Por Victoria Ginzberg
El ex dictador Emilio Eduardo
Massera ya no recibirá visitas ni saldrá a pasear por las
calles de El Talar de Pacheco. Tampoco dormirá en su departamento
de San Martín de Tours y Libertador. La denuncia de la agrupación
HIJOS, que reveló que el represor realizaba caminatas matinales
por afuera de su quinta, provocó que fuera trasladado al destacamento
de Gendarmería de Campo de Mayo por orden de los jueces María
Romilda Servini de Cubría y Claudio Bonadío (que reemplaza
a Adolfo Bagnasco). No tendrá como compañero al ex jefe
del PAMI, Víctor Alderete, sino a alguien mucho más cercano:
Jorge El Tigre Acosta, ex jefe de Inteligencia del grupo de
tareas que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada.
El Almirante Cero llegó poco después de las ocho de la mañana
a los tribunales de Comodoro Py. Estaba vestido con un saco azul sport,
pero los periodistas no llegaron a verlo porque ingresó al edificio
por una puerta lateral. Ante el juez Bonadío intentó excusas
para justificar la violación de su arresto domiciliario. Bonadío
y Servini habían escuchado el jueves al periodista Martín
Sivak y al fotógrafo Daniel Dabove, quienes sorprendieron al dictador
el miércoles en los alrededores de su vivienda. La versión
que el represor le contó a Bonadío la misma que ayer
había narrado su abogado, Miguel Angel Arce Aggeo es que
el hombre estaba solo y esperaba a un médico cuando llegaron los
periodistas de la revista Veintitrés y por eso salió a
la puerta (las imágenes lo muestran, por lo menos, a media
cuadra) De cualquier manera este testimonio implica una confesión
de haber cruzado los límites permitidos por la Justicia. El dictador
argumentó que fue la única vez. Pero los HIJOS
constataron que los paseos por las asfaltadas calles de El Talar de Pacheco
eran habituales y que el ex dictador recibía visitas de sus ex
camaradas y otros amigos.
Por las dudas, el ex marino ensayó una explicación alternativa
que además se contradice con la anterior: Las
fotos son viejas, aseguró ante el juez para impugnar las
imágenes tomadas el miércoles por la mañana. Las
fotografías lo muestran caminando por los alrededores de la quinta,
porque a la omnipotencia del hombre no le alcanzaban los límites
del inmenso parque arbolado del que disponía.
A diferencia de Bonadío, Servini decidió interrumpir el
beneficio de arresto domiciliario sin escuchar los argumentos de Massera.
Arce Aggeo anunció que por ese motivo hará una presentación
para que se declare la nulidad de la decisión tomada por la jueza.
Ayer interpuso un recurso de reposición, destinado
a que la magistrada modifique su determinación. Altos funcionarios
de justicia federal aseguraron a Página/12 que la jueza no
violó ninguna garantía de Massera por no haberle tomado
testimonio ya que el lugar donde se alojan los presos es una decisión
discrecional del juez. Pero Arce Aggeo está preparando una
batería de recursos judiciales. Según manifestó,
se quejará porque al dictador nunca se le leyeron las obligaciones
inherentes al arresto domiciliario y por último, solicitará
la excarcelación del represor porque la jueza aún no dictó
su prisión preventiva, medida que ya se estaría preparando
en el juzgado.
Por ahora nada de esto permitirá que Massera vuelva a sus caminatas
en Pacheco. El máximo responsable de la apropiación de los
bebés nacidos en la Escuela de Mecánica de la Armada, hijos
de desaparecidos que fueron repartidos entre los miembros
y allegados de las patotas que operaban durante la dictadura, no fue a
una cárcel común, sino a una dependencia militar. Aunque
se preveía que sería trasladado al Batallón Buenos
Aires de Gendarmería, donde está alojado el ex titular del
PAMI, Víctor Alderete; finalmente fue conducido a la Unidad de
Gendarmería de Campo de Mayo. Estará a metros del sitio
donde sus compañeros del Ejército montaron el centro clandestino
de detención El Campito, por donde se estima quepasaron
alrededor de cuatro mil desaparecidos. Durante la dictadura, el perímetro
de ese campo era custodiado por gendarmes.
En Campo de Mayo, donde estuvo antes de que le fuera concedido el beneficio
del arresto domiciliario, Massera podrá charlar con su viejo conocido
El Tigre Acosta. El sangriento represor, que actuó
como jefe de inteligencia del grupo de tareas que funcionó bajo
su mando en la Escuela de Mecánica de la Armada, está preso
en la causa en que se investiga el plan sistemático por el robo
de bebés desde el 29 de diciembre de 1998. Antes, había
estado quince días prófugo.
Durante el juicio a las Juntas, Massera fue condenado a prisión
perpetua e inhabilitación absoluta. Se lo consideró culpable
de tres homicidios agravados por alevosía, 69 privaciones ilegales
de la libertad, 12 tormentos y siete robos. Cinco años después,
el indulto de Carlos Menem le devolvió la libertad, aunque poco
antes había sido sorprendido por un fotógrafo del diario
Sur cuando se subía a un auto en una transitada avenida porteña.
