Por Carlos Polimeni
La decisión de Víctor
Hugo Morales de poner en el aire de canal 7, de arrebato, buena parte
del partido con que Boca Juniors se consagró campeón mundial
de clubes se convirtió ayer en una de las polémicas más
atrapantes en mucho tiempo en el mundo de la televisión argentina.
Morales consiguió al menos tres cosas, con su picardía rioplatense:
el más alto rating del año para el canal estatal (9.3 de
promedio para su Desayuno, de 7 a 9), una retahíla
de amenazas de juicios de quienes se sintieron perjudicados y una avalancha
de adhesiones de telespectadores que pudieron acceder así a las
imágenes que, en teoría, sólo podía transmitir
en directo desde Japón la empresa CableVisión, que había
pagado por eso un millón de dólares.
La jugada del relator uruguayo desde el comando de un programa periodístico
puede ser considerada como parte de su cruzada histórica contra
el poder que los holding empresarios han adquirido sobre los derechos
de televisión del fútbol, aunque en este caso los derechos
no eran de Torneos y Competencias, la corporación contra la que
desde hace años batalla. Los derechos pertenecían el grupo
estadounidense Hicks y Liberty Media, propietario de CableVisión,
que había intentado, en vano, vendérselos a Multicanal,
del grupo Clarín, ampliando el negocio. Morales no intentó
un golpe de efecto sino, según dijo, establecer de hecho un
cacho de justicia aunque eso significara vulnerar el orden legal.
Por eso a mí me parece que éste es un episodio simpatiquísimo,
afirmó ayer el periodista Carlos Ulanovsky, especializado en medios.
Fue un desafío interesante al sistema, en una época
casi sin desafíos.
Morales dijo anoche a Página/12 que cree que aunque la decisión
del programa pueda ser considerada ilegal por alguien, es éticamente
legítima. Recordó que desde el día anterior
la promoción de Desayuno anticipaba que se iba a espiar
el partido y que eso fue lo que se hizo. Nadie se opuso entonces,
ni nadie nos dijo nada en el canal, subrayó. La situación
es transparente: pagando los derechos, una empresa se había hecho
dueña de algo que es de la gente. Y nosotros tratamos de devolverle
derechis a la gente, que a juzgar por el rating fue descubriendo, haciendo
zapping, que estábamos dándole una oportunidad y se prendió.
Morales agregó: Ahora me quieren pasar una factura, pero
yo tengo claro que el problema conmigo es que yo peleo contra el desprecio
que los poderosos tienen con la gente.
El canal estatal, que tiene con el responsable de Desayuno,
Eduardo Metzger, un acuerdo de coproducción, no parece tan de acuerdo
con el desafío planteado por el periodista uruguayo. Es más,
dice haber sido vulnerado en su buena fe. Nosotros nunca le dimos
autorización para hacer lo que hizo, sostiene Luciano Olivera,
gerente de programación del canal. Olivera había recibido
antes de esto una queja de CableVisión, preanuncio de un juicio,
a la que respondió con un pedido de disculpas, por escrito. A
la hora en que se inició Desayuno no había ninguna
autoridad en el canal, por lo que sus productores, equivocándose,
decidieron por su cuenta emitir imágenes del partido, resumió.
El público del canal, obviamente ampliado, saturó el correo
electrónico (llegaron el martes más de 4 mil dirigidos al
programa de Víctor Hugo) y las líneas telefónicas,
agradeciendo la decisión.
Olivera recordó que en el programa es habitual que se exhiban imágenes
de otros canales como referencia de lo que ocurre en derredor, pero que
para su gerencia era inimaginable que iba a violarse una norma legal en
la mañana del martes. Una fuente del canal dijo por separado que
la actitud de Robin Hood de Víctor Hugo fue celebrada por
muchos funcionarios que no pueden decir en público lo que piensan
del monopolio. Sin embargo, al respecto, hay un punto clave: está
en vigencia una ley que obliga a que los partidos de la selección
deben ser emitidos en directo por un canal de aire al menos, producto
de una importante presión social durante lasactuales eliminatorias
para el Mundial 2002 ¿No sería hora de ampliar el radio
de la ley a partidos como el de Boca el martes)?
CableVisión está que trina. Lo que Víctor Hugo
hizo se llama de una sola manera: robo de señal, dijo ayer
una fuente del departamento legal, ante la consulta de Página/12.
Nosotros tenemos que proceder de acuerdo a lo que pasó, más
allá de las explicaciones. Y tenemos que hacer un juicio, que sí
o sí obliga a exigir una reparación económica, porque
a su vez nosotros le habíamos vendido a América la emisión
en diferido en exclusiva para el aire, y ellos aducen que perdieron la
exclusividad en el mismo momento en que el 7 emitió a la mañana.
Para los abogados de la empresa está claro que no hubo una marcada
preterintencionalidad de dolo, sino un entusiasmo peligroso en el piso
de Desayuno. Uno de ellos trazó esta especulación:
Por ahí pensaron en dar sólo algunas imágenes
aisladas, pero como Boca hizo los dos goles al principio se entusiasmaron,
y entraron en una lógica irreal, que se juntó con la posición
de militancia de Víctor Hugo con respecto a la liberalización
de los derechos. Quiero decir: operaron de acuerdo a una calentura, y
después ya era tarde. La prueba es que en el segundo tiempo dieron
casi todo el partido y que en los 3 o 4 minutos finales Víctor
Hugo pidió al aire al director que pusiera el partido en pantalla
completa.
