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LA CASA BLANCA LO INFORMARA SOBRE SEGURIDAD
Cuando Bush baja los decibeles

Confiando en la Corte Suprema y la presión de la opinión pública, el gobernador de Texas bajó el perfil de su campaña por la Casa Blanca, que empieza a informarlo acerca de secretos de seguridad nacional que necesitará conocer si asume el 20 de enero.

Bush (der.) saluda al salir del Capitolio en Austin.
Gore (arriba) responde preguntas de la prensa en Washington.

Por Martin Kettle *
Desde Washington

La administración Clinton aceptó brindar una serie de reuniones sobre seguridad nacional a los dos campos en pugna por la Casa Blanca, después que George W. Bush renunciara a hacer un esfuerzo de alto perfil para quitar a Al Gore del camino. Bush permanecía ayer en Austin, Texas, trabajando en la formación de la administración-en-espera con el hombre que nombró como su secretario general de la presidencia, Andrew Card. El equipo de Bush dio varias señales de que decidió bajar su tono en su avance sobre Washington, por lo menos hasta que la Corte Suprema de Estados Unidos dé su veredicto sobre la votación en Florida, la semana que viene.
La atmósfera política en Estados Unidos ayer seguía asombrosamente tranquila, un día después que Gore apareciera en televisión para pedir paciencia mientras continúa con sus demandas judiciales por el resultado declarado en Florida. Los republicanos creen que la opinión pública se inclina firmemente en su dirección y que Bush sólo tiene que esperar unos pocos días para que su victoria adquiera un aire de inevitabilidad. Las últimas encuestas de opinión parecían apoyar esta afirmación: un sondeo de Gallup ayer mostraba que sólo el 37 por ciento de los norteamericanos quiere “esperar un poquito más” para que se decida el resultado, comparado con el 62 por ciento que piensa que la contienda ya duró demasiado. La encuesta determinó que más de uno de cada tres partidarios de Gore dijeron que debía conceder la elección, y sólo el 15 por ciento pensaba que Gore era “el verdadero ganador”, comparado con el 51 por ciento para Bush.
La vocera de Bush, Karen Hughes le dijo a los periodistas que él deseaba que se dirigieran a él como “gobernador” y no como “presidente electo”. Los republicanos más agresivos no acataron la insinuación. El jefe de la bancada en la Cámara de Representantes, Tom DeLay, emitió una declaración alabando al “Presidente electo Bush”. Ayer, cuando llegó al edificio del Capitolio en el estado de Texas, Bush restringió sus comentarios a la prensa que lo esperaba y a la multitud a: “Encantado de verlos a todos”. Luego entró en el Capitolio, donde mantuvo tres horas de reuniones con Card y Clay Johnson, a quien nombró director ejecutivo de su equipo de transición.
Como parte de esta orientación cautelosa, se cree que Bush postergó durante unos días el anuncio de otros importantes nombramientos para su administración de transición. Las designaciones del ex titular del estado mayor conjunto, general Colin Powell, como secretario de Estado y Condoleeza Rice como asesora de seguridad nacional probablemente se hagan la semana que viene, pero se supo que el general Powell le dijo a Bush que él no quería ser utilizado como instrumento en la batalla con Gore. “Nos podemos mover con bastante rapidez en un par de áreas, pero Bush tiene que decidir el momento”, dijo ayer el candidato presidencial, Dick Cheney, que preside los trámites de transición.
Cheney dijo también que había una “buena posibilidad” de que el gabinete de Bush incluyera a demócratas. La señal principal hasta ahora, sin embargo, es que incluirá a muchos republicanos que trabajaron en el gabinete de su padre en 1989-93. La Casa Blanca acordó ayer establecer reuniones diarias de seguridad nacional para ambos equipos, después de que Gore sugiriera el arreglo.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère

 


 

