Por Darío
Pignotti
Desde San Pablo
Estamos bajo una dictadura
global, no de dictadores clásicos, sino de los mercados.
La afirmación es de Bernard Cassen, uno de los directores periodísticos
en Le Monde Diplomatique. Ahora mismo los piqueteros argentinos
y los trabajadores coreanos están resistiendo los efectos particulares
de ese totalitarismo único, ejemplifica Cassen y advierte
acerca de la amenaza de muerte que pende sobre la soberanía
de la democracia. Es una cuestión de perímetros, si
el control estatal no domina el perímetro de los flujos comerciales
y financieros se pierde toda capacidad democrática de influencia
sobre el poder. Cuando los gobernantes elegidos no tienen poder sobre
el poder real, votar se vuelve estéril. Cassen es también
un activista de nuevo tipo, preside la sede francesa de ATTAC, organización
que impulsa tasar la circulación financiera. De visita en Brasil
para promover el Forum Social Mundial que tendrá lugar en Porto
Alegre en enero, Cassen accedió a dialogar con Página/12.
Las concentraciones antiglobales de Seattle a Praga han convocado
a ecologistas, granjeros, sindicalistas y anticapitalistas, zapatistas
y punks. ¿Es posible organizar semejante heterogeneidad?
No es sencillo. Después de la etapa de manifestaciones para
decir No ahora debemos entrar en otra para decir nuestros Sí. Todavía
estamos ladera abajo, pero creo que podemos empezar a levantar la cuesta.
¿Cómo?
El Forum de Porto Alegre será un hecho histórico porque
marcará un salto en el movimiento antiglobal. En enero se va a
completar el viraje iniciado en junio en Ginebra durante una cumbre paralela
a la cumbre social de la ONU donde unos 200 movimientos empezaron a organizar
cada lucha sectorial: unos se dedican a la deuda, otros a los paraísos
fiscales, otros a las cuestiones de género, otros a la tasa sobre
los flujos de capitales.
Once años después al Consenso de Washington le sobran
disensos.
El neoliberalismo ha perdido la partida teórica, nadie se
anima a defenderlo, los libros más vendidos en Francia y Europa
son antiliberales. El discurso que desde hace 20 años defendemos
en Le Monde Diplomatique ahora es defendido por otros medios.
La hipótesis de una dolarización argentina ha abierto
en Brasil el debate sobre la soberanía monetaria.
Es que allí está la fuente de otras soberanías,
porque emitir moneda corresponde a intereses particulares de un país
y en el caso del dólar es algo que corresponde estrictamente a
los intereses de EE.UU. A veces su política monetaria los lleva
a tener un dólar bajo o no, ellos no tienen ninguna teología
sobre el dólar fuerte o débil, hacen lo que les resulta
más conveniente. El problema es que lo bueno para EE.UU. no siempre
es bueno para Panamá, Ecuador o la Argentina. Si la Argentina sacrifica
su moneda habrá renunciado a toda política monetaria, toda
autonomía y toda independencia. Diría que renunciando a
la moneda no vale la pena votar, porque quien fuera electo no tendrá
casi instrumentos para actuar.
El retroceso de los Estados quitó sustento al concepto clásico
de soberanía nacional.Hay autores que hablan de otras soberanías,
¿cuál es su opinión?
La soberanía no tiene que ser sólo nacional, puede
ser plurinacional, hoy mismo se puede pensar en ciertos cuadros regionales
en que se deleguen ciertos elementos de soberanía pero por consentimiento
libre de los países, no por imposición. La Unión
Europea podría ser un caso donde ciertos elementos de defensa son
comunes. El problema no está en esadelegación sino en las
nuevas soberanías que se ven amenazadas por la globalización.
¿Como cuáles?
Por ejemplo la soberanía y seguridad alimentaria. Los pueblos
que no tienen autosuficiencia quedan sin ninguna soberanía alimentaria.
Por eso hay que cuidarse de lo que hacen los grandes lobbys en favor de
los transgénicos que inducen la dependencia alimentaria. Estados
Unidos ya ha usado el arma alimentaria contra Europa, hoy ya no puede
peroalgún día podría usarla contra Rusia o China.
En términos de argumentos de poder mundial no todo parece
ser mercado. Detrás del dólar fuerte, EE.UU. tiene un presupuesto
militar de 300 mil millones de dólares. ¿Cuál es
su lectura sobre el tema?
El poder del Pentágono está por detrás de Wall
Street, el Pentágono es el último recurso y lo saben hacer
valer. EE.UU. quiso mantener la OTAN en Europa a pesar de la caída
de la URSS y lo hizo aunque no tuviera ya ninguna razón de seguir
existiendo. EE.UU. ahora la amplió a Hungría, Polonia, República
Checa, es decir que la OTAN es la mano de EE.UU. en Europa, eso significa
decir aquí estamos, y no nos vamos. Y Europa, que tiene
un cierto margen de maniobra, debe aceptarlo en silencio, a pesar de que
a veces Francia puede decir tímidamente que no, pero nada más.
