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AUMENTO DE 10 CENTAVOS EN LAS TARIFAS DE TRENES, COLECTIVOS Y SUBTERRANEOS
El pasajero paga lo que el Estado ahorra

Con vigencia a partir de esta medianoche, la Secretaría de Transporte dispuso el aumento que, en algunos tramos en tren, alcanza al 28 por ciento. Es para beneficio de las concesionarias, que se obligan a un plan de inversiones más nutrido. El Gobierno se ahorra el subsidio, que paga el pasajero.
Jorge Kogan, secretario de Transporte, fue el encargado de justificar los impopulares aumentos. Aseguró que la contrapartida en la suba de trenes será un millonario plan de inversiones.

Quienes transiten la Capital y el Gran Buenos a partir de esta medianoche en tren, colectivo o subte, deberán pagar por cualquiera de estos servicios 10 centavos más, aumento que en algunos tramos ferroviarios representa más de un 28 por ciento. El Gobierno resolvió anunciar ayer todos esos incrementos juntos, especulando con que el costo político de hacerlo de una vez sería menor al de informar cada semana una suba distinta. En Economía nadie desconoce el impacto que tendrá en la opinión pública un incremento en esas tarifas, que tienen mucha importancia en la economía de los sectores de menores ingresos. Para atenuar el mal trago, el secretario de Transporte, Jorge Kogan, subrayó que en el caso de los servicios ferroviarios la contrapartida será un millonario plan de inversiones a ejecutar en los próximos diecinueve años, tantos como se extienden los contratos.
A raíz de esta suba en bloque de los servicios de transporte urbanos, desde el domingo un boleto mínimo de colectivo costará 75 centavos, el de tren 40 ó 50 centavos, según el trayecto, y el cospel 70 centavos. El gobierno esgrime un argumento diferente para habilitar el aumento en cada caso.
Trenes. En el caso de los trenes urbanos, la suba es sólo la primera de una serie de aumentos que culminarán dentro de seis años y que en el caso de TBA (líneas Mitre y Sarmiento) y Ferrovías (Belgrano Norte) totalizarán ajustes del 58 por ciento en aquel lapso. Las renegociaciones contractuales entrañan un cambio de criterio para financiar el programa de obras, que pasarán de ser subsidiadas por el Estado a estar cubiertas íntegramente por la recaudación tarifaria.
Apenas los nuevos contratos estén en vigencia, cada incremento servirá para ejecutar inversiones por un monto total de 4500 millones de pesos en todas las líneas y durante casi dos décadas. Pero aunque los nuevos acuerdos están consensuados y el secretario de Transporte, Jorge Kogan, ayer los haya considerado como un tema terminado, formalmente no pueden entrar en vigencia. En el caso de TBA, aún está abierta una consulta pública para que todas las partes interesadas lo analicen y, eventualmente, soliciten correcciones. En el caso del Belgrano Norte, hay una trámite judicial que la bloqueó.
Aun así, el gobierno decidió arremeter con el primer ajuste que, en parte, se destinará a saldar deudas públicas a favor de los concesionarios. Según Kogan, el conjunto de empresas adjudicatarias ya realizaron obras por 156 millones de pesos en 1999 y 162 millones de pesos en el 2000, que deberían haber sido cubiertas con la subvención pública. Pero la crisis fiscal impidió honrar este compromiso, situación que se repetiría el año próximo. El secretario de Transporte subrayó que el presupuesto para el 2001 con media sanción prevé 78 millones de pesos contra los 286 que por contrato Hacienda debería haber transferido a los concesionarios.
De este modo, los 10 centavos (sólo en pocos tramos llega a 5) a cobrar a partir del domingo tendrá dos destinos. Un centavo servirá para cubrir parte de esa deuda estatal, para la cual Economía también entregará títulos de la deuda externa. El resto, al igual que los aumentos futuros, integrarán un fondo especial que administrará el Banco Nación y cuyos recursos sólo serán liberados contra la entrega de certificados de obra.
El aumento involucrará a las tres primeras secciones ferroviarias, según un comunicado oficial, para “no perjudicar a los sectores de menores ingresos”, que son los radicados en los cordones del conurbano más alejados de Retiro, Once o Constitución. Lo que el parte de prensa omite es que las tres primeras secciones concentran más del 90 por ciento de los usuarios, con lo cual el criterio más que beneficiar a los pobres nutre la caja de los concesionarios.
Para éstos, sin embargo, no todo es color de rosa. “El año que viene recaudaremos 8 millones de pesos adicionales por el aumento tarifario, pero vamos a invertir 78 millones. Ese es nuestro riesgo”, asegura el vocero de Trenes de Buenos Aires.
Subterráneos. En el caso de los subtes el Gobierno ofreció menores precisiones y la razón y destino del aumento resulta más confuso. Metrovías ya renegoció su contrato original durante el gobierno anterior, pero con la participación de la Alianza, que por entonces estaba a cargo del gobierno de la Ciudad, con competencia sobre este servicio.
Según ese nuevo contrato –que al igual que las renegociaciones ferroviarias, fue discutido en instancia judicial–, la empresa tiene derecho a cobrar aumentos en la medida que vaya cumpliendo con ciertos “hitos” del reformulado plan de inversiones. La empresa interpreta que desde hace meses está en condiciones de cobrar un aumento que el Estado aún no había autorizado, presuntamente por la inoportunidad política de hacerlo. Ahora, el horizonte de la operadora de subtes aparece más despejado: tiene el primer incremento autorizado y, al mismo tiempo, reabrió la segunda revisión contractual con el fin de diseñar un plan de inversiones más modesto.

