Por
Cledis Candelaresi
Con
la visita del Fondo Monetario Internacional como marco, el Gobierno intentará
sortear hoy el primer test para obtener el anhelado blindaje financiero.
A instancia de los legisladores aliancistas, Diputados podría aprobar
esta tarde en sesión especial el proyecto de Presupuesto del 2001,
reformulado tras una trabajosa negociación con los gobernadores
y parlamentarios del propio oficialismo y de la oposición. El aval
a esta iniciativa es una de las condiciones exigidas por el FMI para desembolsar
parte los fondos frescos que Argentina demanda con urgencia para ahuyentar,
aunque sea provisoriamente, el fantasma del default (cesación de
pagos). Hasta anoche, el oficialismo tenía un tanto ganado: la
oposición le daría el quórum necesario para abrir
el debate, facilitando, con ello la aprobación en general. Pero
las cosas podrían complicarse con el análisis en detalle,
ya que subsisten diferencias en la Alianza, por ejemplo, en torno a la
decisión de mantener el recorte salarial sobre los empleados públicos.
No podemos quedar a la derecha de la Alianza. Si ellos plantean
que no es posible sostener la rebaja salarial en el sector público,
nosotros también nos vamos a oponer, advirtió ayer
ante Página/12 el justicialista Oscar Lamberto, aludiendo a las
críticas que formularon la frepasista Alicia Castro y otros legisladores
de extracción sindical sobre la determinación de no recomponer
los sueldos estatales, rebajados entre el 12 y el 15 por ciento. Esta
decisión, implícita en el proyecto de Presupuesto, era hasta
anoche la que dejaba más resquicio para un desborde en el recinto,
en rigor no previsto por ninguno de los bloques.
Al margen de cualquier diferencia que pudiera surgir en el seno del oficialismo,
la bancada del PJ anoche resolvió tomar distancia del proyecto
oficial, objetándolo en general y en particular, aunque con el
compromiso de discutirlo en el recinto. Es decir, sin negar el número
necesario para dar el debate. Si muchos justicialistas ocupan su banca,
tal como se comprometieron a hacer los de Acción por la República
y algunos provinciales, la Alianza respirará tranquila: tendrá
quórum y chances de aprobar la iniciativa con mayoría simple.
En realidad, en el bloque que preside Humberto Roggero descuentan que
la iniciativa tendrá respaldo, pero no quieren desaprovechar la
ocasión de diferenciarse con algunas críticas que resultan
casi obvias. Una de ellas es la decisión de modificar la Ley de
Solvencia Fiscal a través de un artículo incluido en el
propio Presupuesto, que postergará del 2003 al 2005 la promesa
de tener déficit cero. Con este cambio el Gobierno pierde
credibilidad: ya nunca será igual. Es como una niña que
perdió la virtud, ironizaba ayer Lamberto, anticipando hacia
dónde pueden apuntar algunos cuestionamientos opositores.
Casi al mismo tiempo que los justicialistas intentaron aunar criterios,
el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, discutió con los legisladores
oficialistas una estrategia para garantizar el éxito de la sesión
de hoy. Todo lo hicieron sobre la hipótesis de que conseguirían
ese respaldo, ya que difícilmente los justicialistas se negarían
a dar el quórum necesario se necesita dos tercios para habilitar
una sesión especial para discutir un texto que, en gran medida,
traduce el acuerdo con los gobernadores y principales referentes del PJ.
Este pacto dispuso una partida especial para gasto social y obra pública
y mantuvo las subvenciones sobre la producción de tabaco y los
combustibles patagónicos, tal como demandaba el interior. También
prorrogó la facultad provincial para disponer libremente de la
mitad de los fondos específicos que manejan las provincias, entre
ellos, los casi 1000 millones anuales del Fonavi. Gracias a esta prerrogativa,
concedida por el gobierno de Fernando de la Rúa el año pasado
cuando se discutía el presupuesto de este año, los gobernadores
pueden echar mano con libertad de una millonaria masa de recursos, para
afrontar el gasto que prefieran:desde salarios del personal estable hasta
un subsidio ocasional y necesario en época electoral.
Pero el debate bien podría complicarse en particular, cuando haya
que desmenuzar el extenso articulado, aunque éste fue retocado
casi tantas veces como reclamos de los legisladores se fueron sucediendo.
Entre los cambios de último momento estuvo la eliminación
del artículo que hubiera permitido a Economía recortar las
asignaciones familiares, ajustándolas a los escasos recursos disponibles.
Pero a juicio de los propios oficialistas ese artículo intentaba
otorgar una atribución riesgosa: ante las angustias fiscales, José
Luis Machinea podía tentarse con un impopular recorte de este beneficio
que la Seguridad Social reconoce a todos los trabajadores en relación
de dependencia.
