Por Cecilia Sosa
En diciembre de 1973, Graciela
Alba Vallejo se recibió de médica en la Universidad de Buenos
Aires. Tenía 26 años y uno de los tres mejores promedios
de su promoción. Pero nunca llegó a recibir su diploma de
honor: mientras todavía estaba en trámite, el 9 de setiembre
de 1977, fue secuestrada por la dictadura militar. Ayer, en una colmada
sala de la Facultad de Medicina, Sara Vallejo recibió el diploma
en nombre de su hermana. La reparación fue posible gracias a una
investigación realizada por la Cátedra Libre de Derechos
Humanos de la UBA, que recuperó las historias de 330 trabajadores
de la salud desaparecidos y asesinados durante la dictadura. La
emoción no alcanza para el consuelo. Pero sí la alegría
de la justicia, dijo Osvaldo Bayer al entregar el diploma a Sara.
El aula magna de Medicina, a las 19 de ayer, no daba abasto. Entre los
jóvenes graduados que lucían sus mejores ropas se veían
algunos pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo. Los 110 nuevos
egresados que celebraban su colación de grado desfilaron por el
estrado recibiendo diplomas, vítores y aplausos. Cuando Bayer comenzó
a hablar, por primera vez en la tarde, hubo silencio.
Graciela Vallejo había querido ser monja. Después, más
grande, cambió su vocación por la medicina, por la pediatría.
Cuando fue secuestrada de su humilde departamento de French al 2800, Graciela
estaba haciendo la residencia en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Además, trabajaba como secretaria en la Confederación Nacional
de Médicos y Psicólogos Residentes. Era una institución
muy activa que denunció los crímenes de la Triple A y se
opuso a las privatizaciones y la desregulación de la salud perpetradas
por la dictadura, contó Claudio Capuano, médico y
director de la investigación de la Cátedra de Derechos Humanos.
El lema de la institución era Por una medicina gratuita,
igualitaria, científica, a cargo del Estado y al servicio del pueblo.
No sólo desapareció ella, también gran parte
de la mesa directiva de la confederación, recordó
el investigador.
Desesperadas, su madre y su hermana recurrieron a una ex compañera
de escuela de Graciela, a la única persona de toda la división
del Colegio Jesús María que no la había votado mejor
compañera: la hija del general Carlos Suárez Mason.
Papá no la tiene, contestó ante el reclamo.
Nunca se supo qué fue de Graciela. Los asesinos habían
llegado a ser dueños absolutos de la vida y la muerte dijo
ayer Bayer. Graciela Vallejo. Un dolor infinito nos asalta al saber
que ya no podrá sonreír a la vista de su diploma de honor.
Y terminó: Graciela, estás en tu casa, con el diploma
de honor bajo el brazo. Los estudiantes te acompañan y te siguen
por los pasillos. Bienvenida.
En medio de un aplauso cerrado, con toda la sala de pie, Sara, su hermana,
recibió el diploma entre lágrimas. Estoy apenada pero
feliz. Más acompañada, imposible, dijo, poco después,
a este diario. Del acto también participaron el ex decano Guillermo
Jaim Etcheverry y el actual, Salomón Muchnik.
La investigación y el trámite que concluyeron con el emotivo
acto de ayer empezaron hace un año. A través de su trabajo
con los organismos, con ex detenidos y familiares de las víctimas,
Claudio Capuano conoció a Sara Vallejo. Juntos, en diciembre del
99 presentaron una carta en la Facultad de Medicina solicitando
la entrega de aquel diploma de honor. Como no estaba hecho el trámite
de sucesión, la respuesta automática fue la burocrática,
contó Gabriel Rosenstein, otro de los investigadores. Pero, ante
un proyecto de la consejera directiva Cristina Ibarra, el consejo de Medicina
aceptó revisar los antecedentes. El decano Muchnik tomó
el asunto y firmó la resolución. Después de
un año de trámites, los resultados superaron nuestras expectativas.
De un reconocimiento a una médica desaparecida pasó a ser
un acto masivo de toda la facultad, dijo Capuano, emocionado. De
hecho, el acto se realizó en la colación de grado, después
de que más de cien graduados recibieran sus títulos, un
hecho inédito,según Capuano. También
se obtuvo el aval para que la propia facultad se comprometa a analizar
los casos de desapariciones. La idea no es sólo investigar qué
pasó con todos los desaparecidos apuntó Rosenstein,
sino comprometer a fondo a todas las facultades e incluso al Consejo Superior
de la UBA para que la universidad asuma el deber de investigar. También
podrían hacerlo otras universidades.
Verdad, justicia,
memoria
La investigación del caso de Graciela Vallejo impulsó
a la Asociación Gremial Docente (AGD-UBA) a crear una comisión
por la verdad, la justicia y la memoria, similar a las que ya existen
en las facultades de Ingeniería, Sociales y Económicas.
Desde esa comisión se lanzará una nueva cátedra
libre sobre ética médica y derechos humanos, un proyecto
avalado por la gestión de la Facultad de Medicina.
Por otro lado, la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la
UBA realizará estos días las últimas actividades
del año. Mañana, a las 20, en el aula 108 de Filosofía
y Letras (Puán 470), se presentará el libro El Cordobazo,
de Juan Carlos Cena. Y el miércoles que viene, a la misma
hora y en el mismo lugar, se dará una charla sobre Desaparición,
duelo e impunidad. Informes: 4432-0606 (interno 128), de lunes
a viernes, de 14.30 a 17.30.
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NUEVA
UNIVERSIDAD VIRTUAL
Una red para Iberoamérica
El año que
viene se pondrá en marcha la primera Red Iberoamericana de Universidades
Virtuales. El proyecto es encarado en conjunto por la Universitat Oberta
Catalunya (España) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ),
entre otras casas de altos estudios de habla hispana.
La UNQ y la universidad catalana trabajan asociadas desde 1999, cuando
crearon la primera universidad virtual de la Argentina y Latinoamérica:
la Universidad Virtual de Quilmes. Ahora, en ese marco, se preparan para
lanzar nuevas carreras durante el 2001, además de trabajar en dirección
al metacampus Iberoamérica 2000.
Nuestro objetivo ha sido básicamente España, pero
a partir de la experiencia con la Universidad de Quilmes y otras instituciones
latinoamericanas, presenciales o totalmente virtuales, surgió el
proyecto Iberoamérica 2000, que se pondrá en marcha en el
primer trimestre del año que viene, explicó el director
académico de Iberoamérica 2000, Josep María Duart,
quien pasó por el país junto con el director del departamento
de Ciencias Empresariales de la Universitat Oberta Catalunya (UOC), Josep
María Batalla.
Las universidades que integrarán el flamante metacampus, junto
con la UOC y la UNQ, serían la Universidad Católica de Valparaíso
(Chile), la Universidad Ceipa de Medellín (Colombia), la recién
creada Universidad Abierta del Sur (Bolivia) y las universidades Federal
de Río y Univir (Brasil).
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