Por Roque Casciero Enviado Especial a Venezuela y México �Hace diez años, habrían escupido a cualquiera al que dijera que los Pericos seríamos, en el 2000, una de las pocas bandas que llevarían el rock argentino por toda América latina�, se ríe Juanchi Baleirón, guitarrista del grupo, mientras se acomoda como puede en el piso del aeropuerto Simón Bolívar, de Caracas, Venezuela. La gira que llevó a la banda porteña de reggae hasta ese país y México ya es historia y la sentencia del violero �escondida tras la broma� ha tenido su confirmación en cuatro exitosos shows del grupo lejos de casa. El 2000 ha sido un año redondo para Los Pericos: su disco Mil vivos lleva vendidas 140 mil copias en la Argentina; hicieron un show en el estadio Obras; han tocado con buena respuesta en festivales importantes como Rock al Parque (en Colombia) y Vive Latino (en México); y tres de sus miembros (el cantante Bahiano, el bajista Gastón Moreira y el baterista Ariel Topo Raiman) lanzaron su sello independiente, Buena Beat. En la Argentina, el renovado éxito de Pericos podría tener algo que ver con que la banda repasó en Mil vivos buena parte de sus catorce años de historia... justo antes de la aparición de La Mega, que reinstaló el rock nacional (en especial el de los 80) en el gusto popular. Pero, ¿y en el exterior? Las constantes giras del grupo generaron un boca a boca importante, aunque la compañía discográfica apenas brinda su apoyo. En México, por ejemplo, es más fácil conseguir piratas de cualquier trabajo del grupo en las ferias callejeras que encontrar Mil vivos en una de las grandes cadenas de disquerías. De hecho, el álbum fue repartido entre los periodistas de ese país después de la conferencia de prensa de la banda. Sin embargo, en la actuación en el festival Vive Latino, en el Distrito Federal, las treinta mil personas que vieron el show parecían conocer buena parte del repertorio. Y en Guadalajara, se agotaron las ochocientas entradas del Hard Rock Live, aunque la banda había tocado en el mismo sitio un mes atrás. El número no parece tan elocuente, pero un recital conjunto de Fishbone, Divididos (que recién hace sus primeras salidas de la Argentina) y dos bandas mexicanas apenas convocó a trescientas personas. La gira de Pericos por México y Venezuela comenzó... en Isidro Casanova. Más precisamente, en Jesse James, un local que programa shows de la banda al menos una vez por mes. Con una ducha rápida y sin sueño reparador, los ocho integrantes (además de los ya mencionados, el saxofonista Horacio Avendaño, el tecladista Diego Blanco, el guitarrista Willie Valentinis y el percusionista Marcelo Blanco), más los invitados (el saxofonista Alejandro Terán y el trompetista Miguel Angel Tallarita) y la crew llegaron a Ezeiza para un vuelo que los depositaría en el Distrito Federal mexicano después de varias agotadoras escalas. Los Pericos ya tienen muchas giras encima, pero no resignar los hábitos cotidianos cuando se está fuera de casa puede traer algunos problemas. Por la mañana del primer día en el DF, el Bahiano quiso seguir con su costumbre de salir a correr, sin prestar atención al smog ni a la altura de la ciudad. Resultado: casi se queda sin pulmones a los cien metros. Varios tomaron precauciones con la comida local, que ya cobró víctimas en una visita anterior. El show en el Vive Latino comenzó a las cinco de la tarde, con el sol a pleno, pero la �raza de bronce� respondió bien. El show estaba pautado en 35 minutos, pero los organizadores concedieron diez más al ver la reacción de la gente. Por primera vez, el Divididos y ex Sumo Ricardo Mollo subió al escenario con Los Pericos, que después no podían ocultar su emoción (al día siguiente, Baleirón le confesó a Mollo que lo seguía desde antes de que tocara en Sumo). El espíritu decamaradería entre músicos de diversas bandas continuó durante todo el festival y llegó a su punto cumbre en la fiesta -.organizada de modo informal� en casa de Rubén Albarrán, el cantante de Café Tacuba. En una combi viajaron hasta allí los hermanos Blanco, los tres Divididos, Cucho y Nito de Los Auténticos Decadentes y la banda de Enrique Bunbury. No imaginen descontrol rockero: la reunión fue tranquila, se charló mucho, se bebieron unas chelas (cervezas) y tequila, y se escuchó música (desde vallenato colombiano a Kraftwerk). A la