La presión parlamentaria también resultó eficaz para
que Economía resigne la posibilidad de flexibilizar las condiciones
de empleo de los estatales nacionales. También algunas demandadas
por los gobernadores, que consiguieron mantener varios subsidios, entre
otros, el que beneficia a La Rioja con un aporte especial del Tesoro de
la Nación por 145 millones de pesos. Una y otras permitieron que
Economía dispusiera de 50 millones de pesos para un nuevo régimen
de promoción industrial en el interior, cuyas características
aún no hay sido definidas. Era necesario aumentar el gasto,
porque la situación social es explosiva, justificó
ayer el titular del bloque oficialista, Darío Alessandro.
La estrategia oficial para aceitar el camino del proyecto en el Presupuesto
fue tan concesiva que hasta los opositores ayer se mofaban de la buena
voluntad oficial. El problema es que sacaron el tapón y dijeron
sí a todo el mundo, ironizaba un diputado de la Comisión
de Presupuesto y Hacienda.
Control
al PAMI libre
Cediendo
al planteo de un grupo de legisladores aliancistas, José Luis
Machinea resolvió retirar al PAMI del Presupuesto, aunque previendo
a cambio algunos nuevos controles y manteniendo la decisión
de que el Tesoro no subsidiará más a la entidad. Según
la última versión del proyecto para el año próximo,
la obra social de los jubilados seguirá funcionando como una
ente estatal autónomo, aunque con una independencia más
acotada de la que gozó en la época del interventor menemista
Víctor Alderete. El PAMI tendrá obligación de
elevar su presupuesto al Palacio de Hacienda; trimestralmente deberá
rendir cuentas sobre lo que ejecute a la Secretaría de Hacienda,
al Congreso y a la Jefatura de Gabinete; estará sujeto a límites
para endeudarse, algo que sólo podrá hacer con expresa
autorización y quedará sometida al control de la Sindicatura
General de la Nación y la Auditoría General de la Nación,
tal como ahora ocurre con cualquier empresa y organismo público.
Sin embargo, conservará su autonomía para definir con
bastante libertad algunas contrataciones, algo que para los legisladores
partidarios de dejar al PAMI fuera del Presupuesto es garantía
de mayor ejecutividad y transparencia. Pero, tal como sí anhelaba
Machinea, de ahora en más la obra social se mantendrá
exclusivamente con sus aportes, sin auxilio del Tesoro que, de todos
modos, el próximo año le transferirá 120 millones
de pesos: 71 millones por intereses adeudados y 41 millones
para cubrir un déficit en su recaudación. |
BRASIL
TEME UNA CRISIS ARGENTINA QUE LO ARRASTRE
Apoyo
al socio en desgracia
Las
autoridades brasileñas quieren confiar en que la Argentina recuperará
su estabilidad económica superando su crisis financiera. Los buenos
augurios formulados por el presidente Fernando Henrique Cardoso, junto
al pedido de consideración a los organismos internacionales de
parte de un ex presidente y un funcionario actual del Banco Central del
vecino país, están movidos no tanto por la solidaridad con
el socio en desgracia sino por temores propios. Una caída en cesación
de pagos de Argentina podría tener efectos más temibles
que la crisis de balanza de pagos y fuga de capitales sufrida en el propio
Brasil durante 1998, que llevó a la devaluación (liberación
cambiaria) de enero de 1999. Las autoridades brasileñas lo saben
y se han decidido a jugar fuerte en apoyo de un salvataje financiero para
Argentina.
En una entrevista concedida a la televisión brasileña, Cardoso
dijo confiar en que Argentina recuperará su estabilidad económica
como ocurrió con Brasil, que en un año salió de la
crisis financiera que debilitó su moneda y le había privado
de la confianza internacional y la de sus propios ciudadanos. Argentina
posee petróleo, es un país homogéneo y con una elite
de técnicos muy competentes, dijo el mandatario brasileño,
que también destacó la importancia del crédito que
le concederá el Fondo Monetario Internacional. Expresó además
su fe en que los gobernadores provinciales y los líderes sindicales
acabarán apoyando la posición del presidente Fernando
de la Rúa.
Los mercados financieros de Brasil se vieron conmovidos en las últimas
semanas por las noticias acerca del riesgo de una cesación de pagos
de Argentina, provocando bajas en las acciones y subas en la paridad cambiaria.
