Por
Silvina Friera
Desde Concordia
El
límite entre la ficción y la realidad se confundía
en la noche de Concordia. Cerca de las 24, sólo un puñado
de estrellas iluminaban las ruinas del Castillo de San Carlos, que estaba
casi en penumbras. Los actores comenzaron un recorrido histórico
(de 40 minutos) por cada uno de los recovecos de esa fortaleza,
que empezó a construirse en 1886 y que alberga fantasmas del pasado
dispuestos a cobrar vida nuevamente. En el lateral de las ruinas, que
mira hacia el río Uruguay, un personaje fantasma, un paisano algo
bufonesco, evocó aquella tarde de verano de 1930, cuando el poeta
y piloto francés Antoine Saint-Exupéry aterrizó cerca
de esa construcción, que emulaba el estilo y el refinamiento de
un castillo francés. En San Carlos todas las noches son motivos
para festejar, anunció el personaje, mientras invitaba al
público a pasar.
Esta fue una de las primeras escenas de Los fantasmas del castillo de
San Carlos, obra que inauguró La historia en su lugar,
programa de Turismo Cultural, organizado por las secretarías de
Turismo y Cultura de la Nación, que se inició en la ciudad
de Concordia y continuará en Tilcara (Jujuy), en la casa de la
Independencia (Tucumán), el museo histórico de Sarmiento
(San Juan) y en la Casa Rosada. La idea es sencilla y novedosa: descubrir
la historia y los personajes de la Argentina a través de dramatizaciones
teatrales. Unas cincuenta personas siguieron a los actores-guías.
Entre el mito y la leyenda, las versiones sobre el famoso francés,
Eduardo Demachy, alma mater de esa monumental construcción, decían
que se hacía llamar conde o marqués,
pero en realidad era el hijo de un poderoso banquero (Charles Demachy).
Con apenas algunas luces, que permitían espiar las ruinas y una
música que creaba una atmósfera fantástica
(como si remitiese al siglo pasado), la aparición de la figura
de Exupéry (en el año del centenario de su nacimiento) le
dio mayor vuelo dramático a un guión efectivo, escrito por
Marisé Monteiro, y correctamente dirigido por el concordiense Carlos
Migone, que supo aprovechar el espacio escénico del castillo.
El escenógrafo René Diviú logró armonizar
su trabajo con el imponente fondo de las ruinas de San Carlos, apelando
a los colores sepias, verdes y grises. El elenco de actores locales, seleccionado
a través de un casting que contó con 89 aspirantes, está
integrado por Gonzalo Zevallo, María Manuela Martínez, María
Julieta Sagasti, Leticia Sánchez, César Dobler, Carlos Malleret
y Celeste Rodríguez, entre otros. Un lugar de duendes
fue una de las tantas expresiones que utilizó Exupéry para
recordar la impresión que le había causado Concordia, documentada
en el capítulo V de Tierra de hombres. Un detalle incrementa la
importancia del vestuario en esta puesta: herederos de la familia Fuchs
Valón ofrecieron a la producción uno de los pantalones originales
de Exupéry, utilizado en la obra.
En lo que otrora fuera el comedor de la casa, el hijo de los Fuchs Valón
le preguntó a Exupéry cómo se veían las cosas
desde arriba. Por la noche, las ciudades son lejanas constelaciones
de estrellas, una contestación con el sello distintivo del
personaje más célebre del poeta: El Principito. Mientras
la familia y el invitado conversaban, la ficción le dio paso a
la realidad. Un gato negro asustado (como los de la película de
Emir Kusturica) se cruzaba por debajo de la mesa, se sobresaltaba ante
cada paso de los actores y provocaba la risa de los más chicos,
que seguían con entusiasmo a la pequeña mascota devenida
en actriz. El personaje que hacía de la señora de Fuchs
Valón tocaba el piano mientras se repetían dos famosas explicaciones
sobre la misteriosa desaparición de Demachy. Algunos piensan que
escapó debido a las deudas que tenía, otros aseguran que
decidió largarse porque su mujer lo abandonó. Finalmente,
la obra se reservó un homenaje a El Principito, obra célebre
de Exupéry, que se cree comenzó a escribir en el castillo,
durante los días que pasó con la familia Fuchs Valon, sugerido
en la puesta con una máquina de escribir Remington. Un estreno
de teatro es siempre una fiesta. Esto es un emprendimiento chico que sirve
para darle trabajo a la gente dijo minutos antes de la función
la madrina del evento María Leal, acompañada por sus padres
concordienses. Soy actriz y tengo los nervios de esos chicos (por
los actores) que están esperando empezar este sueño.
Con La historia en su lugar se cumplió un objetivo
histórico-cultural: que una obra teatral relacionada con la historia
del sitio en que se representa, pueda dar trabajo a los actores locales
y alejar dramas del presente, como la desocupación. Concordia es
la ciudad del país con el índice más alto de desempleo.
Cuando terminó la función las estrellas continuaban iluminando
las ruinas del castillo, que fue y es símbolo de una Concordia
que deposita todas sus esperanzas en el turismo cultural.
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