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LIBERAN AL CABO QUE MATO A LA MAESTRA EN UN TIROTEO
Un balazo apenas accidental

El policía acusado por la muerte de Claudia Flamini en La Boca quedó libre pues el juez consideró que fue �homicidio culposo�, según reveló el abogado de la familia. Ayer hubo otra marcha.

Familiares y amigos de Claudia Flamini, en el homenaje a un mes del trágico tiroteo en La Boca.

El policía detenido por la muerte en medio de un tiroteo en La Boca de la profesora de inglés Claudia Flamini quedó ayer en libertad, reveló el abogado que representa a la familia de la víctima. Según Alfredo Lomuto, la decisión de liberar a Mariano Socio, de la División Robos y Hurtos, la tomó el juez Raúl Yrigoyen tras caratular la causa como “homicidio culposo”. Durante la marcha organizada ayer, al cumplirse un mes del trágico incidente, los padres de la chica se mostraron indignados por el dictamen judicial: “Los tres ladrones que huyeron ilesos tras el tiroteo y el policía que asesinó a Claudia miraron tranquilos por televisión el desarrollo de esta marcha, mientras a mi hija no la podremos ver nunca más”, se emocionó Guillermo Flamini, padre de Claudia.
El abogado Lomuto dijo que “el paso a seguir es apelar la libertad de Socio. Es un expediente muy largo, con el cual tomo contacto por primera vez porque hasta ahora estaba bajo secreto de sumario”, explicó. Para este abogado, la conducta del cabo acusado se ajusta claramente al “homicidio por dolo eventual”, ya que “si alguien adopta una conducta negligente que se le representa como probable desencadenante de la muerte de cualquier persona y persiste en esa acción, no se puede considerar un accidente, sino lisa y llanamente un asesinato”, afirmó Lomuto, tomando distancia de la decisión del magistrado.
La pericia realizada por miembros de Gendarmería Nacional determinó que la bala que mató a la profesora, que tenía 28 años, partió del arma reglamentaria del cabo Mariano David Socio, de 30, que había participado del tiroteo. Claudia murió de un tiro en la nuca cuando quedó atrapada en medio de las balas cruzadas entre cuatro sospechosos que circulaban en un auto robado y agentes de la División Robos y Hurtos de la Policía Federal.
El hecho ocurrió el 1º de noviembre en la calle Rocha, en el barrio de La Boca. La maestra había terminado su tarea diaria en la escuela Jacinto Berutti, donde daba clases de inglés a chicos de cuarto a sexto grado, y caminaba hacia la parada del colectivo para volver a su casa, en Wilde. Pero nunca pudo llegar. Uno de los tiros entre policías y ladrones enfrentados la alcanzó. La persecución policial había empezado minutos antes en el puente Pueyrredón, que une Avellaneda con la Capital. Allí, un Renault 18 de la policía, sin identificación, se cruzó con un Rover gris. A los policías les llamó la atención los cuatro hombres que iban en el auto, por lo que pidieron información por radio y se confirmaron sus dudas: el coche era robado. Empezaron a seguir al Rover a gran velocidad, a lo largo de varias cuadras, hasta que el coche robado chocó contra una vereda de la calle Rocha, a pocos metros de donde Claudia esperaba su colectivo. Cuando los hombres intentaron escapar, comenzó el tiroteo. Uno de los sospechosos cayó herido y los otros tres escaparon.
La joven profesora fue internada en estado vegetativo en el Hospital Argerich, pero su suerte ya estaba echada. El proyectil le había producido un estallido cerebral, y luego de tres días de agonía, Claudia Flamini murió. A partir de ese momento comenzaron las marchas para pedir justicia. Todo indica que seguirán por bastante tiempo.

 

Escrache de Greenpeace

Una docena de banderas negras con calaveras estampadas desfiló ayer por el polo petroquímico Dock Sud: no fue una invasión pirata, sino un escrache organizado por Greenpeace a la empresa TriEco S.A., una planta incineradora de residuos hospitalarios e industriales a la que la entidad ecologista acusa de contaminar el arroyo Sarandí con dioxinas y metales pesados. La bióloga Verónica Odriozola, coordinadora del área tóxicos de la ONG, señaló que “tanto los metales pesados como las dioxinas no se degradan, y la amenaza permanece por décadas”. Olivier Mellier, representante de la firma, negó la existencia de sustancias contaminantes en sus residuos. “Somos una empresa que trabaja por el medio ambiente”, aseguró.

 

ACUSADA POR TRAFICO DE NIÑOS
Otra jueza destituida

Rosa Aída Vázquez de Moreira, la jueza de Oberá acusada de integrar una organización dedicada a la venta de niños, fue destituida ayer por el jury de enjuiciamiento de la provincia de Misiones. Cinco de sus siete miembros votaron a favor de la destitución de la funcionaria, mientras que los dos restantes consideraron que no existen pruebas concluyentes en contra de la magistrada. Ahora, la jueza deberá responder ante la justicia penal por la supuesta adulteración de 237 expedientes de adopción.
La ahora ex jueza Vázquez y su esposo, el abogado Claudio Moreira, fueron señalados en el programa “Telenoche Investiga” como miembros de una red que ofrecía dinero a madres pobres a cambio de que les entregaran a sus chicos. El letrado fue filmado en su oficina mientras supuestamente acordaba con un matrimonio las condiciones para la venta de un bebé. “Supongo que querrán un chico para integrar una familia y no para incorporar un problema... que te enchufen un bebé como si fuera sano es lo mismo que te vendan un auto que tiene el motor fundido”, les decía Moreira a los supuestos futuros papás, que en realidad escondían una cámara oculta. Una semana después de la emisión del programa, la Corte Suprema de Misiones abrió un sumario administrativo contra Vázquez.
En noviembre, cuando fue citada a declarar por el tribunal presidido por Augusto Márquez Palacio, Vázquez se defendió: “Actué ante la realidad de un Estado ausente en su obligación de atender a los chicos desamparados”. Los magistrados encargados de juzgarla no lo entendieron así: la jueza fue acusada por mal desempeño de los deberes de funcionario público. Aída Vázquez de Moreira escuchó los dos primeros votos con lágrimas en los ojos. Cuando se inició la lectura del tercer voto, abandonó la sala, y salió del juzgado rodeada de sus familiares y sus amigos. Ya había dejado de ser la jueza de menores de Oberá.

 

 

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