El 24 de noviembre de 1998 el Almirante Cero volvió a prisión.
La jueza Servini de Cubría lo arrestó por ser autor
mediato del secuestro, apropiación y supresión de
identidad del hijo de la desaparecida Cecilia Viñas. Esta joven
fue secuestrada junto a su esposo en julio de 1977, cuando estaba embarazada
de siete meses. A través del testimonio de Sara Osatinsky, sobreviviente
de la ESMA, la familia supo que Cecilia estuvo detenida en el centro clandestino
que funcionó en la Base Naval de Buzos Tácticos de la ciudad
de Mar del Plata y fue trasladada a la ESMA quince días antes del
parto, y cinco días después la separaron de su bebé.
El hijo de Cecilia y Hugo fue apropiado por el represor Jorge Vildoza,
actualmente prófugo de la Justicia. Massera fue detenido por Servini
luego de que Javier, el hijo de Cecilia y Hugo, aceptara hacerse un análisis
de ADN para recuperar su verdadera identidad. La historia de Cecilia Viñas
incluye llamadas de la desaparecida a su familia hasta abril de 1984,
ya en democracia. El 7 de diciembre de 1999 Bagnasco ordenó una
nueva detención para el Almirante Cero, por su responsabilidad
en el plan sistemático para apropiarse de los hijos de desaparecidos.
Tanto este magistrado como Servini le concedieron el beneficio del arresto
domiciliario, que cumplió alternadamente en su departamento de
Libertador y San Martín de Tours y en la quinta de El Talar de
Pacheco. Pero el tratamiento especial se terminó con la denuncia
de HIJOS y las fotos que lo mostraron en libertad.
Preescrache a Damario
El coro desafinado de la agrupación HIJOS (Hijos
por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio),
de La Plata, se plantó delante de la tintorería de
10 y 49 y empezó a vociferar para que los vecinos se enteraran
quién es el dueño del negocio. Se trata de Hugo Damario,
capitán de corbeta, que integró el grupo de tareas
de la ESMA durante la última dictadura militar y está
en libertad por la Ley de Punto final, aunque pesa sobre él
un pedido de captura internacional del juez español Baltasar
Garzón. El escrache fue custodiado de muy cerca
por una gran cantidad de policías, que montaron un operativo
y cortaron las dos esquinas de la calle de la tintorería.
En realidad, el acto de ayer fue un preescrache. Hoy
a las 16, los HIJOS se reunirán en la estación de
trenes de La Plata y se dirigirán al domicilio del represor
Damario, subordinado en la ESMA del ex dictador Emilio Eduardo Massera,
ahora arrestado en Campo de Mayo. Desde hoy, los vecinos de la calle
502 entre 8 y 9 no podrán decir que no saben con quién
conviven.
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LA
GENDARMERIA MANDO A MASSERA A CAMPO DE MAYO
Grupo de tareas en prisión
Por
Raúl Kollmann
El ex dictador
Eduardo Massera durmió anoche en una de las habitaciones del casino
del comando de la Región 1 de la Gendarmería Nacional en
Campo de Mayo. La Gendarmería lo mandó a esa sede porque
el lugar en el Escuadrón Buenos Aires es escaso y, sobre todo,
porque en este momento están alojados algunos presos comunes y
otros no tan comunes por ejemplo, el matón gremial y hombre
de Aldo Rico, Carlos El Indio Castillo, con los que
Massera podría tener problemas. Massera debe limpiar su habitación,
hacerse la cama, compartir el baño, no cuenta con teléfono
ni televisor en la pieza, pero dentro de su desgracia tiene
-para él la inmensa ventaja del reencuentro con su ex subordinado,
el siniestro Jorge Eduardo El Tigre Acosta, uno de los más
sórdidos represores de la ESMA.
El casino es un edificio bajo y largo, estilo chorizo, de unos 45 metros
de una punta a la otra y 8 metros de ancho. En el centro hay un corredor,
con habitaciones a ambos lados y un mobiliario más bien austero:
una cama, una mesa de luz y un ropero. Hay un baño cada tres piezas,
pero como en este momento no está todo ocupado, Massera cuenta
con el baño sólo para él. Para ver televisión
tiene que correrse hasta el comedor, donde también se sirve la
comida. Por lo general, es la misma que comen los gendarmes, aunque a
algunos detenidos se la traen sus familiares.
Massera podrá fácilmente encontrar un tema de conversación
con otros detenidos VIP, el coronel retirado Edberto González de
la Vega y Luis Sarlenga, ex responsables de Fabricaciones Militares e
imputados en la causa por tráfico de armas. Se recordará
que Massera también fue acusado de haber estado vinculado con el
tráfico de armas, tanto por su pertenencia a la logia P2 como en
la causa de la muerte de los padres de los hermanos Schocklender, cuando
se habló de la existencia de un gigantesco negocio de venta ilegal
de armamento. El padre de los Schocklender era un destacado ejecutivo
de la firma británica PittsburgCardiff, involucrada en el affaire
en el que siempre se mencionó a Massera.
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