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Ibarra, el agnóstico, coincidió con Bergoglio, el arzobispo

Fue en un acto convocado por la Iglesia porteña. Ambos acordaron en la necesidad de combatir la marginación y la pobreza.

Monseñor Bergoglio, Aníbal
Ibarra y Cecilia Felgueras, ayer.
La vicejefa había hablado en el encuentro durante la mañana.

Por Santiago Rodríguez

Uno dijo que los miembros del gobierno porteño se sienten “convocados” a fomentar un acercamiento y generar vínculos; el otro habló de la “cultura del encuentro”. Así, Aníbal Ibarra y el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, coincidieron ayer en la necesidad de dialogar para superar la marginación y la pobreza. Fue durante la clausura del Encuentro Jubilar sobre la Cosa Pública organizado por la Iglesia local, al que concurrieron unos 150 dirigentes políticos –entre funcionarios, legisladores y magistrados– para reflexionar sobre la vocación política y las responsabilidades compartidas en la construcción de la ciudad.
La relación que Ibarra tejería con la Iglesia desde la Jefatura de Gobierno era una incógnita a partir de su públicamente declarado agnosticismo. Desde su asunción el 6 de agosto pasado, sin embargo, ha construido un vínculo sobre la base de la cordialidad y su presencia en el cierre de la suerte de jubileo de los políticos porteños fue otro gesto tendiente a reforzarlo.
Las expectativas que en ese marco genera cada encuentro de Ibarra con Bergoglio se hacen evidentes al ver la forma en que los colaboradores del jefe de Gobierno se esmeran para no dejar ningún detalle librado al azar. Ejemplo: atentos a la habitual puntualidad del arzobispo, los encargados de coordinar los pormenores de la asistencia de Ibarra al cónclave organizado por la Iglesia lo llamaron dos veces para recordarle que estuviera a la hora acordada. Bergoglio llegó como siempre lo hace: cinco minutos antes de lo previsto. E Ibarra, también: tarde, aunque por cierto no tanto como es su costumbre.
Por lo demás, Ibarra no defraudó a quienes habían arreglado la visita. “El llamado hecho por Juan Pablo II es muy claro y lo comparto: construir paradigmas políticos, económicos, sociales y culturales nos permitirán superar las doctrinas neoconservadoras. También comparto la postura del Santo Padre acerca del tratamiento político que debe darse al grave problema de la deuda externa. Debemos trabajar para sentar las bases de una nueva economía basada en la cooperación y la solidaridad”, dijo. Con Bergoglio sentado a su lado, alentó el diálogo y destacó que “estamos unidos en el reclamo de una mayor distribución de la riqueza como remedio a la marginación, la exclusión y la pobreza”.
Bergoglio habló de las “tensiones bipolares” a las que están sometidos los políticos y advirtió, entre otras cosas, que los responsables de la cosa pública deben poner acento en lo local porque si se mueven sólo en lo global pierden su quehacer político”. Con su discurso, el arzobispo cosechó elogios de los políticos y no sólo de los peronistas que superaron por amplia mayoría a radicales y frepasistas. Los mismos funcionarios del gobierno comentaban después que “Bergoglio es un hombre distinto. Entiende de política, entiende la lógica de poder, con él se puede hablar”.
Ibarra concurrió con su vicejefa, Cecilia Felgueras, quien en la apertura del encuentro por la mañana había exhortado a todos los presentes a “animarnos a hacer lo que la gente necesita y nos reclama, porque ésa es nuestra obligación”.
Felgueras mantiene un diálogo fluido con Bergoglio y más aún con Carlos Accaputo –responsable de la Pastoral Social porteña y organizador del encuentro– y hace las veces de nexo entre Ibarra y la Iglesia. No por nada al dar por finalizado el cónclave Accaputo agradeció las presencias del “doctor Ibarra” y de “Cecilia”.

 


 

DENUNCIA DE LA IGLESIA METODISTA ARGENTINA
“Estrechamiento de horizontes”

Por Washington Uranga

A través de un comunicado firmado por el obispo Aldo Etchegoyen, la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA) denunció “un estrechamiento de los horizontes y posibilidades de nuestros pueblos, con un creciente distanciamiento entre los que más y los que menos tienen y de los que quedan fuera de la posibilidad mínima de subsistencia”. Reiterando los conceptos de un mensaje emitido por esta comunidad religiosa en 1995, los metodistas argentinos subrayan que “nuestra preocupación se basa en que la exclusión social producida por el modelo socioeconómico no es un efecto accidental ni transitorio”.
Contrariando los argumentos de algunos economistas, los evangélicos metodistas insisten en que las consecuencias del modelo se reflejan en “un alto índice de desocupación que no es sólo el resultado de los avances tecnológicos a los cuales no tenemos acceso, sino que responde al propósito de poder tener más utilidades con menos costos y en las manifestaciones de violencia”. Coincidiendo con otras manifestaciones similares que provienen del campo religioso, el documento de la IEMA sostiene que “esta situación se agrava por la renuncia del Estado a su responsabilidad ética y la claudicación en su función social, lo que se refleja, entre otras cosas, en el deterioro de la educación y la salud pública y en el estado de orfandad de nuestros jubilados y pensionados”. En relación con esto último se señala que “el Estado, en lugar de aplicar el criterio ético de la solidaridad, aplica a su propio funcionamiento los criterios económicos dominantes” y de esta manera “no sólo deja de cumplir su papel, sino que se involucra en la corrupción que el mismo sistema genera”.
La Iglesia Metodista argentina es una de la comunidades evangélicas que mayor compromiso ha mostrado en los años recientes con las causas sociales y de defensa de los derechos humanos. Varios de sus dirigentes, varones y mujeres, trabajan activamente en el terreno social y humanitario. Entre estas personalidades se cuentan el actual obispo Aldo Etchegoyen y el obispo emérito Federico Pagura, reconocido militante por los derechos humanos en toda América latina.
“La IEMA siente la necesidad –dice el documento– de compartir no sólo los sufrimientos, sino también la esperanza que nos sostiene como Iglesia. El mensaje bíblico de amor, justicia y paz nos obliga a encontrar caminos posibles para responder a las necesidades agobiantes que enfrentamos, con acciones solidarias que sean capaces de generar ocupación y espacios de contención y consuelo”.
Los evangélicos metodistas hicieron también un llamado a denunciar “este orden presente que no el querido por Dios y enunciado por las Sagradas Escrituras” y trabajar “por un país donde el desarrollo humano integral sea plena realidad”.

 

 

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