Por Carlos Noriega
Desde Lima
Las relaciones entre el nuevo
gobierno democrático y el poder militar, que tuvo un rol protagónico
en la negra década fujimorista, serán un tema clave en la
transición que se ha iniciado en el Perú. Desmontar el aparato
de la corrupción organizado por el ahora prófugo Vladimiro
Montesinos, que tiene en las Fuerzas Armadas uno de sus centros neurálgicos,
será la tarea más urgente del nuevo presidente Valentín
Paniagua. Tres analistas políticos y un general en retiro consultados
por Página/12 coincidieron en que esa tarea se presenta más
sencilla de lo que podría parecer.
Montesinos los ha dejado tan debilitados que en este momento los
militares no tienen ninguna capacidad de maniobra para defender su poder.
Si intentaran un golpe nadie los seguiría, ni siquiera sus propias
tropas. Si el gobierno quiere sacar a los montesinistas, los saca en dos
minutos y no pasa nada, señala Fernando Rospigliosi, columnista
de la revista Caretas. Santiago Pedraglio, columnista del diario Gestión,
coincide con este análisis: Las muestras evidentes de corrupción
de Montesinos y la huida de Fujimori han afectado de manera muy considerable
la imagen de la cúpula militar y su situación es muy débil.
Es evidente que todavía quedan rezagos importantes del poder de
Montesinos, pero el nuevo gobierno tiene la capacidad de reordenar las
cosas. Los militares van a tener muy poca capacidad de maniobra.
Otra voz que apunta en el mismo sentido es la del sociólogo Fernando
Tuesta: Es un tema complicado, pero hay elementos que indican que
puede resolverse, algo que era impensable hace sólo algunos meses.
De un lado hay una gran legitimidad y credibilidad del nuevo gobierno,
y por el otro lado hay una debilidad de la cúpula que va perdiendo
su red de control. El gobierno está en condiciones de actuar y
los militares no tienen ninguna capacidad de evitarlo. El análisis
del general en retiro Daniel Mora está en la misma línea.
El proceso de desmantelamiento de la influencia de Montesinos en
las FF.AA. va a ser rápido. No creo que se produzca ninguna reacción
si los oficiales montesinistas son separados de las FF.AA., pronostica
Mora.
Las condiciones políticas están dadas para que el nuevo
gobierno se desembarace de la pesada herencia que Montesinos deja al interior
de los cuarteles. ¿Pero lo hará? Tuesta responde: Se
abre la posibilidad de que lo haga, pero eso dependerá de la voluntad
política que se tenga. Sobre esto, Rospigliosi no oculta
sus dudas: No sé si lo harán porque los civiles nunca
han sabido manejar a las FF.AA. y tal vez se vuelvan a equivocar. Lo único
que tienen a su favor las FF.AA. es el miedo de los políticos,
siempre han jugado con eso, no sé si esta vez les vuelva a dar
resultados.
Las decisiones que el nuevo gobierno tome frente a los ascensos militares
que el régimen de Alberto Fujimori aprobó en uno de sus
últimos actos de gobierno y ante los irregulares pases a retiro
digitados por Montesinos en setiembre último, para deshacerse de
algunos generales que podían ser un obstáculo para mantener
su control sobre las FF.AA., serán un termómetro de su voluntad
política para desmantelar a la mafia montesinista. Para el general
Mora, el nuevo gobierno tiene que hacer una evaluación muy
cuidadosa de esos ascensos, porque la promoción de Montesinos se
ha encargado de dejar todo listo para asegurarse su relevo por oficiales
montesinistas. También se debe reponer a los generales pasados
irregularmente a retiro en setiembre. Creo que el general (Carlos) Tafur
(uno de los pasados a retiro por orden de Montesinos) es el indicado para
conducir este proceso de reinstitucionalización de las FF.AA..
