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�La cultura puede ser un campo de batalla�

La idea es de la investigadora venezolana Susana Rotker, quien murió trágicamente en Nueva Jersey, en un accidente de tránsito, del que salió ileso por milagro su marido, el escritor Tomás Eloy Martínez.

Susana Rotker era una brillante ensayista e investigadora cultural.

En la madrugada del lunes, la ensayista e investigadora venezolana Susana Rotker murió a causa de un accidente de tránsito cuando volvía a su casa de Nueva Jersey junto a su marido, el escritor argentino Tomás Eloy Martínez. Aparentemente, un auto habría violado una luz roja en el momento en que la pareja cruzaba la calle, con la desgracia adicional de que, al caer hacia un costado, fue atropellada por otro que venía en dirección contraria. El autor de Santa Evita y La novela de Perón, por su parte, resultó ileso. Sol Ana, la hija adolescente que tenían juntos, no se encontraba con ellos en ese momento. Rotker era profesora de Literatura latinoamericana del siglo XIX y directora de los estudios de posgrado en el Departamento de Español de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, donde residía desde 1991 junto al escritor argentino.
Nacida hace 46 años en Venezuela, Rotker desempeñó durante toda su carrera la docencia y la investigación de manera simultánea, y además fue profesora en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Recibió becas del Social Science Research Council de Nueva York y del Wilson International Center de Washington. Y en 1991 ganó el premio Casa de las Américas por su libro La invención de la crónica, un trabajo exhaustivo sobre el papel de las crónicas en la renovación de la prosa latinoamericana. Es precisamente en este trabajo donde Rotker expuso el riguroso trabajo que venía realizando sobre diversos archivos tanto norteamericanos como latinoamericanos y que, siete años después, culminaría con la publicación de Cautivas, considerada su obra más importante. Sus ensayos se recostaban sobre sólidas investigaciones que la llevaban a exhumar memorias, crónicas de viajes, notas de expedición, documentos militares y diarios largamente olvidados. “Yo creo que en la investigación, así como en el amor y en la guerra, vale todo.”
En la línea de pensamiento impulsada por intelectuales como Jaime Rest, David Viñas y Noé Jitrik, Rotker sostenía que la cultura debía ser considerada uno de los campos de batalla donde se libran los enfrentamientos políticos, “un espacio de combates abiertos por el poder, de disputas ardorosas por la supremacía de las ideas”. Precisamente ese convencimiento constituye el eje ideológico que atraviesa la obra de Rotker, focalizada sobre todo en el siglo XIX. “Pocas veces esas disputas se ven de manera más nítida que en el proceso de formación de las naciones nuevas, y pocas veces la intolerancia llegó a extremos tan excesivos como en la América latina del siglo XIX”, escribió. Y como prueba incontestable a sus argumentos, ofreció Cautivas (1999), un trabajo en el que su rescate de minorías étnicas y culturales se centraliza en la figura de las mujeres capturadas por los malones indígenas. “Por un lado, la Argentina es el único país de la Américas que ha decidido borrar de su historia y de su realidad las minorías mestizas, indias y negras”, explicó. “Por otro, siempre me ha impresionado mucho observar qué pasa en la vidas de una persona normal, con una vida corriente, que de pronto, por un movimiento perverso de la Historia, sin haber hecho nada, se convierte en víctima, ya sea de un malón (como las cautivas), de un progrom o de un Estado asesino. Me contaban que en la Argentina, durante los años de plomo, cuando venía un desaparecido o un torturado, no se lo quería ver. Así pasaba con las cautivas vueltas a la sociedad.”

 

 

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