Por Gustavo Veiga
Con la empecinada búsqueda
de capitales privados que oxigenen al fútbol se aproxima un problema
que, más temprano que tarde, puede explotarle en las manos a los
dirigentes argentinos: el hipotético pago de impuestos en una actividad
que, hasta ahora, no está gravada. Y es que los clubes no tributan
ganancias en su carácter de asociaciones civiles sin fines de lucro.
Avisados de esta cuestión, los representantes de la multinacional
que ha tomado la delantera en materia de gerenciamientos los suizos
de ISL han introducido cláusulas en sus cartas convenio con
San Lorenzo y Boca en las que se refieren al tema para tratar de mantener
el actual status quo. O sea, lo que intentan es seguir gozando de las
exenciones que tienen los clubes, no obstante que su objetivo sea lucrar.
En este sentido son coherentes con su socia dilecta, la FIFA, que ya ha
pedido en Tokio y por boca de su propio presidente, Josep Blatter, que
se exima a la poderosa corporación futbolística de los impuestos
al consumo y a la renta cuando se dispute el Mundial del 2002. La inveterada
costumbre de evitar el pago de impuestos es patrimonio universal y, desde
Zurich, tanto la FIFA como ISL van señalando el camino.
La carta de intención (FMI dixit) que la empresa suiza y el club
de Boedo en rigor, el oficialismo encabezado por Fernando Miele
acordaron firmar, siempre y cuando una asamblea de representantes de socios
la apruebe pasado mañana, dice en su punto 2.8: Las partes
trabajarán juntas de buena fe para mantener el estado legal exento
de impuestos de San Lorenzo. Si tal estado legal exento de impuestos es
eliminado, entonces las partes discutirán en buena fe caminos para
minimizar los efectos del impuesto en los pagos conforme a la presente.
En cambio, en el más breve anteproyecto de contrato analizado por
ISL y Boca Juniors, la cláusula 2.7 señala que cada
una de las partes se hará cargo del pago de impuestos, restricciones
de control de moneda, cargas u otras retenciones que pudieran ser requeridos.
¿A qué tipo de tributos se referirán las partes en
ese punto?
Cuando el fondo texano de inversión Hicks, Muse, Tate & Furst,
junto a la productora Torneos y Competencias, se lanzaron a conseguir
el control de recursos por 23.500.000 dólares al año que
tiene River en sus manos, se redactó un borrador de convenio que
no pasó el primer filtro del departamento jurídico que funciona
en el club. Más allá de la obstinada actitud de impulsarlo
que mostró el vicepresidente 1° Alfredo Davicce el verdadero
gestor de la operación, los abogados puntualizaron en sus
comentarios sobre el contrato que el objeto de ambas partes es diferente
y la vinculación que conciertan, si bien es en beneficio mutuo,
no consiste para el club en la explotación comercial de los negocios,
sino en la obtención de recursos económicos para el cumplimiento
de sus objetivos, que no son comerciales. De este modo se aclaraba,
por si hacía falta, el carácter de asociación civil
de la institución que, por consiguiente, no debería tener
gravada su actividad, como sí los capitalistas norteamericanos.
Cabe agregar que el modelo de contrato con sus respectivas enmiendas tuvo
una vida efímera porque recibió impugnaciones de todos los
sectores opositores riverplatenses e inclusive, hasta fue vetado por un
grupo representativo del propio oficialismo que encabeza el secretario
general del club, José María Aguilar.
Aunque demasiadas expresiones del fútbol local se han mostrado
refractarias a los cambios que pasan por el denominado gerenciamiento
o plan para la captación de inversiones privadas, como gustan
llamarlo en la AFA, el potencial problema de quién, cuándo
y cuánto tributará por los negocios que se hagan en los
clubes ya está instalado. El doctor Pedro Kondratiuk, uno de los
principales funcionarios de la AFIP durante la administración de
Carlos Silvani, ya lo adelantó el 6 de este mes en una nota publicada
por Página/12 cuando se refirió al caso de San Lorenzo,
aunque su concepto abarcaba a todos los demás: Va a traer
un problema fiscal, porque el gerenciamiento significa una actividad gravada
de impuestos que ahora no existe.
Mientras esto acontece en la Argentina, a miles de kilómetros y
en el país del sol naciente, el presidente de la FIFA pasó
por allí para solicitar una ley especial que le permita a la corporación
futbolística organizar su próximo Mundial con la máxima
tasa de rentabilidad. La petición que Blatter les dejó a
los ministros de Finanzas, Kiichi Miyazawa, y de Educación, Cultura
y Deportes, Tadamori Oshima, es que se exceptúe a la Federación
de abonar un par de impuestos. Noticias originadas en la propia prensa
nipona referidas a la lentitud del gobierno para resolver el tema tributario
con la FIFA inquietaron al suizo, quien decidió viajar este mes
a Japón para hacer lobby en persona.
Lo que se dice, un digno representante de la política de disuasión
basada en que es el dueño de la pelota.
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