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El fan de Celentano que volvió loco a Manu Chao

Tonino Carotone, autor del hit �Me cago en el amor�, es un ídolo en el País Vasco por el tema �Insumisión�, dice que Serrat es un falso progresista y se cambió su nombre original por amor a Rafaella Carrá.

Tonino Carotone es políticamente radical pero su estilo es tipo Festival de San Remo bizarro.

Por Fernando D’Addario

Este hombre, venido al mundo como Antonio de la Cuesta, llamado cariñosamente Toñín por su familia, y luego reubautizado Tonino Carotone en función de fraguadas reminiscencias itálicas, hubiese aprobado el más riguroso de los castings para integrar el staff de “Todo x 2 pesos”. Una súbita fama de artista de culto, auténtico y decadente, le ahorró escalas burocráticas y depositó su figura bufonesca en el último bloque del programa de Canal 7, donde cantó, en medio de las ovaciones de una platea cómplice, “Me cago en el amor”, un absurdo hit de antihéroes románticos, escrito, según confiesa, “en el baño de un bar”. La visita a la Argentina, donde fue invitado al último de los shows en Obras de su amigo Manu Chao, resultó su primera salida de Europa.
Este hombre de 30 años (“muy bien vividos”), que en el prólogo de la entrevista con Página/12 ve en una revista una foto de Charly García y dice “éste sí que está peor que yo...”, ha devenido, por obra del azar, en un artista exitoso en Italia: su disco Mondo difficile vendió allí 100 mil copias. Aclaración necesaria: Carotone nació en Pamplona, España, y jamás vivió en Italia ni tiene familiares en ese país. Sus aproximaciones al idioma del Dante, menos sutiles por cierto, obedecen a un cocoliche que a oídos de un porteño medio resulta simpático y hasta familiar, pero que en Tonino asume un tono paródico. “Me crié escuchando las canciones de Rafaella Carrá y soy un gran admirador de la música de Adriano Celentano, Rita Pavone y ese tipo de artistas”, adelanta, aunque los detalles de su música no serían relevantes si no estuviesen revestidos por el “personaje” Carotone.
El personaje habla, cobijado por un sombrero a punto de ser ridículo y amparado, en una timidez que sabe disimular: “Es que como todos los tímidos; cuando logramos superarlo, somos los peores”. Dice, entonces: “En Italia creen que soy argentino y en Argentina dicen que soy italiano. También me han confundido con un gitano albanés”. Un tipo que dice, por ejemplo, que Celentano es uno de sus ídolos (“es un punk, un rebelde absoluto”), y que solía cantar en Amsterdam canciones mexicanas en alemán, no podría ser tomado taaaaaan en serio. Sin embargo, Tonino tiene una historia en la que pachanga y compromiso político, descontrol y dolor asoman como territorios complementarios, que se buscan unos a otros. “Cuando duele, hay que liberarse”, empieza a explicar.
Muchos años antes de “Me cago en el amor”, que suena con normalidad en las radios argentinos y tiene un video increíble rotando por los canales musicales de cable, Tonino tenía una banda que se llamaba Kojón Prieto y Los Huajolotes, una base punk para un repertorio de rancheras mexicanas. Iban de un pueblo a otro en un viejo autobús inglés, “que era como una casa para nosotros, donde metíamos familia, mujeres, perros, de fiesta en fiesta”. Cuenta que durante un buen tiempo su “trabajo” consistió en que los invitaran a tocar en fiestas, solo por la comida y la bebida. “Hasta que se dieron cuenta de que con lo que comíamos y bebíamos les resultaba más barato pagarnos un cachet. Y así nos hicimos profesionales.” Una banda que, para ser fiel a los estereotipos del personaje, “se separó cuando empezábamos a ganar dinero. Tú sabes, todo ese lío y encima con pasta...” Aquel combo itinerante de desharrapados con conciencia social atrajo la atención de Manu Chao, que suele oficiar como una suerte de radiador de marginales, dispuesto a juntarse con todo aquel que demuestre –con naturalidad, eso sí– algún tipo de conducta refractaria al sistema. El ex Mano Negra le propuso ir a vivir a Barcelona y allá fue.
Si “Me cago...” es un símbolo bizarro, muchos años antes Tonino patentó un himno combativo para Navarra y el País Vasco todo: “Insumisión”. “Durante tres años fue prácticamente el himno de las fiestas de San Fermín”, dice, orgulloso. Aunque, también (y acaso por eso mismo) su éxito absoluto en Euskadi se transformó en un boomerang: lo encarcelaron por insumiso (así se denomina en España a quienes se niegan a cumplir con el servicio militar): “Estuve un año preso. Me han hecho deambular por veintecárceles de toda España. Pero en cinco de ellas pude estar con mi guitarra y cantar canciones para mis compañeros. Pese al dolor de estar preso, y al dolor que sabía estaba sintiendo mi familia, la cárcel me proporcionó momentos felices, el de estar todos juntos peleando por lo mismo, y el darnos cuenta de que nosotros no empezamos con esta lucha, y que los derechos que tenemos los gozamos porque otros han perdido cosas por los demás”.
Sí, es el mismo Tonino Carotone. El que se lamenta porque durante su breve estadía en la Argentina no pudo conocer a los presos de La Tablada. “Yo también hice huelga de hambre. Estuve 15 días sin comer, y llegué a pesar 43 kilos, llevado en silla de ruedas de una cárcel a otra para que los presos no pudiéramos organizarnos”. Su madre pertenece a AFOINA, una asociación de familiares y amigos de los Insumisos, organización que en su momento recibió la visita solidaria de Hebe de Bonafini. El músico carga entonces contra Joan Manuel Serrat, que recientemente criticó a la Madre de Plaza de Mayo. “Serrat, que la iba de progresista y revolucionario, ahora que es un burgués de verdad critica aquellas cosas por las que luchaba. Se le dio vuelta la chaqueta. Los que piensan como él es porque no lucharon de verdad ni una puta vez en su vida.”
Su estilo, más propicio para cantinas y bodegones de mala muerte, debió enfrentarse, en Italia, al veredicto de estadios para 70 mil personas. “Toqué en un festival en Milán con una orquesta de 50 músicos, y eso ya es surrealista. Pero era uno de los sueños de mi vida. Yo veía por televisión esos grandes conciertos que transmitía la RAI y pensaba: alguna vez en mi vida, a lo mejor con lo que consigo en un atraco, me voy a dar el gusto de pagarme una orquesta para mí solo. Y de repente me vi, sin necesidad de un atraco, cantando para 70 mil tíos.” Esta situación lo desconcierta: “Es que me he pasado la vida convenciéndome de que nunca nadie daría un duro por mí. Y cuando empecé a cantar muchos me lo dijeron, y me lo creí, pero seguí porque es lo que me gusta.”
–¿Qué le quedó de su viaje por la Argentina?
–La derrota de no haber podido tocar con Maradona, el anti Raúl (una de las estrellas del Real Madrid, muy pulcro y correcto políticamente). Diego es un tío que ilusiona y desilusiona al instante. Esos son los que me gustan. El que sólo sabe ilusionar es de mentira.

 

 

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