LA PELEA FINAL PODRIA DECIDIRSE EN ENERO
La Corte no lo decide todo

Por Javier del Pino *
Desde Washington

La decisión que tomen a partir del viernes los jueces de la Corte Suprema de EE.UU. no cerrará la batalla legal por la presidencia. Aunque su veredicto puede proporcionar un golpe de imagen a alguna de las dos partes, la revisión de la Corte afecta sólo a cuestiones de forma con escasa traducción práctica.
Los equipos de abogados de Bush y Gore presentaron ayer sus escritos de alegaciones ante el máximo órgano jurídico de EE.UU. La vista oral del próximo viernes no durará más de una hora y media y se celebrará, como siempre, con periodistas en la sala pero sin cámaras ni grabadoras. Los jueces han declinado varias peticiones –en especial de la cadena CNN– que habían solicitado permiso especial para retransmitir la sesión en aras de su trascendencia histórica.
Sin embargo, la decisión de la Corte Suprema no va alterar el marcador de votos en Florida. Los magistrados no van a analizar posibles irregularidades en los recuentos en varios condados sino algo mucho más técnico: decidirán si la Corte Suprema de Florida actuó incorrectamente al alterar los plazos de presentación de resultados y al imponer una fecha arbitraria.
Si la Corte da la razón a los jueces de Florida, los abogados de Bush perderán el envite pero no la certificación actual que les otorga un pequeño margen de victoria. Si la Corte arremete en su sentencia contra los magistrados de Florida, Al Gore sólo vería erosionada su imagen. La diferencia de votos entre los dos candidatos seguiría siendo 537 salvo que los abogados republicanos exijan a la Secretaría de Estado de Florida una nueva certificación que excluya los pocos recuentos manuales incluidos en el resultado final del pasado fin de semana.
Incluso en ese caso, la victoria de Bush sobre Gore se mantendría por debajo de los 1000 votos, es decir, menos de lo que el vicepresidente espera obtener si se aceptan sus impugnaciones y se recuentan las papeletas irregulares.
Si ése llega a ser el caso y Gore logra los votos que necesita para la victoria, comenzaría la auténtica fase decisiva que, tras los previsibles recursos, acabaría de nuevo en la Corte Suprema en Washington; es ahí donde los jueces sí pueden tener la penúltima palabra en el conflicto. La última estará en el Capitolio en la primera semana de enero.
Al margen de los trámites actuales en la Corte Suprema, prosigue el rosario de demandas en cortes de todo tipo. A los demócratas les preocupa especialmente el calendario en los procedimientos que requiere su impugnación de los resultados. El juez encargado del caso, Sanders Sauls, elegido por sorteo, es uno de los más conservadores y menos preferidos por los demócratas. En cualquier caso, el equipo de abogados de Gore, a la vista de la poca vivacidad que parece mostrar el magistrado, presentó ayer una propuesta de calendario para tratar de cerrar el proceso el 6 de diciembre, de manera que el recurso predecible pueda acabar tramitado ante la Corte Suprema de Florida el 9 de diciembre. Eso dejaría un margen a la Corte Suprema de Washington para su pronunciamiento final antes de la votación de los compromisarios 9 días después.
La Corte Suprema de Florida también comenzaba ayer a estudiar la demanda que pide la celebración de nuevas elecciones en el condado de Palm Beach para resolver la confusión provocada por las célebres “papeletasmariposa”. Por otra parte, siguen pendientes varias batallas judiciales sobre la inclusión o la exclusión de votos ausentes.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

FUE REELECTO EN CANADA CHRETIEN
La tercera no fue la vencida

El primer ministro canadiense Jean Chrétien sorprendió ayer a propios y ajenos al lograr una contundente victoria en unas elecciones adelantadas cuya convocatoria le había costado muchas críticas. Chrétien logró así un tercer mandato consecutivo, algo que no ocurría en el país desde la posguerra, y lo hizo con una mayoría absoluta, que ahora será de 173 escaños en una Cámara de los Comunes de 301 bancas. La derechista Alianza Canadiense de Stockwell Day fracasó en su intento de convertirse en una alternativa política, pero sus resultados confirmaron la división del país entre el centro y oeste conservadores y la socialdemocracia de las provincias atlánticas.
Chrétien se jugaba la carrera en estos comicios, convocados a los tres años y medio de un gobierno de cinco sin que hubiera razones políticas trascendentes para hacerlo –de hecho, a falta de temas importantes el debate degeneró en un juego sucio de ataques personales–. La decisión fue tomada tres meses atrás como reacción a la emergencia del conservador Day como alternativa nacional. El Partido Liberal estaba alto en los sondeos y, aunque lo previsible era ir a las urnas a mediados del año próximo, Chrétien prefirió no darle tiempo a Day para prepararse.
Cuando el 20 de enero Bill Clinton deje la presidencia de Estados Unidos, Chrétien (que llegó al poder en 1993) será el más veterano de los líderes de los países industrializados gracias a este tercer mandato consecutivo que no logró ni su gran mentor, el fallecido Pierre Elliot Trudeau. Por su parte, la Alianza, que pasó de 58 a 66 diputados, no logró enmascarar su derrota. Day ofreció al país un programa conservador basado en el recorte fiscal, la reducción del papel estatal y su criticado “fundamentalismo” ante el aborto y la pena de muerte. Se había lanzado a la arena política nacional con la promesa de convertir a su partido en una fuerza alternativa de derecha y, sobre todo, con la pretensión de entrar con vigor en Ontario, el corazón político, económico y demográfico del país. Pero de los 103 escaños de Ontario, Chrétien obtuvo 100 y la Alianza dos. De haber perdido la apuesta, Chrétien habría tenido que ceder ante su popular ministro de Hacienda Paul Martin. Pero ahora el premier adelantó que recién dentro de tres años se planteará si sigue o no en la política.

 

 

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