La
mercancía que se paga por la culpa es el dolor
R. C.
Por
Ricardo Carreira *
Ya no es momento de hablar de arte comprometido o de artista comprometido
como exigencia moral, porque un artista con experiencias vitales y pensamientos
enajenados no puede dar a nadie nada salvo una experiencia desarticulada
y de baja conciencia. Supongamos por consiguiente el prototipo contrario.
El problema aparece cuando tratamos de describir los grados de efectividad
de ese arte.
Es necesario aclarar antes para trabajar algunos supuestos: la especificidad
del arte como estructura institucional y como función social.
La especificidad como institución es su ambigüedad institucional.
En la mayor parte de las otras estructuras institucionales, las relaciones
de los objetos con los objetos y de las personas con los objetos, son
totalmente claras, mientras que en el ámbito del arte nos encontramos
con la vida (con las otras estructuras institucionales), pero sin ser
la vida misma, es decir, el arte aparecería como suprainstitucional,
lo otro, que como medio inmaterial es capaz de transcribir
deshabituando a todos los otros medios, permitiendo su recorte.
La muerte muere, pero no muere o, en los casos extremos, muere realmente
el protagonista (por ejemplo, el gladiador), pero no muere el espectador
ni lo concreto real, cotidiano (verbigracia, su madre), es decir, el arte
conflictuante, pero no y se me escapa la palabra comprometedor.
Porque justamente, una de las funciones del arte en la sociedad es la
creación de estructuras simétricas (pero cuyo objeto no
aparece enajenado) a la vida, más como una llave de entrada y salida
del conflicto. El conflicto durará lo que dura la película
y luego, recordando, me iré a comer pizza y entraré a mi
cotidianidad, iré a mi jefe o a mi negocio. Ni temporalmente el
arte es lo cotidiano y habré aguantado mi conciencia extendida
y acorralada durante la obra de arte. Noté que hay conciencias
que se pueden aguantar más que un dolor de muelas.
¿Qué hay que hacer entonces? Más conciencia, que
no esa eludible y que no se pueda aguantar esa conciencia. Cuanto más
masiva y cotidiana, mejor.
Cotidiano como mis zapatos, pero que me vaya uno muy grande y el otro,
muy chico.
El pensamiento y el arte, a pesar de tener siempre su materialidad, son
de X, pensamiento de. No quiero decir que sean
simples signos que significan siempre igual, sino que la pared es menos
importante que la pared real presente, pero cuando el objeto nombrado
o la situación nombrada son revolucionarios, las palabras crecen
con su objeto. Gandhi, cuando hace hambre por su voluntad, nombra a lo
que todos huyen: lo acorralante e ineludible en la India.
Con arte no se hace la revolución total. El arte puede acompañar.
A mayor enajenación más efectivo es el arte no enajenado.
A menor libertad, el arte de la libertad es adorable. A mayor cantidad
de hombres y mujeres que mueren o están dispuestos a morir, mejor
el arte de la vida, la culpa y la victoria. No propongo frente a la culpa
el sufrimiento de Narciso, sino la lucha solidaria.
El surrealismo se dirigió a la vida y trabajó fundamentalmente
la libertad; el psicoanálisis, la culpa sexual.
Los hipase que se parecen más a los surrealistas que a los beatniks
hacen aparentemente desde la vida, pero dentro de la sociedad siguen siendo
lo otro, una simetría superestructural, reflejo de
profundas necesidades enmascaradas en lo cotidiano ahogado y apresado.
Me pregunto ¿ha aparecido una nueva moralidad total con el psicoanálisis?
Todavía no. Por ejemplo, existe el matrimonio. ¿Hemos llegado
a la libertad? No. Por ejemplo, no hablamos en los colectivos.
Pero sin embargo el psicoanálisis y el surrealismo ayudaron a desarticular
el capitalismo.
Cuando dije antes que la conciencia es más fácil de aguantar
que un dolor de muelas, no siempre es así. El sexo se lo vive con
culpa, a la libertad no se la vive y comer, se come con vergüenza.
El capitalismo es violación, posesión, sexualidad desenfrenada
y traición de Caín y Abel. Robo al hermano, traición
y culpa gregaria.
Necesita pagar. Y me pregunto: a pesar de todas las instituciones simétricas
que crea, jurídicas, políticas, militares, tranquilizan,
justifican, ordenan, pero no pagan, adonde va a parar esa culpa.
Hay datos patológicos importantes de la culpa en el sexo y la represión
de todo tipo de libertad (pues el hombre enajenado solo vive todos sus
gestos ya institucionalizados) o vale la pena nombrarlos.
