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PRIMERA AUDIENCIA DEL JUICIO ORAL Y PUBLICO CONTRA CASTELLS
Todos los vítores para el acusado

Hubo más de mil manifestantes en la puerta del tribunal. En la sala cantaron el Himno cuando entró Castells. �No me juzgan a mí sino a la pobreza�, dijo el acusado y lo ovacionaron.

Por Laura Vales

t.gif (862 bytes)  La sala de audiencias recibió al acusado con una ovación. En la primera línea del público, Carlos “el Perro” Santillán, de musculosa negra, se levantó de su silla y arrancó con la primera estrofa del Himmo. El titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, y el de la CTA, Víctor De Gennaro, se sumaron a coro y todo el público piquetero arremetió con ganas con la canción patria. El fiscal se veía un poco desorientado, pero terminó poniéndose de pie, como ya lo habían hecho los escribientes, los secretarios y oficiales de Justicia. Así comenzó el juicio oral y público contra Raúl Castells, acusado del delito de extorsión y preso desde hace dos años por haber encabezado dos pedidos de comida a supermercados. “No me están juzgando a mí sino a la pobreza”, dijo el dirigente del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados.
En el pasillo de los tribunales de Lomas de Zamora, la Policía Bonaerense desplegó un operativo de seguridad que recordaba las prevenciones para con Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes. Personal del cuerpo de infantería con uniformes de camuflaje se apostó durante toda la jornada a los costados de la puerta de ingreso de la sala de audiencias. Y afuera, detrás de las rejas que rodean al edificio, se plantó otra generosa dotación de uniformados munidos de bastones y protegidos con cascos y escudos.
Del otro lado de las rejas, sobre la plazoleta de Larroque y Camino Negro, un millar de manifestantes con gorros de la Corriente Clasista y Combativa, pancartas y bombos levantaron un palco y permanecieron durante todo el día reclamando por la libertad de Castells. Habían llegado al lugar temprano en la mañana, después de marchar encabezados por el Perro Santillán, y muchos se prepararon para quedarse allí acampando hasta que termine el juicio.
La acusación contra Castells se fundamenta en dos hechos independientes. El primero data de marzo del ‘97, cuando al frente de unos 150 desocupados y jubilados reclamó –según todos los testimonios que se escucharon ayer, de manera pacífica– alimentos en el supermercado Disco de Banfield. Por este caso, Castells está acusado de tentativa de extorsión y un fiscal pidió que se lo condene a cinco años y dos meses de prisión.
El segundo ocurrió en la víspera de la Navidad de 1998, en el hipermercado Wal Mart de Avellaneda. Ayer se comenzó a ventilar el primero de estos hechos.
La estrategia de la defensa de Castells apunta claramente a demostrar que la detención y el encarcelamiento de Castells fue un acto político sin ningún fundamento legal, y a impugnar a la vez el sistema judicial que llevó adelante el proceso.
Convencidos de que la mejor garantía es la difusión pública de las audiencias orales, y que el resultado de este juicio sentará un precedente clave sobre las protestas sociales, ayer los hombres de la Corriente Clasista y Combativa –que Castells integra– no sólo se ocuparon de que en la puerta de los tribunales hubiera una multitudinaria manifestación sino que llenaron las primeras filas de la sala de audiencias con caras públicas.
Además de Santillán, Moyano y De Gennaro, respondieron a la convocatoria el padre Luis Farinello, el judicial Julio Piumato, el metalúrgico Francisco “Barba” Gutiérrez y los legisladores porteños Vilma Ripoll y Jorge Altamira. Unas filas más atrás se ubicó el penalista León Zimmerman, en representación de la Coordinadora contra la Represión Policial y los abogados del Movimiento Justicia y Compromiso de Lomas de Zamora. Se vio además, mezclados con un público muy humilde, a Luis Zamora y a varios dirigentes de los jubilados como Carlos Imizcoz y Antonio Forte.
Castells hizo de su declaración indagatoria un alegato político. “Soy el único gil que queda preso en un país en que el que todos los que afanan quedan libres”, proclamó al iniciar su declaración en la que se autodefinió como “marxista y revolucionario”, descalificó al tribunal y ala fiscalía y consideró que la eventual condena o absolución no sería contra él sino contra la pobreza. Sus allegados aseguran que, como parte de su estrategia para reafirmar que el proceso “es una farsa”, el dirigente va a pedirles a sus abogados que se retiren del juicio.
Todos los testimonios escuchados ayer –de funcionarios de gobierno, policías, encargados de la seguridad del supermercado Disco y empleados de la firma– fueron coincidentes: en el pedido de comida no hubo amenazas, violencia, ni agresiones. El supermercado no entregó alimentos, aunque la gente comió algunas cosas que tomó de las góndolas. Se retiraron voluntariamente, luego de firmar un convenio con Defensa Civil por el cual, a partir de entonces y por varios meses, recibieron bolsas de comida de manera periódica.
La frase más comprometedora fue pronunciada por uno de los agentes de seguridad de la firma, que dijo que los manifestantes eran un poco agresivos, pero de palabra. Los policías y el coordinador de Defensa Civil agregaron que hubo un vidrio roto, aunque no voluntariamente sino por los apretujones.

 

“Un detenido político”
Seguido por las cámaras de televisión, Raúl Castells afrontó la primera jornada del juicio oral calificándose como un “detenido político del menemismo” y descalificando al tribunal que lo juzga. Reclamó a los jueces Emilio Villamayor, Jorge Camino y Alejandro Rolón que “no sean profilácticos de la embajada yanqui” con una eventual sentencia a favor del hipermercado Wal Mart. Y dedicó un párrafo especial al presidente del tribunal: “Rolón –dijo, dirigiéndose al magistrado– cuando usted se jubile va a cobrar 9 mil pesos; piense en los 101 pesos que cobran miles de jubilados y que padecen hambre, sufrimiento y dolor”.
En el receso Hugo Moyano, Víctor De Gennaro y Carlos Santillán coincidieron en rechazar la validez del juicio oral, al que consideraron como un proceso contra los trabajadores. Otro que acompañó a Castells de cuerpo presente fue el diputado provincial justicialista Osvaldo Mércuri. El proceso oral prevé la declaración de 166 testigos, lo que demandará por lo menos una semana de audiencias antes de los alegatos y el veredicto.

 

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