vuelta, los músicos argentinos y españoles no podían dar crédito a la sencillez de Albarrán. En Guadalajara, varios pericos salieron a recorrer la ciudad, mucho más tranquila y señorial que el DF. Los almuerzos con tortas ahogadas (sandwiches bañados en salsa) o tacos se impusieron, lo mismo que los jugos de alfalfa. El show en el Hard Rock Live, se dijo, fue muy caliente. El mismo clima se vivía al otro día del concierto entre la delegación argentina: en un shopping, los gritos cuando Orteguita y Husain pusieron 2 a 0 a la selección contra Chile motivaron el enojo de la seguridad del lugar. �Claro, ellos no gritan porque van 0 a 0 con Canadá�, ironizó Avendaño. Apenas terminado el partido, comenzó un periplo asesino: siete horas en micro hasta el DF, espera en el aeropuerto, viaje a Caracas (con escala en Costa Rica), cuatro horas de demora y luego vuelo a Maracaibo. En total, más de un día completo sin parar. Con semejante cansancio, ¿qué mejor que irse a descansar? Error: la decisión de la mayoría fue partir rumbo a Champions, la discoteca de moda, donde había rumba hasta la madrugada. En el vip del lugar los integrantes de una banda de covers le pidieron autógrafos hasta al manager de Pericos. Cuando los muchachos comenzaron a tocar se entendió por qué: los temas de los argentinos eran la base del repertorio. La emoción de los músicos venezolanos se podía palpar cuando Bahiano, Juanchi, Marcelo y Horacio se subieron al escenario a compartir la versión de �Me late�. Maracaibo estaba de fiesta, con la gente en las calles, porque se celebraba la Feria de La Chinita, una especie de fin de semana largo por el aniversario de la virgen patrona de la ciudad. Y como a los venezolanos les gusta festejar, ya tenían las principales avenidas iluminadas... ¡para la Navidad! Las arepas y cachapas (deliciosas especialidades del país) se convirtieron en la dieta básica de banda y asistentes, quienes ya están acostumbrados a su sabor debido a tantas giras por Venezuela. El show de Pericos fue parte de un festival auspiciado por una marca de cigarrillos y, por lo tanto, de entrada prohibida para menores de 18. El escenario estaba en la parte trasera del hotel donde se alojaba la banda, a orillas de un lago, y los shows seguían durante toda la noche: nadie durmió. El viaje a Mérida fue en micro, por un camino de montañas que los choferes encaraban como si manejaran por la 9 de Julio. Al llegar a la bella ciudad turística (en los folletos no dice que ahí se cultivan los mejores hongos alucinógenos de Venezuela), toda la banda se fue a dormir. Más tarde, varios músicos visitaron el Mercado Principal, pero ninguno se le animó al �levantón andino� (un cóctel antirresaca que incluye huevos con cáscara y ojos de buey). Otros visitaron una célebre heladería, incluida en el Libro Guinness de los Records por ofrecer ¡700 sabores! (algunas delicias: ají, cebolla o spaguetti con pollo). Media hora antes del show, los equipos no habían llegado a la plaza de toros. Las lluvias habían provocado derrumbes en el camino; el camión arribó justo a tiempo. Mientras esperaban en el camarín, los músicos argentinos encararon un repaso exhaustivo del ranking de �Todo x 2 pesos�. Los Pericos debían cerrar la noche después de seis bandas, locales y de Caracas, pero un rato antes había comenzado el diluvio. Empapada y cansada, la gente recibió al grupo argentino con un entusiasmo difícil de empardar. Encima, al tercer tema... ¡se cortó la luz en toda la ciudad! Duró diez minutos, durante los cuales Los Pericos se dedicaron a mantener calientes a todos con una batucada. El show siguió apenas volvió la electricidad y la banda se fue ovacionada. En el aeropuerto de Caracas, a punto de embarcar rumbo a Buenos Aires, el Bahiano impostó una cara de sorpresa cuando este cronista le preguntó por el próximo disco del grupo. �¿Qué próximo disco?�, repreguntó entre risas. A su lado, Moreira ironizó: �Así le vamos a poner de título: �¿Qué próximo disco?��. Entonces, el cantante explicó que tienen demasiados shows por delante, que recién podrán ponerse a armar un álbum a mediados del año próximo. Todo esto en el mismo momento en que la mayoría de las bandas nacionales se quejan por los avatares de la economía. Lo dicho: el 2000 les ha sentado bien a Los Pericos.
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