LA
SEMANA DE BOCA
Por Luis Bruschtein
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Uno
siente la sangre de azul-oro/ metiéndose en las venas/ por un punto
de más, por una nada./ Y ocurre que ni almuerzo ni merienda tienen
algo que ver/ ocurre que la novia zaguanera/ o el padre encabezando los
domingos/ miran pasar la tarde bizcochada/ y esperan como espera/ pasivamente
el lunes dice el poeta Mario Jorge de Lellis en su poesía
Boca Juniors.
La ciudad ha sido tomada por fanáticos embanderados. Era una ciudad
que se aburría de convertibilidad y despertó con esta pasión
que no se compadece de los números, donde uno más uno no
es dos. Uno de los tipos que provocó el revuelo, por ejemplo, fue
defenestrado porque erró tres penales en un partido. Pero ahora
se convirtió en ídolo de oro porque le metió dos
goles al Real Madrid.
Así, de Boca en boca, lo inconsolable/ tiene/ consuelo de
domingo por la siesta:/ léxico libre loco levantado/ potrero de
fiesta continúa De Lellis su homenaje. Una semana de Boca
Juniors, de fanáticos con la bandera al cuello, bombos y matracas
podría ser intolerable para cualquiera que, como uno, no es de
Boca Juniors. Pero como dice De Lellis, lo inconsolable tiene consuelo
en esta historia del fútbol, inclusive para uno que no es de Boca,
pero está cansado de tanta melancolía de coitus interruptus
con la política y la economía. En Japón hubo consuelo
para Palermo y para todos, inclusive los que no son de Boca.
Mezclar el fútbol con la política puede ser un golpe bajo.
Una tentación tramposa. Pero al final, tanto el fútbol como
el sexo siguen siendo lo más democrático que han parido
los hombres. De Lellis, embelesado con su club, sigue: Hacer la
flor de bocajuniors, hacerlo/ con belleza/ hablar del pueblo pobre que
sin pedir/ permiso/ se vuelca hacia la izquierda/ es un primaverar de
cosas hipotéticas:/ ¿qué pensarán los clásicos,/
qué pensará la golondrina bécquer,/ qué espronceda?
El bostero con la bandera al cuello, trepado al farol de luz de la esquina,
no sabe de De Lellis, ni de la golondrina Bécquer, ni de Espronceda,
pero tiene cierta poesía en su despatarro, hasta en esa posibilidad
de un primaverar de cosas hipotéticas. Porque para
que haya primavera hay que sacarse la mufa. Si todo te sale en contra
y no embocás una, lo único que se puede esperar, la única
alegría, o sueño permitido, es ser los mejores del mundo
en algo y Boquita lo consiguió decía uno de estos
fanáticos que ayer interrumpía el tránsito gritando
como un desaforado. El hombre es sociólogo, profesor en la carrera
de Ciencias Políticas. Lo que se dice un académico.
No sé. Pero ese pueblo vivo/ que empuja y desempuja, que
parla y/ parlamenta,/ es el único eco de estas voces/ y el único
que cuenta, reflexiona De Lellis por el ruidoso festejo. En Plaza
de la República había un hombre sin piernas que se trepaba
al mástil para colgar la bandera de Boca. Su figura cortita quedaba
suspendida del aire por un brazo que se aferraba al mástil y con
el otro saludaba a los fanáticos que aullaban abajo. Era su momento
de gloria entre tanta malaria. Festejaba esta cosa tan rara de ser los
mejores en un deporte que se juega con los pies.
Lo que sucede con el fútbol es una emoción que no se puede
explicar demasiado porque si no, pasa lo que al intelectual Alcides Antuña
Cavallero que enloqueció cuando intentó razonar sobre este
tema. Ahora se lo puede ver alentando a los pibes en algún picado
de potrero, con una camiseta de la selección que tiene el número
12 y un bombo que le regalaron sus amigos. Alcides Antuña Cavallero
es el personaje de un cuento de Jorge Valdano. Y de estas cosas Valdano
sabe mucho, sobre todo si se tiene en cuenta que por poco se vuelve loco
el martes porque es el manager del Real Madrid que cayó ante Boca
Juniors. Cosa de locos.
Por eso, como dice Valdano que sabe, lo mejor no es hablar
del fútbol desde la política o la sociología. Para
agradecer que le hayan cambiado la cara al país, aunque más
no sea por una semana, sólo nos quedala poesía, esa que
habla del pueblo vivo que empuja y desempuja. Y, camisetas
aparte, nos unimos con hidalguía al señor De Lellis cuando
dice: Viéndolo andar de Boca al hombro, de/ corazón
con quince estrellas,/ de pasión sin corbata,/ le digo este poema.
REP
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