El déficit norteamericano aparece en su democracia interna.
¿En qué sentido?
Lo de EE.UU. es un escándalo, no por el recuento de Florida,
sino porque a alrededor del 50 por ciento no le importa votar, y sólo
el 20 por ciento de los jóvenes votaron. Eso dice que más
de tres cuartas partes de los jóvenes están fuera del sistema,
lo que es muy peligroso pero tiene sin cuidado a los poderosos. Diría
que esa colectividad tiene desprecio por ese tipo de democracia donde
vence el que tenga más dinero, donde se derrochan millones en marketing
y las máquinas para votar no funcionan. EE.UU. es una caricatura
de la A a la Z, es un ritual donde se elige entre iguales, como son Bush
y Gore. Espero que algún día haya disensos en EE.UU., pero
no sé cuándo será.
¿Imaginó, 10 años atrás, un escenario
latinoamericano como el actual?
Hace unos años en Francia no se prestaba mucha atención
a América latina, se decía que no pasa nada.
Ahora está pasando mucho. Se está viendo la contradicción
de los imperativos de la globalización financiera y las aspiraciones
democráticas que vienen tras las dictaduras. Se pensó que
la democracia iba a traer bienestar y, en cambio, vino una onda liberal
incluso por parte de sectores de izquierda. Un fenómeno como el
de Hugo Chávez en Venezuela es un tipo de reacción a la
globalización, como lo son también los movimientos populares
de Brasil, que son muy fuertes.
¿Los movimientos populares amenazan la representatividad
de los partidos?
Hay un desfasaje entre la efervescencia popular y su traducción
política, eso se ve tanto en América latina como en Europa.
Los gobiernos de la socialdemocracia siguen haciendo exactamente igual
que los conservadores y es así como aparecen nuevas formas de organización
no partidaria.
En estos días pararon los metalúrgicos de San Pablo
y los trabajadores desocupados en la Argentina interceptaron rutas y avenidas.
Creo que esta irrupción de fuerzas nuevas, inclusive de desocupados
que se organizan, es un nuevo aspecto en el panorama mundial, y allí
se debe articular la resistencia a la globalización.
¿Qué amenaza más al poder económico:
suspender la producción de 5000 automóviles por día
o bloquear caminos?
Ambos, yo creo. Estas nuevas fuerzas emergentes son una amenaza
para el capital financiero que necesita muy poco para huir, ellos no gustan
deun país con luchas sociales. Pero una lucha nacional no va a
ir muy lejos. Lo importante sería coordinar luchas brasileñas,
argentinas, etcétera.
¿Cuál es su diagnóstico sobre la Argentina?
No sé qué va a pasar en la Argentina pero va a pasar
algo seguro, y será algo bastante fuerte.
¿Puede haber un efecto tango repercutiendo en la región?
Una crisis financiera argentina va a afectar por ondas a Brasil,
Uruguay, el Mercosur. Puede suceder algo tal vez semejante a la crisis
que comenzó en Tailandia con una moneda irrelevante, nadie sabía
que el bath era la moneda tailandesa y, sin embargo, de allí se
disparó la crisis asiática.
¿La Argentina puede ser la nueva Tailandia?
Es una posibilidad existente. Si estallara en la Argentina eso sería
la continuación de la crisis asiática, hay un potencial
muy serio porque es el mismo continente de EE.UU. Hay que leer la prensa
financiera inglesa o norteamericana para ver que las inquietudes sobre
la Argentina son muy serias.
A quiénes ataca
ATTAC
Surgida en Francia luego de un editorial publicado en Le Monde
Diplomatique en diciembre de 1997 ATTAC es la Asociación
por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas para
Ayudar a los Ciudadanos.
La organización ya existe en varios países, incluyendo
la Argentina. Paradójicamente la tasación del circulante
es una idea tomada del Premio Nobel de Economía de 1981 James
Tobin. Un profesor que no tiene nada de revolucionario,
dice Bernard Cassen, presidente de la ATTAC francesa.
¿Es técnicamente aplicable la tasa Tobin?
La tasa Tobin es perfectamente viable, técnicamente.
No amenaza el funcionamiento del sistema financiero internacional
para nada y mucho menos al capitalismo. Pero tiene tanta resistencia
por su valor simbólico. Es un rechazo político, es
el miedo a que se caiga el símbolo de la libertad de circulación
de capitales, es casi teológico: no pueden permitir ninguna
heterodoxia. El capital no va a librar alegremente su mayor conquista
política. Sería el grano de arena del que hablaba
Keynes y ahora retomó Tobin. Y también sería
el trampolín para saltar más allá y para crear
consenso en que es posible detener al neoliberalismo. Demostraría
que lo político estaría recuperando un poco de poder
sobre el mercado financiero.
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