El FMI debería ser más tolerante con Argentina y considerar
que el país ya realizó profundas reformas económicas
en los últimos años, declaró en Río de Janeiro
el economista Gustavo Loyola, ex presidente del Banco Central. No
es justo tratar a Argentina como un país que está iniciando
su reforma, reclamó. Por otra parte, Loyola advirtió
que si el FMI exige un régimen fiscal muy duro, la crisis
social puede agravarse, al explicar que el mayor problema
del régimen cambiario es el costo social que genera, y que el país
está a remolque de Estados Unidos y de las tendencias económicas
internacionales.
Loyola, como titular del Banco Central hasta fines de 1998, era un acérrimo
opositor a la liberación cambiaria (administraba un régimen
de cambios con valores mínimo y máximo de paridad) y renunció
ante la decisión de Cardoso de ceder ante la presión del
mercado financiero. El ex titular del Central admitió que si se
agrava la crisis argentina, Brasil sufriría las consecuencias en
los mercados internacionales y su crecimiento económico en 2001
podría reducirse.
El director de Política Económica del BC de Brasil fue un
paso más allá, al entrar en la consideración de algunos
anuncios de este último fin de semana. Ilan Goldfajn, que además
fue funcionario del FMI, estimó que un aumento del gasto social
en Argentina no interferirá en el otorgamiento del blindaje financiero
por parte del organismo internacional. La medida es, probablemente,
un instrumento de negociación del presidente (Fernando de la Rúa)
para que el Congreso apruebe la privatización del sistema previsional,
opinó. Nunca es muy fácil aprobar medidas como ésa,
y nosotros en Brasil lo sabemos; pero la expectativa es que el Congreso
(de Argentina) apruebe la propuesta del Gobierno y el FMI libere el crédito,
expresó finalmente Goldfajn.
El
nuevo Presupuesto no es un cambio de política económica
En
el equilibrio inestable que vive el equipo de Machinea, ayer tuvieron
que salir a calmar a los ortodoxos que se quejan por la expansión
del gasto, que el secretario de Hacienda relativizó. Antes ese aumento
había sido presentado como una política para alentar el crecimiento.
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El
Gobierno tuvo que esforzarse ayer para explicarles a los sectores más
ortodoxos del establishment que el aumento del déficit fiscal reconocido
en el nuevo proyecto de Presupuesto 2001 no implica cambio alguno en el
rumbo trazado. Esto no es cambio de política económica,
aseguró el secretario de Hacienda, Mario Vicens, intentando convencer
a los gurúes de la city que reclaman todavía más
ajuste. Más dificultades tuvo para explicar, sin admitir un error
de diagnóstico, por qué ahora el discurso del equipo económico
es justo el opuesto al del primer año de gestión: tras reconocer
que la baja del déficit no redundó en una baja inmediata
en el riesgo país, afirmó que en el actual y adverso
contexto internacional, la situación económica local se
agravaría más con una reducción del déficit.
Las claves para entender por qué, pese al impuestazo, al recorte
de salarios públicos y al tenue crecimiento de la economía
que se espera para el año próximo, el déficit fiscal
seguirá tan alto como en el último año del gobierno
de Menem, cuando se vivió el peor momento de la recesión.
Desde el momento mismo de asumir, José Luis Machinea y sus colaboradores
se empecinaron en defender un discurso que, hasta entonces, ellos criticaban
y Roque Fernández y los consultores más ortodoxos de la
city defendían. El argumento era que la disminución del
déficit fiscal era la condición necesaria para crecer. Así,
el ajuste fiscal traería aparejado una baja del riesgo país
(es decir, de la tasa de interés adicional que deben pagar los
argentinos para endeudarse), lo cual estimularía la inversión
y el consumo, que se transformarían en motores del crecimiento.
Sin embargo, el Gobierno se cansó de ajustar, vía aumento
de impuestos o reducción de salarios, consumidores e inversiones
se asustaron, el riesgo país se mantuvo elevado, no hubo reactivación
después de dos años de recesión y el déficit
fiscal no cedió, porque sin crecimiento la recaudación fue
mucho menor a la esperada.
Desde hace ya dos meses que el Gobierno y el Fondo Monetario se resignaron
y empezaron a ver la realidad de otro modo. Sin crecimiento, no
hay cuenta fiscal que cierre, fue la nueva perspectiva. Eso es lo
que se blanqueó en el nuevo proyecto de Presupuesto 2001, que el
Gobierno envía ahora al Congreso para reemplazar el que había
girado, como marca la ley, antes del 15 de setiembre. El déficit
fiscal el año próximo será 2400 millones de pesos
superior al del proyecto original. Pero además, los números
fiscales de este año también muestran un desvío similar
en relación a lo previsto (ver aparte).
