un ciudadano jordano que buscaba atacar uno de los asentamientos judíos en el valle del río Jordán. Ante la prolongación de la violencia, ambas partes parecen haber perdido esperanzas en la utilidad de los contactos bilaterales. Durante una conversación telefónica el viernes con el premier Barak, Arafat se comprometió a “hacer todo lo posible para poner fin a la violencia”, pero los israelíes se mostraron escépticos. “Hizo declaraciones similares en el pasado sin el menor efecto”, consideró un alto funcionario. Por lo pronto, la oficina de Barak vetó un nuevo encuentro entre el prestigioso ex premier israelí Shimon Peres y el líder palestino.
Inevitablemente, el desencanto mutuo entre israelíes y palestinos llevó a una intensificación de los esfuerzos por obtener el apoyo de terceros en el campo diplomático. Arafat se encontraba en la mañana de ayer en Jordania tras visitar Moscú, y poco después se entrevistó en El Cairo con el presidente Hosni Mubarak. Su visita ocurría un día antes de la llegada a la capital egipcia de Danny Yatom, uno de los principales asesores del premier israelí Ehud Barak. Pero la movida diplomática más importante en los próximos días es posiblemente la visita del ministro de Relaciones Exteriores israelí a Moscú. Rusia adquirió una importancia súbitamente clave en el conflicto luego de la retirada de facto de Washington como mediador. En ese papel, en todo caso, el presidente Bill Clinton ya había decepcionado a los palestinos, quienes lo consideraban demasiado proisraelí. Con Rusia, cuyas simpatías estuvieron históricamente del otro lado, la situación es distinta. Luego de su entrevista con Putin, Arafat enfatizó que “Rusia tiene los medios de hacer todo lo que hace falta para que el proceso de paz sea encarrilado de nuevo”.
El propio gobierno ruso se mostró más equívoco al respecto. En principio, no contemplan reemplazar a los actuales mediadores. “Vamos a jugar un papel activo en la solución del conflicto, pero no pretendemos jugar un papel exclusivo: Nuestros esfuerzos deben ir acompañados por los de Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU”, aseguró ayer el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, durante una conferencia de prensa en Berlín. Ivanov aventuró a sugerir una “presencia internacional”, pero se apresuró a asegurar que debía contar con el apoyo de ambas partes. No hay duda de que los palestinos estarían de acuerdo, pero Israel –que a duras penas aceptó el mes pasado una comisión internacional para investigar el estallido de la Intifada– estará indudablemente en contra.

 


 

MOHAMMED DAHLAN, JEFE PALESTINO
“Rescatar el proceso”

Por Ferrán Sales
Desde Gaza

Es el hombre más odiado de Israel. Mohammed Dahlan, jefe de la policía palestina en Gaza –Seguridad Preventiva– y miembro del equipo negociador en el proceso de paz con los israelíes, acaba de salir indemne del peor bombardeo de su vida. “Haré todo lo posible para rescatar lo que queda del proceso de paz”, recalcó con firmeza este alto funcionario, líder de un embrión de ejército, compuesto por más de 30.000 hombres y al que algunos le llaman “la mano armada de Yasser Arafat”.
“No tengo miedo a que me maten. No voy a cambiar mi estilo de vida ahora. Sigo yendo todos los días a trabajar al mismo sitio. Tengo 40 años. No necesito vivir un día más. Si me sucede alguna cosa, tengo colegas que me pueden sustituir y vengarme”, afirmaba Dahlan. “Si quisiera hacer algo contra Israel no lo haría a escondidas. Lo haría directamente. Los israelíes deben darse cuenta que durante seis años he estado trabajando en el proceso de paz y tratando de proteger a Israel. Sin embargo, los israelíes ahora sueñan con que los estoy atacando”, afirma Dahlan.
Dahlan reconoce que tiene problemas para controlar la calle, ya que es muy difícil “poner coto a sus sentimientos, incluidos los de los policías que además de funcionarios son hombres”. Pero a esta dificultad se le añaden otras cuestiones logísticas, como la imposibilidad de reunirse a diario con sus oficiales e impartir las órdenes correctas, emanadas de la Autoridad Palestina. “En la situación que estamos ahora es muy difícil que los oficiales puedan ir al trabajo. Gaza está dividida por los israelíes en tres partes. No vivimos en circunstancias normales. Habitualmente pasaban por aquí a diario unos 500 mandos, pero hoy sólo lo hace una treintena. ¿Quién les garantiza que cuando vengan aquí no van a ser bombardeados por los israelíes?”, se preguntaba Dahlan.
El funcionario no deja de afirmar una y otra vez que Israel “debe darse cuenta de que está tratando con personas”, pero que incluso “si fuéramos esclavos, tenemos el derecho a rebelarnos” y a “liberar nuestra patria” y que en definitiva “no queremos tomar Haifa o Tel Aviv”, sino simplemente vivir en Gaza, en Cisjordania y en Jerusalén Este”. “Tenemos derecho a vivir” añadió Dahlan.

