OPINION
Serpientes bajo la Estatua de la Libertad
Por James Petras *
|
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos y lo que ocurrió después, al igual que la reacción mundial que provocaron, son asuntos que merecen mayores y más serias reflexiones que tratar de adivinar a quién se le adjudicará, finalmente, la condición de ganador. Digo �adjudicar� y no �quién resultará electo�, porque el resultado de los comicios está en manos de jueces, abogados y funcionarios públicos que decidirán cuáles votos contarán y cuáles serán rechazados, qué método de conteo será considerado aceptable y cuál no, en qué condados habrá un recuento y en cuáles no, etcétera. El hecho medular de este asunto es el siguiente: en la tierra del pueblo soberano, los electores son espectadores cada vez más ajenos al proceso electoral en el cual han descubierto numerosas fallas que minan su legitimidad. Y la clase política está nerviosa ante la posibilidad de que se extiendan las dudas entre el electorado, que ha descubierto que bajo la Estatua de la Libertad hay muchas serpientes venenosas.
Para la clase política de ambos partidos, un resultado, cualquier resultado, es necesario para que todo vuelva a la normalidad. Lo que significa devolver a su sitio la roca de la libertad para que los votantes puedan volver a la complaciente convicción de que ésta es �la más grande democracia del mundo�. Pero ese mito se ha manchado para siempre ante los ojos del mundo. Medios de comunicación de los cinco continentes han denunciado los conteos fraudulentos de votos, el rechazo arbitrario de sufragios, las urnas perdidas, las máquinas de votación que hicieron que judíos votaran por antisemitas, etcétera. Las serias y profundas sospechas de fraude hacia ambos candidatos presidenciales provocó que un periódico tachara a Estados Unidos de �república bananera�.
Washington es el hazmerreír en tanto que funcionarios de la Organización de Naciones Unidas y medios de prensa hacen chistes a sus costillas. A veces, el humor puede ser un arma devastadora de resistencia política; tanto como lo son otras expresiones de fuerza de la oposición.
La naturaleza manipuladora y engañosa de las elecciones presidenciales en Estados Unidos fue y es comprendida a nivel intuitivo por la mayoría de los estadounidenses empadronados. Es por eso que cerca de 50 por ciento del electorado no votó. Pese a toda la propaganda transmitida por CNN (y otras cadenas televisivas estadounidenses) la campaña presidencial BushGore no provocó gran interés y el partido mayoritario resultó ser el de los abstencionistas: más de 100 millones de votantes potenciales eligieron mantenerse alejados de las urnas y ahora sienten que las circunstancias les han dado la razón. Aún en una campaña electoral en la que se gastaron 3 mil millones de dólares en los últimos dos años �unos 30 mil dólares por elector�, ni el empresariado ni los prósperos sindicatos de burócratas fueron capaces de motivar o manipular a una mayoría a votar por alguien.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la abstención masiva, el fraude y la desconfianza hacia los recuentos que quedó evidenciada en las cortes de Florida revelan problemas más profundos y extendidos: el abuso del poder político, la enajenación de los votantes, la crisis de las elites, la carencia fundamental de cultura cívica que provoca que la desconfianza y la sospecha hacia los procedimientos electorales y el hecho de que las disposiciones judiciales dominen el pensamiento de políticos y electores.
Las acusaciones y recriminaciones mutuas han adoptado la forma de una lucha judicial, que no una lucha de masas, en la que abogados de renombre de los principales bufetes expondrán sus argumentos ante jueces que han sido nombrados gracias a sus lealtades partidarias. Wall Street está cada vez más preocupado por esta disputa entre sus patrones potenciales. Los banqueros inversionistas quieren que el ganador sea anunciado y que seterminen de una vez las denuncias de las políticas sucias, para que se proceda a pulir nuevamente la manchada imagen de la democracia estadounidense y así continuar con la misión de la política de Estados Unidos, que consiste en lograr un mundo seguro para los negocios de Estados Unidos.
Ya pueden escucharse la voces de los condenados del mundo reclamando: �¿Y qué pasó en Florida? ¿Qué pasó con esa elección dudosa?�. Es por esto que el manejo de un imperio y de un libre mercado requiere de más propaganda democrática, y es la razón por la que tanto Gore como Bush coinciden en incrementar el presupuesto militar y enviar miles de millones de dólares en equipamiento militar a colombianos, israelíes, turcos, etcétera.
* Analista político norteamericano. Publicado en La Jornada de México. |
|