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HOLANDA ES EL PRIMER PAIS QUE APRUEBA LA EUTANASIA ACTIVA
El derecho a decidir en el final

Con la aprobación de los diputados �la del Senado se descuenta�, Holanda se convierte en la primera nación que legaliza la eutanasia para enfermos terminales, inclusive para chicos a partir de 12 años. Dura crítica del Vaticano.

La “ayuda para morir” a enfermos terminales venía siendo practicada
por los médicos holandeses.

Por Mariana Carbajal

Holanda se convirtió ayer en el primer país del mundo en legalizar oficialmente la eutanasia activa. Aunque deberán respetar condiciones muy estrictas, los médicos podrán ayudar a morir a enfermos terminales que sufran dolores insoportables y no tengan esperanza de vida. Según la ley aprobada por el Parlamento, los menores podrán optar por este procedimiento a partir de los 16 años sin necesidad del consentimiento de sus padres y en el caso de los niños de 12 a 15, se exigirá además de su voluntad, el acuerdo de uno de sus progenitores. El Vaticano criticó en duros términos la iniciativa. “Es un triste record para Holanda”, consideró la Santa Sede. Consultados por Página/12, especialistas en bioética locales analizaron la flamante normativa. “Por la idiosincrasia argentina, una ley similar aquí no tendría lugar”, evaluó Carlos Gherardi, presidente del Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (ver aparte).
La ley fue aprobada por la mayoría de los diputados holandeses. En realidad, todavía le falta pasar por el Senado, pero se descuenta su sanción debido a que los partidos que la impulsaron son mayoría en esa Cámara.
La norma establece que para recurrir a la eutanasia los médicos tendrán que cumplir con una serie de condiciones. En primer lugar, deberán asegurarse de que el paciente sufra dolores “insoportables” como consecuencia de una enfermedad médicamente diagnosticada y no tenga ninguna esperanza de vida. Por supuesto, la persona interesada tiene que expresar su voluntad de morir. Comisiones regionales especializadas se encargarán de controlar el procedimiento y verificar que el diagnóstico sea el correcto. Si detectan que se ha violado alguna condición, podrán llevar el caso a la Justicia.
“Una ley por la cual se da cumplimiento al deseo reflexionado de una persona moribunda de poner fin a sus días, tiene su lugar en una sociedad adulta”, destacó el ministro de Justicia holandés, Benk Korthals. “Esta votación simplemente saca a la eutanasia del terreno criminal”, agregó el funcionario. La eutanasia no es un procedimiento nuevo en Holanda. Esta práctica se venía ejecutando con tolerancia oficial desde los años 90, a pesar de estar legalmente prohibida. Las estadísticas oficiales indican que sólo en 1999 los médicos holandeses intercedieron para ayudar a morir a 2216 pacientes terminales. En el 90 por ciento de los casos se trató de enfermos de cáncer.
Las críticas del Vaticano fueron inmediatas. Joaquín Navarro Valls, vocero de la Santa Sede, consideró que la legislación “viola la dignidad de la persona humana”, y “contradice la declaración de Ginebra de 1948 de la asociación mundial de médicos así como los principios éticos médicos aprobados por 12 países de la Comunidad Europea en 1987”. En territorio holandés no faltaron las voces disidentes. Grupos religiosos y pro-vida consideraron que la ley abrirá la puerta para que se cometan abusos. Algunas entidades, incluso, compararon la legalización de la eutanasia con la ideología nazi. “Si los médicos no van a dudar en matar gente, tampoco dudarán en suprimir el tratamiento de los pacientes que no les agraden”, sostuvo una activista de un grupo anti-eutanasia.
La eutanasia es tolerada en ciertas condiciones en un puñado de países, como Suiza, Colombia y Bélgica, pero en ninguno de ellos está legalizada (ver aparte). Según la norma holandesa, los menores pueden solicitar la intervención de un médico para terminar con su vida a partir de los 16 años sin necesidad de que sus padres den el consentimiento. En el caso de los niños de 12 a 15 años, se exigirá la voluntad de uno de los progenitores, además del acuerdo del paciente.
La ley fue aprobada por 104 a 40 votos. La media sanción de la Cámara de Diputados estuvo precedida por un intenso debate entre los legisladores de la coalición gubernamental del primer ministro Win Kok (socialdemócrata,liberal y reformista de izquierda) y los partidos cristianos de la oposición.