De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

UNA PERSPECTIVA ISRAELI
“La solución no será militar sino política”

�El escenario a la vista es un conflicto de larga duración y baja intensidad�, opina Avi Shlaim, especialista israelí en relaciones internacionales.

Por M. J.
Desde Londres

El israelí Avi Shlaim es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad británica de Reading y autor de El telón de acero: Israel y el mundo árabe. En diálogo con Página/12, analizó la estrategia políticomilitar del primer ministro israelí Ehud Barak y la posibilidad de supervivencia del proceso de paz.
–¿Qué puede lograr Ehud Barak por la vía militar?
–Nada. El problema no es militar. Es político. Barak está bajo mucha presión de la opinión pública israelí. De ahí la magnitud de los ataques militares contra los palestinos: en una situación de emergencia nacional tiene que demostrar que no es un líder débil. Es también un acto reflejo. Es un militar y como tal, en momentos de crisis, recurre a la fuerza.
–Desde el punto de vista militar Barak ha intentado diversos métodos, desde el ataque aéreo hasta la eliminación de líderes guerrilleros o manifestantes, y no consiguió detener la Intifada. ¿No puede verse tentado a recurrir a medios militares más contundentes?
–Israel y la Autoridad Nacional Palestina no pueden dar marcha atrás. Ninguno de los dos puede ceder a la indudable presión que existe de sus propias bases. De modo que el escenario a la vista es un conflicto de larga duración y baja intensidad. Un ataque de uno, una respuesta del otro. Atentado palestino, represalia israelí, revancha palestina. En algún momento, tarde o temprano, Barak y los palestinos tendrán que sentarse otra vez a negociar.
–¿No ve entonces la posibilidad de una mayor escalada militar israelí?
–Creo que no. Pero hay un peligro bastante grande de que la violencia se extienda y que haya un conflicto regional en el que Egipto y Jordania sean arrastrados a una guerra que no quieren. Barak intentará evitar esto. Pero los servicios de inteligencia del ejército israelí contemplan la posibilidad de un conflicto abierto. Esta semana Egipto retiró su embajador y Jordania demoró el envío del suyo a Israel. Ambos están muy presionados por su propia opinión pública. Sin embargo ambos tienen un tratado de paz con Israel y ninguno quiere verse empujado en esta dirección. A mi juicio el flanco más probable para una extensión de hostilidades sería el de Siria y el Líbano.
–Dentro de la dinámica del enfrentamiento, ¿ve alguna posibilidad de que Israel retome los territorios que ahora están en manos de los palestinos?
–Sería un recurso de última instancia. Israel tiene la capacidad militar para hacerlo, pero sería una admisión del fracaso total de los acuerdos de paz de Oslo. Se consiguió mucho con estos acuerdos en términos de devolución de territorios a los palestinos. De modo que para Israel ocupar esos territorios sería volver a cero. Una cosa muy significativa de los disturbios de las últimas ocho semanas es que Israel no atacó los territorios de la zona A. Cisjordania está dividida en tres zonas. La A está bajo control total de los palestinos. La C, donde están los asentamientos judíos, se encuentra bajo control israelí. Y la B está bajo control conjunto: civil palestino y de seguridad por el ejército israelí. Los enfrentamientos se produjeron en las zonas B y C. No en la A.
–Sin embargo, ambas partes pueden verse desbordadas por los hechos.
–Es una posibilidad siempre presente. Porque en este conflicto no sólo hay civiles que arrojan piedras contra el ejército, sino que la policía palestina dispara contra objetivos israelíes. Es decir, que existe la posibilidad de enfrentamientos indiscriminados. Israel ya cruzó un umbral al decidir utilizar balas de fuego en vez de balas de goma. Como consecuencia, una tercera parte de las víctimas palestinas son chicos.Todas estas cosas pueden generar una dinámica que vaya más allá de los cálculos políticos.
–Esta semana, un artículo en el Yedioth Ahronoth (periódico progresista israelí) pedía a los colonos judíos que evacuaran los asentamientos por el bien de sus chicos. Implícitamente el artículo acusaba a los colonos de lo mismo que los israelíes culpan a Arafat: de utilizar a los chicos para defender una idea.
–Creo que en Israel hay un creciente reconocimiento de que los colonos son una de las razones por las que no se puede avanzar hacia la paz. El problema más agudo es en la Franja de Gaza, porque es una zona muy pequeña en la que vive un millón de palestinos y unos 6 mil colonos, que son los que controlan un 20 por ciento de la franja y el acceso al agua. En Cisjordania la situación es distinta. La gran mayoría de los 200 mil colonos se encuentra a un costado de la línea verde que demarca la frontera de la guerra de 1967. En Camp David, Barak ofreció el 90 por ciento de Cisjordania pero incorporó estos asentamientos a Israel.
–¿Puede sobrevivir Barak políticamente?
–No. El problema es que cada vez que hay violencia política palestina, el Likud se ve favorecido. Benjamin Netanyahu fue elegido de esta manera. La violencia política siempre actúa contra el laborismo israelí y esto se ve reflejado en la baja popularidad que tiene hoy Barak en las encuestas de opinión.