 

Disminuyó la recaudación

La recaudación impositiva cayó en noviembre 1,6 por ciento respecto de igual mes de 1999, al computarse ingresos por 3920,8 millones de pesos. El Ministerio de Economía emitió un comunicado especial para diluir el impacto de la mala noticia. Allí se sostiene que el paro general del 23 y 24 de noviembre, sumado a otra medida de fuerza de los empleados de la AFIP, obligó a prorrogar vencimientos al 6 de diciembre, por lo que los resultados del mes anterior no son comparables con los del año pasado. “Estos eventos tornan improcedente cualquier análisis”, asevera el comunicado. De todos modos, pese al aumento de impuestos aplicado por el Gobierno al comienzo de su gestión, en lo que va del año la recaudación aumentó apenas 3,2 por ciento contra igual período del ‘99. Además, en noviembre se registraron ingresos por la moratoria impositiva de 141 millones de pesos, sin los cuales la recaudación del mes hubiera caído 5 por ciento. Por el impuesto a las Ganancias ingresaron 817,6 millones, lo que representa una baja del 3,4 por ciento. En tanto, el IVA aportó 1557,9 millones, un 3,3 menos que en noviembre del ‘99. Por IVA DGI —relacionado directamente a la actividad interna—, el fisco captó 1110 millones, un 1 por ciento menos que igual mes del año pasado. En tanto, por IVA Aduana entraron 531,3 millones, con una caída de 9,5 por ciento. En el rubro Bienes Personales se acumularon 12,4 millones de pesos, con un descenso de 3,9 millones. El informe oficial destaca, sin embargo, que en los primeros once meses del año la recaudación muestra un aumento del 3,2 por ciento respecto a igual período del año precedente.

Suben menos, abonan más

No faltan argumentos oficiales para autorizar una suba que oscila entre el 14,2 y el 15,3 por ciento en el boleto del autotransporte de pasajeros. Según precisó ayer el secretario de Transporte, la grave crisis que atraviesa el sector destruyó su “equilibrio económico financiero” y lo habría puesto en la disyuntiva de aumentar la recaudación vía tarifa o restringir servicios. “No es un problema de eficiencia de las empresas”, defendió ayer Jorge Kogan, después de enumerar los principales problemas que afectan la actividad. Entre ellos, una caída en el 30 por ciento de la demanda de pasajes, en gran medida, por la competencia de los autos; el encarecimiento del gasoil, cuyo aumento alcanzó a un 70 por ciento; la crisis de las compañías de seguros y la decisión de que las empresas de colectivos afronten las sentencias judiciales por siniestros al contado, sumado a la necesidad de renovar unidades. En este caso, el esquema es diferente al de trenes y subterráneos, ya que se trata de un servicio prestado por empresas privadas y regulado por el Estado, pero no privatizado. Aun así, requiere un control que hasta ahora sólo ejercieron débilmente Economía y la Comisión Nacional Reguladora del Transporte. Tampoco hay una serie de aumentos previstos, pero nada garantiza que estos 10 centavos sean el último ajuste.

Inflando en la deflación

Por J.N.
Subir 10 centavos el transporte puede morderle entre 2 y 5 por ciento del presupuesto mensual a un trabajador. Como éste no dispone de margen alguno de ahorro, simplemente desplazará otros consumos, probablemente alimenticios. Lo que gane un sector económico, lo perderá otro. En el área metropolitana son mayoría quienes deben apelar diariamente a dos o tres medios públicos de transporte para llegar hasta el trabajo, o a más aún si son pluriempleados, todo lo cual multiplica el impacto de esos inocentes 10 centavos.
En todos los casos, las razones invocadas para elevar la tarifa son políticamente regresivas. Si el pasajero debe desembolsar más monedas para resarcir a las ferroviarias por los subsidios que el Estado les quedó debiendo, lo que cambia es el sentido de la política. Cuando se otorgaron las concesiones, durante el menemismo, se supuso que correspondía subsidiar en alguna medida el transporte popular. Ahora ya no se lo cree adecuado, transfiriéndosele esa carga al pasajero. El toque mínimamente progresivo de aquella visión desaparece por obra y gracia de la Alianza.
También se invoca la (pre)financiación de inversiones a realizar por los transportistas. En realidad, lo que se les trasfunde es una mayor rentabilidad, porque no es el consumidor quien debe adelantarle plata a su proveedor para sus inversiones. Esa tarea es de los bancos, en todo caso. Pero lo más extraño es que se aumente el precio de un servicio cuando hoy lo normal es que se abaraten, y cuando la economía en su conjunto vive en deflación, con significativas bajas sobre todo en el salario. En esta situación, el solo hecho de mantener constante una tarifa equivale a aumentarla.
Es obvio que el transporte de pasajeros está sufriendo las consecuencias de la interminable recesión y del alto desempleo, que reduce el número de pasajeros. Pero en los sectores de precios libres y sometidos a la competencia, una merma en la demanda no conduce a un incremento de precios, sino probablemente a lo inverso. En éste, en cambio, gracias paradójicamente a la regulación y al control del Estado, esa ley económica queda derogada y la tarifa crece. Es poco previsible, de cualquier manera, que un boleto más caro atraiga más pasajeros. Lo lógico sería que los ahuyente. Pero esto no incluirá a quienes, desde mañana, no tendrán más remedio que sacrificar una porción adicional de su sueldo.

 

 

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