Por Carlos Rodríguez
Después de cinco horas
de una indagatoria en la cual respondió más de 50 preguntas,
después de haber llorado en algunos tramos de su declaración,
el destituido juez de Rufino Carlos Fraticelli estuvo lejos de disipar
las dudas que lo involucran en el homicidio de su hija Natalia y muy
por el contrario, según anticipó a Página/12
una fuente allegada a la causa, pareció confirmar las sospechas
que indican que el crimen fue cometido dentro del entorno familiar, sin
participación de ninguna persona extraña. Fraticelli habría
reconocido que era prácticamente imposible que alguien que no fuera
de la familia haya podido ingresar a la casa la madrugada del crimen,
ocurrido el 20 de mayo pasado. En contra de la opinión que habrían
corroborado los investigadores, los defensores de Fraticelli sostuvieron
que su representado disipó todas las dudas y anticiparon
que pedirán su libertad por falta de mérito,
antes de que se cumpla el plazo de diez días que tiene el juez
Carlos Risso para resolver la situación procesal del imputado.
Antes de esa decisión, el magistrado ordenaría varios careos
entre Fraticelli y testigos de la causa que lo contradicen.
Antonio Di Benedetto, uno de los abogados de Fraticelli, precisó
que su defendido volvió a ratificar que es totalmente inocente
y durante su declaración no involucró a nadie en el
hecho, rechazando así la posibilidad de que hubiera incriminado
a su esposa, Graciela Dieser, quien está con prisión preventiva,
acusada por el delito de homicidio calificado por el vínculo,
carátula que también le podría corresponder al propio
Fraticelli. Fuentes cercanas a la causa admitieron que muchas de las preguntas
formuladas a Fraticelli tuvieron relación con los movimientos de
su hijo Franco durante las horas previas y posteriores al homicidio, aunque
el juez Risso se encargó luego de aclarar que el joven, hijo adoptivo
del matrimonio, nunca estuvo involucrado en el expediente
y consideró muy difícil que pueda ser llamado
nuevamente a declarar.
Las preguntas respecto de Franco estuvieron orientadas, sobre todo, a
determinar cuántas llaves había en la casa y la posibilidad
de que alguien ingresara desde el exterior. El joven ya había declarado
que su mamá, Graciela Dieser, era muy precavida y siempre se acordaba
de corroborar que todas las aberturas de la casa estuviesen cerradas,
sobre todo si se quedaban solas ella y Natalia, como había ocurrido
la noche previa al crimen, ya que Fraticelli, como está acreditado
en el expediente, estuvo en un hotel con una amante y regresó a
su casa a la 1.40 del sábado 20, luego de haber permanecido con
la mujer, desde las 21.30 del viernes, en el Motel San Martín,
ubicado en las afueras de Rufino.
Dada la notoria contradicción que existe entre los dichos de Fraticelli
y de algunos testigos clave, Risso podría disponer la realización
de varios careos para tratar de disipar esas dudas. Uno de los careos
será con el médico Hugo Costa, el primero en llegar a la
escena del crimen, quien hizo un relato que de ser verdad como cree
hasta ahora Risso deja sentada una serie de notorias contradicciones
y hasta alteraciones en la conducta del destituido juez Fraticelli.
Los careos podrían ser entre seis y ocho, ya que llega a ese número
el total de testigos que dijeron que Fraticelli les brindó versiones
totalmente diferentes, al punto del absurdo. En primer lugar, según
Costa, Fraticelli habló de un supuesto suicidio, pero luego dijo
que cuando la encontraron la niña tenía las manos atadas
con una bufanda y dos bolsas de color verde trasparente en la cabeza,
como si alguien la hubiera asesinado. Luego habló del presunto
robo de una suma de dinero que tenía en el altillo, en un recoveco
del techo al que, para acceder, había que subirse a una silla que
no tenía señal de pisada alguna.
En otras declaraciones, ante otros testigos, Fraticelli señaló
como autores del crimen a su mujer, Graciela Dieser, ella sola o con la
participación de un amigo de la familia, el kinesiólogo
Edgardo Martín. Luego también señaló como
posible partícipe al marido de su amante Mirta Ester Elguero. La
serie de contradicciones complica la situación deFraticelli, quien
está sospechado o bien de haber intervenido directamente en el
crimen o bien de querer encubrir a su mujer, ya que las manifestaciones
incriminatorias hacia ella las realizó en charlas informales, pero
nunca las confirmó en sede judicial.
Ayer, el juez destituido admitió que al entrar a la casa había
dejado la llave puesta del lado de adentro, en la puerta principal, lo
que hace más difícil la entrada de un extraño. Además
de no haber huellas de un ingreso, la familia tenía una perra muy
guardiana que ladraba incluso cuando llegaban sus dueños. Esa noche,
nadie la oyó ladrar.
Aparecen
los chicos de Roca
Los cuatro adolescentes que
desaparecieron el viernes pasado en la ciudad rionegrina de General Roca
fueron encontrados en el barrio porteño de Retiro. La policía
los había buscado por cielo y tierra tras varios días de
ausencia, con la idea de que podían haber sido captados por una
secta. Aunque aún no se aclararon del todo los motivos por los
cuales dejaron sus casas, todo indica que se trató simplemente
de una aventura.
Una patrulla de la comisaría 15, que estaba al tanto de las desapariciones,
encontró a los cuatro chicos, tres mujeres de entre 14 y 15 años
y un varón de 15. Cuando les preguntaron de dónde eran respondieron
de Río Negro y no fue difícil terminar de identificarlos.
Los chicos quedaron alojados en la comisaría del barrio de Retiro,
a la espera de ser trasladados a su provincia y se dio intervención
a un juez de menores. Luego, funcionarios judiciales llegaron desde General
Roca para trasladarlos en un vuelo de regreso a sus hogares.
Los padres de los adolescentes habían denunciado su ausencia el
fin de semana. La idea de la secta surgió porque un compañero
de ellos declaró ante la Justicia que el muchacho, al que apodaban
El Brujo, pertenecía a una organización de ese
tipo y hablaba constantemente de magia negra y ocultismo. Ese testigo
también señaló que las chicas habían mencionado
planes de un viaje y que tenían anotaciones donde se hablaba de
una supuesta ceremonia de iniciación.
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