La postura por la cual América dice que le iniciará juicio
a CableVisión tiene dos matices. El primero es que el canal pensaba
hacer no menos de 20 puntos de rating el lunes por la noche, con la exclusividad
del aire en diferido. Hizo la mitad, prácticamente. El segundo
es que el canal es ahora propiedad de Carlos Avila, el dueño de
la mayoría del paquete accionario de TyC, empresa ésta que
perdió la puja por los derechos del partido con el grupo Hicks
y Liberty Media, que invirtió fuerte porque busca posicionar en
el mercado argentino su señal deportiva PSN. El diario Ambito Financiero,
del que Avila es copropietario, cargó ayer contra Multicanal, por
su decisión de no negociar con CableVisión, que privó
a sus tres millones de abonados de ver el partido. Lo notable es que sí,
en cambio, pudo venderle los derechos a varios sistemas del interior,
entre ellos Supercanal, que por cantidad de abonados es la tercera empresa
del rubro, Intercable y Teledigital. El hecho de que la transmisión
en directo no haya sido realizada por TyC es a su modo, histórico,
tanto como el tenor del relato que desde Tokio concretaron para la Argentina
los locutores Ricardo Ortiz y Eduardo Biscayart.
Ulanovsky, autor de libros sobre la historia de la televisión,
la radio y los diarios en la Argentina, cree que, más allá
de lo que se diga ahora, la de Desayuno fue una apuesta ideológica.
Desde hace un tiempo, Víctor Hugo está enfrentado
al monopolio de TyC en todos los terrenos, con una lógica que comparto,
que es que el fútbol debe ser televisado sin restricciones. El
productor, Metzger, no es, en absoluto un nene de pecho, que se pudo haber
equivocado por un impulso. Es el tipo que fue asesor de imagen del ex
presidente Raúl Alfonsín, que es columnista del programa,
fue interventor del 13, etc. Metzger no se equivocó: sabía
perfectamente lo que hacía,..
Hay un dato lindo sobre el tema de la cruzada de Morales contra los monopolios:
en 1986 transmitió el Mundial de México para LR2 Radio Argentina,
que había comprado los derechos radiales en exclusividad para el
mercado local. La radio pertenecía entonces al empresario Héctor
Ricardo García y su director era Ricardo Gangeme, que terminó
sus días asesinado en el sur, donde tenía un diario sensacionalista.
En aquel Mundial, la televisación de canal 7 tenía por relator
a Mauro Viale, quien, sin embargo, no había viajado a México.
Viale y Morales protagonizaron una de las peleas a golpes de puños
más recordadas de la historia del medio.
Las cifras que abonan
la polémica
En el centro del conflicto que involucra a Cablevisión y
Víctor Hugo Morales hay un detalle que, tratándose
de televisión, nunca es menor: el rating. La idea de dividir
la pantalla y mostrar pasajes del partido entre Boca y Real Madrid
le reportó a Desayuno la excepcional (para Canal
7 y para el ciclo matutino) medición de 9.3 puntos de rating
promedio, con un pico de 12.1 en el segmento horario 7.45/8.00 y
un piso de 2.9 a las 7.00. Es decir que los televidentes se fueron
sumando a medida que se iban enterando de que podían, de
algún modo, seguir las alternativas de la final por canal
7. En promedio, durante la emisión de Desayuno
hubo poco más de 270.000 televisores encendidos en Capital
y Gran Buenos Aires. Estas cifras son significativas si se las compara
con las que obtiene cotidianamente el programa conducido por Víctor
Hugo. Sin ir más lejos, el día anterior el ciclo periodístico
midió 1.7.
Cablevisión, en tanto, tiene razones para quejarse, aunque
también algunas para festejar. La franja horaria de las 7
y la 9 de la mañana fue la que tuvo más rating en
todo el día en el cable argentina. Teniendo en cuenta que
la mañana es, siempre, el momento de menor encendido diario,
las mediciones, esta vez, dijeron otra cosa: cuando
empezó el partido, la sumatoria de todos los canales de cable
(está clarísimo que el porcentaje mayor se lo llevó
el fútbol) dio 22.6. Después de los 15 minutos, bajó
a 21.9 y solo volvió a decaer en el entretiempo. El pico
de rating se registró a las 9.15, coincidiendo con el final
y los festejos de Boca: 28.7. Hay que señalar, además,
que las cifras en este caso no dejan de ser ficticias. Si se considera
cada punto de rating en función de 30 mil televisores encendidos,
¿cómo medir cuánta gente vio el partido si
los bares de la ciudad al menos los que tuvieran el servicio
de Cablevisión-y alrededores estuvieron atestados de hinchas?
En día normal en que el cable sumaba 28 puntos, el rating
es de a lo sumo 10.
La emisión nocturna del partido, en diferido, por América,
apenas midió 11.4 de promedio.
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