Pero ¿qué me dicen de comer? No podemos admitir a un hombre
elegantemente vestido comiendo pizza por la calle. Y con respecto al arte,
aclaro que pienso que es importantísima la investigación
llamada formal.
(La muestra Ejercicios, de Carreira, sigue en el Museo de
Arte Moderno avenida San Juan 350 hasta fines de enero de
2001.)
*
Este texto de 1968, Compromiso y arte, integra el CD Rom Ricardo
Carreira, vida y obra (recientemente editado), de Margarita Paksa, que
forma parte de una investigación más extensa codirigida
por Paksa y Enrique Oteiza sobre los inicios del arte conceptual
en la Argentina, radicada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad
de La Plata, Secretaría de Ciencia y Técnica.
Breves
datos biográficos
Ricardo Carreira nació en Buenos Aires el 23
de diciembre de 1942. Se lo suele definir como artista, trotskista,
anarquista, alquimista, libertario, hereje, poeta y loco. Salió
al ruedo en 1966, con varias exposiciones, de un tipo especial de
obra que años después dio en llamarse arte conceptual,
y estuvo relacionado con el Di Tella. Avanzó hacia la politización
del arte y ese mismo año es invitado al Premio Ver y Estimar
en el Museo de Arte Moderno. También participa en la exposición
Plástica con plásticos, organizada por
la Cámara de la Industria Plástica. Allí presenta
la obra de la foto. En 1967 participa de las Experiencias Visuales
del Di Tella. Exhibe en el Premio Braque. Al año siguiente
participa de la destrucción del retrato de Kennedy en el
Salón Ver y Estimar. Participa también de los incidentes
del Premio Braque en el Museo Nacional de Bellas Artes, que terminaron
con la cárcel para él y otros nueve artistas. Forma
parte del grupo inicial de Tucumán Arde. Integró
el grupo de artistas que exhibió en el CAYC a fines de los
setenta y comienzos de los ochenta. En 1989 participa en el libro
No al indulto, la obediencia debida y el punto final, organizado
por León Ferrari, Fernando Bedoya y Emei. En 1990 forma parte
de la muestra Los coleccionistas, organizada por Mónica
Guariglio en el Centro Cultural Recoleta. Murió de septicemia
el 27 de agosto de 1993.
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Inauguran
en la semana
Nora Iniesta, objetos y bordados, hoy, en Elsi del Río, Arévalo
1748.
Liliana Infanzón,
Raúl Herrera, Beatriz Palmieri, Verónica Saucedo,
hoy, en la galería de la Asociación Estímulo
de Bellas Artes, Córdoba 701.
Marina de Caro, dibujos,
mañana, en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín.
Haby Bonomo, Paisajes
de nuestro río, pinturas, mañana, en el Centro
Recoleta, Junín 1930.
Daniel Sivak, fotos,
el jueves 30, en la Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233.
Isaac Lerer, Recordando
y hoy, obra reciente, curada por Fabiana Barreda; el jueves
30, en Espacio de Arte, Santa Fe 2647, 1 C.
Martin Naylor, pintor
inglés, y Marianne Strom, fotógrafa e historiadora
sueca, el jueves 30, en el Centro Recoleta.
El arte ilustra
a la ciencia, las tapas del suplemento Futuro de Página/12,
diseñadas por Alberto Otamendi, el sábado 2 de diciembre,
en el Planetario, Avenida Belisario y Figueroa Alcorta.
Un
Benedit ecológico
Mañana,
en la galería Ruth Benzacar (Florida 1000) se muestra Fitotrón
II, obra clave en la trayectoria de Luis F. Benedit. La obra,
que tiene sus antecedentes en el primer Fitotrón
de 1972, es la recreación de un sistema de hidroponia, que
provee a las plantas del alimento que necesitan mediante la disolución
de sales minerales y otras sustancias en el agua. En este caso,
la estructura de vidrio tiene mayores dimensiones y la tecnología
es más avanzada con respecto a la primera versión.
Luis F. Benedit realizó en 1968 su primer hábitat
animal en la muestra Tuttovetro y los pescados, que
consistía en objetos de vidrio con agua y pescados vivos,
en la exposición Materiales, Nuevas Técnicas,
Nuevas Expresiones, exhibida en el Museo Nacional de Bellas
Artes. Ese mismo año expuso sus Microzoo, en
donde intervenían insectos, peces y reptiles vivos. Luego
fue invitado a la XXXV Bienal de Venecia. El Fitotrón
fue consecuencia de estos trabajos artístico biológicos
y se exhibió en el MoMA de Nueva York en 1972. Simultáneamente,
se inaugura Variaciones , intervenciones de los rosarinos
Dolores Zinny y Juan Maidagan, quienes residen en Nueva York.
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