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Los diputados bonaerenses no
quieren perder plata

Perdieron su caja de 40 millones anuales. Pero se autorizaron a recibir 40 mil al año cada uno. Y, además, intentan asignarse 3500 pesos mensuales como �gastos de representación� .

El radical Francisco Ferro,
actual presidente de la Cámara.
Autorizó a los 92 diputados a recibir 40 mil pesos anuales.

Por Laura Vales

Los diputados de la provincia de Buenos Aires no se resignan a perder un solo centavo. Desde que en setiembre pasado (a partir de la publicación de una nota en Página/12) tuvieron que derogar su caja negra –la ley 10.370, que les permitía gastar de manera discrecional y en secreto casi 40 millones de pesos por año– vienen ensayando diversas argucias para recuperar aunque sea una parte de esos fondos perdidos. La última es una resolución que firmó el presidente de la Cámara, el radical Francisco Ferro, autorizando a los 92 legisladores a recibir 40 mil dólares anuales extra cada uno para repartir subsidios. Y anoche todo estaba listo para que los diputados se regalaran otro premio. Quieren cobrar, por ley y a partir del año que viene, 3500 pesos mensuales como “gastos de representación”.
La medida es parte de un acuerdo entre el radicalismo y el PJ, que en los últimos meses parece haberse convertido en la verdadera alianza dentro de la Legislatura. Los dos partidos consensuaron un proyecto de presupuesto de lo que gastará la Cámara en el 2001, con una distribución del dinero por la que cada diputado manejará casi 40 mil pesos mensuales. Con esta distribución:
5 mil pesos de dieta.
3500 para Gastos de Representación.
3 mil pesos para otorgar becas.
3340 para subsidios.
20 mil para contratos de personal.
3200 para contratos de obra.
El Frepaso dice que bajará al recinto con su propio proyecto de presupuesto, básicamente porque rechaza el invento de los Gastos de Representación. Propondrá en cambio que ese dinero se destine a contratar auditorías y se invierta en crear mecanismos para difundir los gastos. Anoche unos y otros también discutían sobre el contrasentido de aprobar un presupuesto para el 2001 cuando el de este año todavía no fue tratado.
Así y todo, dos semanas atrás, todo el bloque frepasista –menos los diputados Horacio Piemonte y Graciela Vanzán– levantó la mano junto al PJ y la UCR para que la Cámara pueda disponer de unos ocho millones de dólares más. Para conseguirlo, los diputados modificaron una ley (la 12.450) que establecía como techo de sus gastos el 1,6 por ciento del presupuesto fijado para toda la provincia.
La modificación consistió en cambiar una palabra de la ley, reemplazando “presupuesto fijado” por “presupuesto ejecutado”. “Fijado” es el dinero que se prevé gastar. El presupuesto ejecutado, en cambio, es lo que efectivamente se usó, que invariablemente es mucho mayor al “fijado”.
El tema de los 40 mil pesos extra para entregar subsidios es una cuestión aparte y ya está aprobada. La resolución fue firmada el 17 de noviembre pasado por el diputado Ferro y provocó una tormenta interna, sobre todo porque fue mantenida lejos de la mirada de los escasísimos diputados que impulsan medidas de transparencia, hasta ahora con ningún éxito. Ayer cinco legisladores del Frepaso encabezados por Guillermo Oliver presentaron un proyecto de ley para derogar esa resolución, pero la verdad es que será difícil que consiga mayoría de votos.
En el edificio de la Legislatura, a nadie escapa que la entrega de subsidios es uno de los mecanismos tradicionales para hacer caja. En la Cámara baja bonaerense más que en cualquier otro lugar, porque los diputados son los únicos en toda la provincia que no están obligados a explicar en qué se usa específicamente el dinero de los subsidios. Y por esto mismo nunca son efectivamente controlados.
Este diario publicó, por ejemplo, cómo el año pasado un subsidio de 101 mil pesos se terminó usando para organizar unas supuestas jornadas en las que se contrató a una empresa de un puntero político del PJ para queimprimiera libros de lujos, se encargara del sonido y brindara un servicio de lunch. Y en todos los casos se pagaron sobreprecios.
Los diputados mantienen sus subsidios bajo siete llaves. No sólo no los difunden en Internet, sino que no permiten que nadie pueda consultar los que ya se entregaron en el archivo de la Cámara.

 

 

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