Seguimos pensando que para el aumento de la inversión deben
bajar las tasas y para que esto ocurra se deben ordenar las cuentas públicas,
se justificó ayer Vicens, cuando arreciaban las presiones de la
city. Pero reconoció que hoy una baja del déficit no se
traduce directamente en una reducción del riesgo país y
que, en todo caso, más ajuste puede significar como ocurrió
este año más recesión. En la misma línea
salió a defender el Presupuesto Machinea, al asegurar que el aumento
del déficit se explica por la caída de la recaudación
y que el gasto primario (es decir, operativo) del Gobierno se mantiene
congelado.
Ciertamente, los números del nuevo proyecto revelan la magnitud
del ajuste que realizó Machinea:
Pese
al aumento de erogaciones previsto en relación al proyecto enviado
al Congreso en setiembre, el gasto operativo del Gobierno (es decir, pago
de salarios, jubilaciones, programas sociales, seguridad, etc.) del año
próximo será 2032 millones de pesos menor que el de 1999.
Más aún, según el nuevo proyecto de ley de solvencia
fiscal, adosado al Presupuesto, el gasto operativo del Gobierno deberá
quedar congelado por los próximos cinco años en este nivel.
De otro modo: quien gobierne en el 2005 deberá arreglárselas
para hacer funcionar al Estado con bastantes menos recursos de los que
tuvo Roque Fernández el año pasado, pese a que en el futuro
habrá muchos más argentinos demandando los servicios básicos
(seguridad, salud, educación, justicia) que el Estado no delegará.
Sin
embargo, pese al recorte, el gasto total aumentará entre 1999 y
2001 en más de 850 millones de pesos.
La
diferencia se explica por el salto en el pago de intereses de la deuda,
que crece de los 8256 millones el año pasado a 11.143 millones
el próximo. Es decir, casi 3000 millones más. Para tener
un marco de comparación, es diez veces más que el gasto
social adicional incluido en el Presupuesto del año
próximo.
Por eso, el déficit del año próximo será de
6500 millones. Es apenas 600 millones menos que el déficit con
que se despidió Menem a fines del 99, un año en el
que el PBI cayo 3,6 por ciento y cuando todavía no había
impuestazo ni rebaja de salarios públicos. Y es que con la carga
de intereses de la deuda en aumento no hay ajuste que alcance.
Claves
del nuevo proyecto
Los principales
puntos del nuevo esquema fiscal son los siguientes:
El proyecto original
de Presupuesto 2001 preveía un déficit fiscal de 4100
millones de pesos. Ahora ese techo se estira hasta los 6500 millones
de pesos.
La diferencia, según
Economía, se debe en gran parte a la menor estimación
de recaudación, dado que habría menos crecimiento
(2,5 por ciento real) que el esperado anteriormente (3,7 por ciento).
Pero además el
Estado dejará de percibir 350 millones de pesos por la reducción
de 9 puntos en total del impuesto a los intereses que pagan las
empresas por sus préstamos. A ese pérdida
para el fisco se llega pese a que Economía logró colar
la eliminación de la exención al pago de Ganancias
de los intereses ganados por las empresas por sus rentas financieras,
sea por colocaciones a plazos fijos o títulos públicos.
Así, en total
se prevén 1506 millones pesos menos de recaudación,
neto de los ingresos extraordinarios que reportará la prórroga
de la concesión de Loma de la Lata (180 millones) y la venta
de bienes del Estado remanentes (100 millones).
Por el lado de los gastos,
en tanto, hay un aumento de 486 millones de pesos entre gastos sociales
para las provincias (225 millones), la Nación (50 millones)
y gastos en obras públicas (221 millones). En realidad, buena
parte de dichos fondos son una restitución de partidas recortadas
en el último año.
En tanto, se reponen,
por valor de 176 millones, diversos subsidios (tabaco, gas patagónico,
PyME) que habían sido eliminados del proyecto original.
Pero, además,
los números de este año fueron muy distintos a los
previstos. El Presupuesto 2000 original preveía un déficit
de 4100 millones de pesos; hace dos meses, se renegoció con
el Fondo que el rojo podría llegar a 5300 millones, y ahora
se admite que la cifra final estará en el orden de los 6400
millones de pesos. En el último año del gobierno de
Menem, el déficit fue de 7094 millones de pesos.
Debido a semejantes desvíos,
Economía también envió, junto con el nuevo
proyecto de Presupuesto, la modificación de la Ley de Solvencia
Fiscal, que había sido aprobada en 1999 y que fijaba límites
al déficit que serán violados. Además, establecía
un cronograma de reducción del déficit hasta su eliminación
en el 2003, lo que en la nueva ley quedará postergado hasta
el 2005.
Curiosamente, Mario Vicens
dijo ayer que la nueva ley de solvencia fiscal quedará fortalecida
porque se fijan límites fiscales más allá
de las cuestiones cíclicas de la economía.
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