Por
Juan Arias
Desde Río de Janeiro
Fastidiarles
a los brasileños una telenovela es como meterles los dedos en los
ojos, hasta el punto de que la mayor grosería es visitar a alguien
a la hora de emisión de una de éxito. Esa es la base a partir
de la cual se generó aquí una enorme polémica, tras
una decisión judicial que obligó a la red Globo a retrasar
el horario (de las ocho de la noche a las nueve) de la famosa telenovela
Lazos de familia, en la que se abordan tramas escabrosas.
La Justicia le pidió también al poderoso imperio televisivo
que retirara del reparto a los actores menores de edad. La red todavía
no le hizo caso, aunque puso a un poderoso equipo de abogados a estudiar
ese tema.
Un adolescente que seduce a una mujer madura; un hombre a quien se lo
disputan la madre y la hija y una chica joven que para mantener a su hijo
recurre a la prostitución son algunos de los personajes de esta
telenovela, de notable rendimiento de rating. Los menores de edad que
participan como actores en la producción presencian el rodaje de
escenas donde abundan el sexo y la violencia, decía la denuncia
inicial de los infaltables grupos conservadores, que ven con espanto cómo
los guionistas parecen divertirse en transgredir al hilvanar los argumentos.
Los guionistas dijeron en mitad de la polémica que el hecho de
incluir a una joven madre prostituyéndose no hace otra cosa que
reflejar la realidad de miles de jovenes del país. Los cruzados
que activaron el proceso judicial sostienen que el argumento parece justificar
y aún alentar la prostitución.
Los ciudadanos brasileños y el mundo político se dividieron,
tras la decisión judicial, sin antecedentes en el país.
El miedo de los más importantes sectores de la sociedad es que
a través de la decisión de los jueces sobre Lazos
de familia puedan introducirse procedimientos de censura en la televisión.
Esgrimiendo esta razón, los ejecutivos de la red Globo anunciaron
incluso que organizarán una manifestación de protesta de
actores en Río de Janeiro. Brasil tiene una larga historia de censura
de las ideas y los contenidos, fruto de los largos años de dictadura,
por lo que hay una sensibilidad social importante al respecto.
Los sectores que aplaudieron la decisión judicial alegan que la
telenovela puede turbar a la sociedad, ya que aborda asuntos de adultos
en un horario para todos los públicos, con actores menores de edad.
Por supuesto, la Iglesia alabó las restricciones impuestas a la
telenovela y se quejó duramente de que una universidad de Río
haya cedido su capilla para rodar una escena considerada como un insulto
a la institución familiar.
Los observadores más imparciales ven claro que los canales han
pisado el acelerador en los temas de violencia y sexo durante esta temporada,
sobre todo en los programas que pelean por el mayor rating, en un país
de 120 millones de habitantes. De ahí que en los últimos
meses se hayan multiplicado los congresos y seminarios para discutir la
delicada frontera entre censura y respeto a las políticas oficiales
de protección a los menores.
En un sondeo recién publicado por el Jornal do Brasil, el 96 por
ciento de los brasileños encuestados se mostró descontento
con los contenidos que ofrece la televisión.
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