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Cabezas de pescado en el Riachuelo
para denunciar la contaminación

El barco de Greenpeace lanzó su Toxic Tour en el Riachuelo: explicaron que se siguen vertiendo tóxicos y que la situación está sensiblemente
peor que hace tres años.

Greenpeace arrojó al agua 24 cabezas de pescado de telgopor.
Reclaman un plan oficial para reducir el vertido de tóxicos.

“Basta de contaminar”: el mensaje contundente se leía en una gran bandera colgada a lo largo del “MV Arctic Sunrise”, un buque rompehielos de Greenpeace que está en Buenos Aires, en el marco de una gira continental contra la contaminación. Ayer por la mañana, donde el Río de la Plata se confunde con el Riachuelo, la organización ecologista lanzó la segunda etapa del Toxic Tour, con el objetivo final de llevar a cero los vertidos tóxicos a los ríos. Cuatro gomones y una lancha con banderas amarillas que llevaban la misma leyenda navegaron sobre el agua grisácea del Riachuelo, rodeando el enorme barco y sorteando bolsas de plástico, latas, envases vacíos y todos los etcéteras imaginables que nadaban sobre la superficie, junto a 24 cabezas de pescados de telgopor de casi 2 metros de altura, que, arrojadas por los ambientalistas, le daban un aspecto aún más lúgubre al condenado Riachuelo.
La gira había comenzado semanas atrás en Chile y su segunda misión es en la Argentina, donde el barco permanecerá por un mes y realizará viajes por varios sitios donde los tóxicos arrojados al medio ambiente amenazan la calidad de vida y la salud de la población. “El tour se lanzó en el Riachuelo, porque es el paradigma de la contaminación”, explicó a Página/12 Verónica Odriozola, la coordinadora de la Campaña de Tóxicos en nuestro país. La organización dio a conocer nuevos datos que revelan que la situación del Riachuelo está sensiblemente peor que tres años atrás, y continúa recibiendo elementos altamente tóxicos como metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, cobre y zinc) y compuestos orgánicos persistentes (incluyendo el tristemente célebre PSB). Estos estudios se realizaron en el laboratorio de la universidad inglesa de Exeter, pero no hace falta hilar tan fino. Navegando desde el Río de la Plata, al acercarse al Riachuelo, basta con respirar algo profundo para sentir el olor que proviene de sus aguas, y una vez sobre éstas, apreciar su color mortecino, no exento de manchas negras, y su superficie aceitosa.
El objetivo concreto de Greenpeace en la Argentina es reclamarle al presidente Fernando de la Rúa la adopción inmediata de un plan para reducir paulatinamente los vertidos tóxicos industriales. Las propuestas de los ecologistas consisten, específicamente, en la sanción de dos leyes propuestas el año pasado al Congreso nacional: una que estipule la reducción paulatina de la generación de residuos tóxicos con plazos y porcentajes fijados por la autoridad, y otra ley que establezca la obligatoriedad de declarar las cantidades y tipos de tóxicos empleados y emitidos al ambiente por las industrias, haciendo esta información de pleno acceso público.
“Si seguimos así, todos los ríos del país van a terminar como el Riachuelo”, se indignó Odriozola, y agregó: “Hicimos denuncias públicas y en la Justicia, porque se necesita de una solución definitiva para este problema. Esto perjudica más a los que menos tienen, ya que cuando su salud se ve afectada tienen escasas posibilidades de acceder a la protección y atención médica adecuada”.

 


 

AL MISMO TIEMPO SE PROHIBE LA CLONACION HUMANA
París autoriza el uso de embriones

El primer ministro francés, Lionel Jospin, presentó ayer un anteproyecto de ley sobre bioética que prohíbe explícitamente la clonación humana con fines reproductivos, pero da luz verde a la investigación embrionaria para avanzar en la posibilidades de la reproducción asistida. “La clonación reproductiva seguirá estando estrictamente prohibida en Francia”, subrayó Jospin, al develar las líneas generales de la futura legislación en unas jornadas organizadas por el Comité Consultivo Nacional de Etica.
El primer ministro puntualizó que la puerta a la investigación embrionaria sólo se abrirá con dos salvoconductos: la mejora de las técnicas de reproducción asistida y la búsqueda de nuevos tratamientos. Además, el terreno sobre el que podrán caminar los científicos quedará perfectamente delimitado a los embriones “actualmente congelados que hayan sido objeto de un abandono del proyecto paterno y carezcan de una pareja que los reciba”, advirtió el jefe del Ejecutivo. Parte de esos embriones, que según datos oficiales alcanzan unos 500.000 en Francia, repartidos por una veintena de centros especializados en la fecundación “in vitro”, tendrá una utilidad científica.
De esta forma Jospin pretende responder a la necesidad de establecer un marco bioético más liberal y pragmático que el actual, al tiempo que fija ciertos límites infranqueables. El proyecto, que supondrá una revisión profunda de la ley de bioética de 1994, será presentado en el Consejo de Ministros el próximo marzo y llegará al Parlamento en el segundo trimestre del 2001. El texto incitará al desarrollo de las investigaciones, especialmente de las células madre obtenidas sobre todo del cordón umbilical, precisó Jospin. De esa forma, el Ejecutivo sigue la recomendación que en ese sentido le hizo el Consejo de Estado, en noviembre de 1999. La máxima institución consultiva también aconsejó que los embriones que hayan sido objeto de investigaciones no puedan ser implantados.
Se permitirá que una mujer pueda recurrir a la reproducción asistida cuando su marido haya muerto, siempre y cuando éste hubiese consentido y existiera un mínimo de tres meses y un máximo de un año desde el deceso. También la donación de órganos por personas vivas rebasará los límites actuales de relación consanguínea estrecha (padre, madre, hermano, hermana, hijo o hija) y se ampliará a las parejas y a “toda persona que tenga lazos estrechos con el futuro receptor”.

 

 

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