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Juan Guzmán, el juez de las mil y una sorpresas

Admitió la primera querella contra Pinochet. Hizo posible juzgarlo a pesar de la Ley de Amnistía. Y es un hombre de derecha.

Los días londinenses de Pinochet: con dos damas de fuste, su esposa Lucía Hiriart y Margaret Thatcher.

Por P.R.

Con sus 61 años, el juez Juan Guzmán Tapia es una auténtica caja de Pandora para los chilenos. Y, en general, es una caja de Pandora que ofrece sorpresas agradables. No deja de ser sorprendente, también, que haya hecho todo lo que haya hecho, incluida la decisión de ayer de detener a Augusto Pinochet, siendo un hombre de derecha. Los abogados querellantes de Pinochet y aun los abogados defensores de los derechos humanos no dejan de elogiarlo y reconocen que, por encima de su filiación política –tenue, hay que decirlo–, “ha hecho mucho más de lo que esperábamos”, según reconoció el abogado querellante Hugo Gutiérrez.
La primera sorpresa del juez Guzmán se produjo el 12 de enero de 1998, cuando tomó una querella criminal contra Pinochet presentada por la secretaria general del Partido Comunista Chileno, Gladys Marín. Por entonces, lo que pretendía era meter una cuña legal entre la renuncia inminente del general Pinochet a la jefatura del Ejército y su asunción como senador vitalicio. A Guzmán le tocó la querella por sorteo, pero le dio curso en un momento en el que dicha querella era poco más que un saludo a la bandera, ya que las querellas se referían a hechos ocurridos en 1973 y la Ley de Amnistía se aplica desde ese año hasta 1978.
Pinochet asumió como senador vitalicio y la Justicia ni lo tocó. Pero a partir de esa querella inicial, aparecieron muchas más y Guzmán, junto a otro juez, Sergio Muñoz, comenzó a apilar causas. Desde el 16 de octubre de 1998, cuando el ex dictador fue detenido en Londres, el gobierno chileno tuvo motivos para pedir el regreso de Pinochet además del clásico argumento de “la gobernabilidad”: en Chile existían procesos legales contra Pinochet. Luego de muchísimo tiempo, el gobierno chileno negoció con el británico la “salida humanitaria” de Pinochet gracias a que tenía para ofrecer este panorama judicial oscuro para Pinochet.
Mientras el ex dictador estaba en tierras lejanas, el juez Guzmán fue investido con la figura de ministro especial (o sea, sin jurisdicción) y sumó a sus causas la del juez Muñoz. Así ordenó y presenció excavaciones a lo largo de Chile: en el norte, donde tuvo lugar la Caravana de la Muerte (el pilar de los juicios contra Pinochet, ver nota principal), y en la Colonia Dignidad, la ESMA chilena, ubicada al sur de Santiago. Los resultados no fueron muchos y la sospecha de que el proceso legal contra Pinochet era efectivamente un saludo a la bandera podía confirmarse.
Con el ex dictador de vuelta, vivito y coleando dentro de sus fueros de senador vitalicio, el juez Guzmán lanzó otra sorpresa: aceptó la interpretación dada por los querellantes de que el secuestro calificado es un delito permanente que se sigue consumando mientras la víctima no aparezca. Así, saltó la Ley de Amnistía y pidió el desafuero para Pinochet. De acuerdo con la ley, Guzmán tuvo que ordenar, posteriormente, la realización de exámenes médicos para el ex dictador. Y en eso estaba la causa cuando el juez Guzmán ofreció ayer a Chile una nueva sorpresa: ordenó el procesamiento de Pinochet sin esperar los resultados de los exámenes médicos. Las razones pueden haber sido varias (ver notas aparte). En todo caso, Juan Guzmán Tapia encarnó en su persona la sorpresa más grande: que Pinochet podía, efectivamente, ser juzgado en Chile.

 

Reacciones argentinas

Abogados y activistas de organismos de derechos humanos celebraron la decisión del juez chileno Juan Guzmán Tapia de dictar un auto provisorio de procesamiento contra el ex dictador Augusto Pinochet.
Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo: “Tarde, pero le está llegando la hora de la Justicia a Pinochet. Pero hay que ver si es verdad que se lo quiere procesar, porque siempre aparece la excusa de que está muy viejo. Por lo pronto hay una buena noticia, pero a la luz de lo que suele suceder con estos criminales, hay que esperar a ver si hay una verdadera decisión de llevar adelante el proceso para que se haga justicia”.
Adolfo Pérez Esquivel, del Servicio Paz y Justicia: “La decisión comienza a reparar en cierto grado el gran daño que ha hecho Pinochet a los pueblos de la región. Esto lo esperamos desde hace mucho tiempo y sirve de precedente para que los crímenes no queden en la impunidad. Esperamos que la Justicia gane cada vez más espacio y que el caso Pinochet sirva para juzgar a otros represores”.
Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo: “Se está haciendo justicia. Tarde, pero llegó. Es un paso adelante”.
Cristina Caiati, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): “Nos sorprende gratamente. Es excelente que finalmente sea juzgado en Chile”.
Luis Moreno Ocampo, defensor de la familia Prats: “Esto muestra que la Justicia chilena está avanzando en la investigación de estos casos y eso es muy importante (...), pero no afecta, ni mejora, ni empeora la situación del caso Prats. Queda la posibilidad de que, en lugar de conceder la extradición para que sean los jueces argentinos los que juzguen el caso (...), la Justicia chilena pueda optar por juzgarlo ella misma (...) e incluir en los cargos contra Pinochet el caso Prats”.

 

 

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