 


 

UNA PERSPECTIVA ARABE
“La Intifada puede durar bastante tiempo”

�A la larga tendrá que haber una salida diplomática, probablemente después de años de conflicto como el actual�, especula el especialista Basim Mussallan.

Por M.J.

Catedrático de historia del Medio Oriente en la Facultad de Estudios Orientales de la Universidad de Cambridge, autor de numerosos textos sobre el conflicto, el libanés Basim Mussallan dialogó con Página/12 sobre la Intifada y la posibilidad de una salida diplomática a la crisis.
–¿Cree usted que la Intifada puede forzar a los israelíes a negociar?
–La primera duró años. Los acuerdos de Oslo son en parte consecuencia de aquella Intifada, que produjo una nueva camada de dirigentes menos manejables y más intransigentes que Arafat. En cuanto a la actual Intifada, es difícil saber si va a continuar o va a desgastarse sola. Si se toma el modelo de la primera, va a continuar durante bastante tiempo. Hasta ahora la respuesta militar israelí fue perfectamente calculada: atacar con la máxima dureza posible para intimidar a los palestinos y eliminar el peligro de una Intifada prolongada.
–Por el momento no lo lograron.
–Es que los planes de los gobiernos muchas veces no funcionan. Creo que si los palestinos consiguen absorber este nivel de ofensiva militar, forzarán en algún momento a Israel a cambiar de posición. Es lo que pasó en el Líbano. Soy libanés y estuve allí todo el año pasado durante mi sabático académico. Los aviones israelíes bombardeaban diariamente el Líbano. Atacaron su infraestructura, dejaron al lugar sin electricidad, hicieron la vida cotidiana un infierno. Durante 22 años ésa fue la estrategia israelí. El argumento era que no podían retirarse del Líbano por razones de seguridad. Cuando finalmente comprobaron que la fuerza militar no daba resultado, cuando empezaron a tener muchas bajas en las propias filas, se fueron. Creo que con los palestinos puede pasar lo mismo.
–La estrategia de Arafat es involucrar a nuevos protagonistas internacionales. Que la Intifada endurezca la posición de los países árabes, que provoque la intervención de las Naciones Unidas, o la mediación rusa. Utilizar el fantasma de la inestabilidad en la región y balancear el apoyo estadounidense a Israel con otro protagonista. ¿Cree que puede dar resultado?
–Arafat es un maestro de la supervivencia. Los palestinos no tienen Fuerza Aérea, han sido varias veces diezmados y sin embargo, él sobrevive porque aprovecha la única fuerza que tiene: que hay una población palestina allí mismo. El problema es que muchos de los estados árabes están muy influenciados por Estados Unidos. De modo que al menos que sucedan hechos impredecibles, como fue el Irán de Komeini en los 70, no habrá real inestabilidad en la zona. Ahora estos hechos son, por definición, impredecibles. Estados Unidos no va a definir su política sobre una posibilidad. Por su parte Arafat, que es un pragmático, es consciente de que lo que más va a sacar de los árabes es dinero. Y si no hay otra cosa, intentará jugar la carta rusa y la europea. Ninguna de estas dos posibilidades son nuevas. Por el momento, pienso que la inestabilidad actual es perfectamente controlable.
–Sin embargo, el hecho de que Egipto retire su embajador en Israel y que Jordania no envíe al suyo muestra que la presión interna en todo el mundo árabe es cada vez mayor.
–Son acciones simbólicas. Sorprendentes. Pero simbólicas. En el caso de Egipto se debe a que Israel bombardeó Gaza, que antes de la guerra del ‘67 era parte de Egipto. Pero Egipto tiene las manos atadas. Israel y Egipto constituyen el 90 por ciento de la ayuda exterior estadounidense. Israel en primer lugar. Egipto en segundo.
–¿Cree que podría haber cambios si finalmente George Bush se convierte en el nuevo presidente de Estados Unidos?–La relación entre Israel y Estados Unidos es cada vez más íntima. Los servicios de seguridad trabajan juntos; la industria electrónica y militar también; hay muchos funcionarios de origen israelí en la administración estadounidense. A pesar de eso, es cierto que los gobiernos republicanos siempre han puesto mayor presión sobre los israelíes y es posible que haya una diferencia respecto de lo que haga un gobierno demócrata. Pero esta diferencia será mínima.
–¿Es posible una salida militar al conflicto o la única vía es la diplomática?
–No hay una solución militar aceptable. La única sería la limpieza étnica que impulsan algunos políticos como Ariel Sharon. Es altamente improbable, aunque no imposible, y por eso alguna gente en Israel sueña con eso. Por el lado palestino una victoria militar es directamente imposible. De modo que a la larga tendrá que haber una salida diplomática, probablemente después de años de conflicto como el actual.
–Pero hay muchos problemas que parecen insolubles como el status de Jerusalén.
–La única solución que permitiría crear una salida estable sería permitir un Estado Palestino con Jerusalén como capital compartida. En base a eso se podría generar una solución al conflicto. No será fácil, porque esta salida aterra a la mitad de los israelíes.

 

 

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