 

La opinión de especialistas

Por M.C.
“Holanda está dando un ejemplo de ejercicio de poder público. La cultura holandesa ya toleraba la práctica de la eutanasia. Lo que hicieron los diputados es dar un soporte legal a un mecanismo permitido de hecho. En cambio, en la Argentina no hay lugar para una ley similar, por la idiosincrasia de la población”, opinó, en diálogo con Página/12, Carlos Gherardi, presidente del Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. Para el sacerdote Leonardo Belderrain, doctor en Bioética, no sería “antiético” un suicidio asistido si además el Estado garantizara al paciente cuidados paliativos domiciliarios y morfina para calmar el sufrimiento, junto a contención para él y su familia, como ocurre en Gran Bretaña. “Países como Holanda, donde la eutanasia activa es tolerada y ahora legalizada, disponen de pocos recursos estatales para brindar cuidados paliativos a pacientes terminales”, objetó.
“Sería pertinente que todas las obras sociales aquí cubran los cuidados paliativos domiciliarios y la provisión de morfina, además de contención para el paciente y su entorno familiar”, consideró Belderrain. Para Gherardi es “una vergüenza” que los legisladores argentinos todavía no se hayan puesto de acuerdo para legislar la eutanasia pasiva. “Es inconcebible que no exista en el país una normativa para la abstención y retiro del soporte vital”, consideró el especialista. “Si hay una ética del cuidado terminal, no hace falta una ley de eutanasia activa”, agregó.

La ley en otros países

Aunque algunos países admiten implícitamente el suicidio asistido, la eutanasia activa sigue siendo un tema tabú en la mayoría de las naciones. En América latina, la Corte Constitucional de Colombia admitió la práctica de la eutanasia en mayo de 1997 para enfermos en etapa terminal que la reclamen expresamente. En Estados Unidos, la ley federal prohíbe este tipo de práctica, pero Oregon es el único estado que la autoriza si el enfermo terminal hace el pedido formal a un tribunal. Sin embargo, nunca se aplicó. En 1996, un tribunal federal de apelaciones de Nueva York autorizó la eutanasia médica.
Dinamarca permite al paciente que padezca una enfermedad incurable decidir si quiere que se ponga fin al tratamiento, es decir, puede hacer un “testamento médico” que debe ser respetado. En Suecia, la asistencia al suicidio es un delito que no se castiga. En Gran Bretaña, la eutanasia es ilegal. No obstante, en 1993 y 1994 la Justicia autorizó a médicos a acortar la vida de enfermos mantenidos artificialmente con vida. Australia, en realidad, fue el primer país que votó, en julio de 1996, la legalización de la eutanasia. La ley fue aprobada por el Parlamento de los Territorios del Norte, pero abolida a nivel federal meses después.

 

LOS PROYECTOS PRESENTADOS SOBRE “MUERTE DIGNA”
Argentina, lejos de Amsterdam

Tan lejos de Amsterdam como de la eutanasia activa. Así podría definirse la legislación argentina sobre el derecho individual a decidir sobre el fin de la propia vida. No obstante, en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados existen cuatro proyectos de ley sobre lo que los especialistas denominan “muerte digna”. Van desde la obligatoria intervención de un juez para retirar los aparatos que sostienen a un moribundo, a la más progresista norma que defiende la “autonomía de los pacientes”, uno de los cuatro pilares de la bioética, la especialidad que estudia los límites que la medicina debe tener a la hora de intervenir sobre el cuerpo de un enfermo. En esa norma se innova también en una especialidad que recién comienza a desarrollarse en un puñado de hospitales porteños, los cuidados paliativos, aquellos destinados no a curar lo incurable sino a disminuir el sufrimiento de los que ya saben que morirán.
“En primer lugar creemos que cada paciente puede decidir los tratamientos a los que se somete, y admitirlos o rehusarse a ellos”, le dijo a Página/12 la diputada Adriana Bevacqua. La legisladora del PJ es autora de un proyecto de ley en el que no sólo se legisla sobre la posibilidad de interrumpir la atención que alarga la vida y el sufrimiento de un paciente, sino que además da la oportunidad a los ciudadanos de escribir un testamento vital en el que mientras están conscientes o sanos pueden decidir a qué intervenciones se negarán en el caso de llegar a una etapa terminal de una enfermedad.
El resto de los proyectos, presentados por José Corchuelo Blasco (Régimen para calidad de vida y dignidad de los enfermos), Cristian Zucardi (Régimen del ejercicio del derecho de los pacientes con enfermedades terminales) y de Silvia Martínez (Derechos de los pacientes) determinan la posibilidad de retirar las máquinas que sostienen con vida a un moribundo previa opinión de juntas médicas o decisiones judiciales y sólo cuando se considera terminal la enfermedad. En el proyecto creado por Bevacqua, con el asesoramiento del bioético Ignacio Maglio, se defiende la autonomía del paciente y no se toman en cuenta los conceptos de irreversibilidad y terminalidad.
“Lo que critico es que no puede haber derechos especiales según la evolución, de manera que se le permite al paciente decidir solo en un estado terminal, algo que es muy complejo de evaluar”, plantea Bevacqua.
Otra de las innovaciones de la norma es lo que se denomina “directiva anticipada” o “testamento vital”: se trata de un documento labrado ante escribano en el que cualquier persona puede determinar la forma en que quiere morir si se enferma y decidir, por ejemplo, que no aceptará que lo conecten a una máquina respiradora.

 

 

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