Luego de la década fujimontesinista y su herencia de corrupción
y violaciones a los derechos humanos, existe una demanda generalizada
por sancionar a los implicados en la red de corrupción. Paralelamente
está ganando terreno la exigencia de la formación de una
Comisión de la Verdad que investigue esas violaciones a los derechos
humanos. Tuesta aborda el tema con prudencia: Se tiene que ir poco
a poco. Primero se debe dar de baja a los oficiales corruptos y luego,
cuando estén sin capacidad de generar un nuevo poder, puede ser
el momento de procesarlos judicialmente por corrupción. Pedraglio
apunta en el mismo sentido: Los juicios por corrupción son
algo más complicado, probablemente habrá que concentrarse
en los casos más escandalosos. Me parece difícil abrir una
investigación y juicio a 40 o 50 oficiales. En el tema de
las violaciones a los derechos las responsabilidades se remontan 20 años
atrás cuando se inició la guerra sucia contra la subversión
armada y, por lo tanto, cualquier investigación tiene una alta
carga de conflicto con los militares. En el caso de investigaciones
sobre DD.HH. sí podría haber una reacción de cuerpo
en las FF.AA. Hay que diferenciar los casos de violaciones a los DD.HH.
que se produjeron en la década de los 80 en el marco de la lucha
contrasubversiva y que comprometen a las FF.AA. como institución,
y los que cometió en los años 90 el Servicio de Inteligencia
Nacional (SIN) que dirigía Montesinos. Estos últimos van
a ser más fáciles de investigar y sancionar. La gente vinculada
al Grupo Colina (escuadrón de la muerte formado por Montesinos)
va a caer de seguro, ellos no tienen salvación, señala
Rospigliosi. El tema de los DD.HH. es muy sensible para los militares
y en eso no sólo están comprometidos los montesinistas.
Hay casos emblemáticos, como los de La Cantuta y Barrios Altos
(cometidos por el Grupo Colina) en los que tiene que llegarse hasta el
final, opina Pedraglio. El general Mora se opone rotundamente a
cualquier investigación en materia de derechos humanos que pueda
llevar a algunos de su ex camaradas de armas ante los tribunales de Justicia:
No me parece adecuado formar una Comisión de la Verdad en
este momento de transición. Abrir investigaciones podría
causar problemas con las FF.AA. porque esos excesos se cometieron en el
marco de la lucha contrasubversiva. Si esto se hace, va a haber reacciones
de todo tipo. Lo que sí debe investigarse y sancionarse son los
crímenes que se cometieron al margen de esa lucha contrasubversiva.
AYER
ENTRO EN FUNCIONES EL GOBIERNO DE TRANSICION
Todos los hombres de Paniagua
Por C. N.
Tres días después
de que Paniagua asumiera la presidencia de la república, ayer juramentó
el nuevo gabinete que encabeza el ex secretario general de las naciones
Unidas, Javier Pérez de Cuellar. Un ministerio clave es el de Defensa,
que deberá llevar adelante la reinstitucionalización de
las Fuerzas Armadas y el desmantelamiento de la estructura de poder creada
por Vladimiro Montesinos en los cuarteles. El cargo lo asume el general
en retiro Walter Ledesma, un hombre muy cercano a Pérez de Cuellar.
Ledesma fue pasado a retiro antes de tiempo en 1994, por ser considerado
un obstáculo en los planes de Montesinos para copar al ejército.
Luego de su salida del ejército, Ledesma pasó a la política
de la mano de Pérez de Cuellar y se postuló sin éxito
al Congreso en las elecciones de 1995.
En el Ministerio del Interior ha sido nombrado el general en retiro de
la policía Ketín Vidal, quien saltó a la fama cuando
apareció dirigiendo la captura del líder de Sendero Luminoso,
Abimael Guzmán. En el Ministerio de Economía fue confirmado
el economista Javier Silva Ruete, quien ya ejerció ese cargo a
fines de la década de los setenta durante el gobierno militar del
general Francisco Morales Bermúdez. El jurista Diego García
Sayán fue designado ministro de Justicia. De esta cartera depende
la oficina del procurador José Ugaz, que investiga los delitos
cometidos por Montesinos.
El único militante de Acción Popular, el partido centroderechista
al que pertenece Paniagua, que ha llegado al gabinete es Juan Incháustegui,
que estará al frente del Ministerio de la Presidencia. Marcial
Rubio, que como representante de la sociedad civil integraba la comisión
encargada de desactivar el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), asume
la cartera de Educación. La ex directora ejecutiva de la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos Susana Villarán estará al frente
del Ministerio de la Mujer. Es la única mujer del gabinete.
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