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Cuando los “cazadores de talentos” toman el poder

Vicente Fox, ex gerente de la Coca-Cola, reclutó su equipo a través de agencias de ejecutivos para la actividad privada, que ahora pueden ejercer un poder desproporcionado en su gobierno.

Diputados del Partido de Acción Nacional vitorean la entrada de Vicente Fox en el Congreso ayer.

Por Darío Pignotti
Desde México, D.F.

“Exitoso de la noche a la mañana”: esa definición le cabe bien a Vicente Fox, quien ayer asumió como nuevo presidente de México. Sencillo, laborioso y provinciano, el ex ejecutivo de Coca-Cola inició su vida política recién en 1988, cuando se afilió al católico Partido Acción Nacional. Allí comenzó una carrera de éxitos sucesivos: fue electo diputado, gobernador de Guanajuato y primer presidente mexicano del milenio. Su victoria fue la primera derrota del Partido Revolucionario Institucional tras 71 años en el gobierno.
Fox no brilla por su formación ideológica; más bien lo contrario: es afecto al ideario gerencial y los manuales para forjar dirigentes con capacidad de mando: en 1998 fue convidado especial al lanzamiento de un libro con titulo premonitorio, Exitoso de la noche a la mañana. El opúsculo es obra de su amigo John Smith, uno de los primeros “cazadores de talentos” con actuación en México. Tales “cazadores”, o head hunters, detectan y reclutan profesionales para actuar en la actividad privada.
“Vicente (Fox) ha sido un revolucionario, es el primer presidente en el mundo que llama head hunters para la actividad pública”, elogia María Elena Pardo, socia de John Smith en la consultora Smith Search, durante un diálogo con Página/12.
Fue en agosto pasado cuando la novedad se convirtió en una moda entre los ascendentes foxistas. “En pocos días cientos de profesionales dirigieron sus currículum a agencias como Smith Search y Korn Ferry International y al equipo de transición de Vicente (Fox).” Tres meses después, el miércoles 22 de noviembre, se conoció parte del staff que acompañaría al nuevo mandatario. El evento tuvo atmósfera de mercadotecnia, un show montado en el museo de San Carlos durante el que hubo videos motivacionales y presentación de los currículum con power point. El efecto buscado era diferenciarse de los rituales de partido, cuando el PRI “destapaba” los nuevos ministros dando lectura a interminables listas burocráticas. Varias marcas registradas resultaron “cazadas” para el nuevo gobierno, donde habrá cuadros directamente ligados con Telmex, Banamex, Jafra, Gillette, Sabritas, Avantel y Bancomer, entre otros.
La retórica de Fox mezcla dosis de marketing y bolero patriótico, todo compactado con eficacia. La piedra de toque de su filosofía política es el “changarro”, algo así como la changa del cuentapropista. Con ese argumento todoterreno Fox enfrenta cualquier asunto. Así, por ejemplo, cuando se lo consulta sobre el conflicto armado de Chiapas, el nuevo mandatario sostiene que la solución se logrará cuando cada familia indígena tenga un “vocho (volkswagen), un changarro y una tele”. Con esa liviandad, sin embargo, Fox viene ganando posiciones ante el líder guerrillero, subcomandante Marcos.
Un altísimo ejecutivo de la consultora de caza de talentos Korn Ferry, en sus oficinas de la zona de Chapultepec y bajo anonimato, habló a este diario de su optimismo sobre los cambios que imprimirá la nueva gestión en los usos culturales mexicanos. “Hay que reeducar a los mexicanos con espíritu emprendedor y eficacia, Fox puede hacer docencia inculcando esa mentalidad de la actividad privada en la población.” El choque cultural foxista vino para romper con la tradición del partido todopoderoso y por el momento tiene buen rating.
Pero junto a las técnicas y los métodos de calidad total parece implantarse un nuevo orden político. Hombres claves como Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda; Luis Ernesto Derbez, secretario de Economía y Eduardo Sojo, coordinador de políticas públicas presentan biografías quemezclan la actividad privada y pública de un modo inquietante. No es claro a quién o a qué poder responden, ni quién cazó a quién. El plantel foxista sugiere que el Estado quedó de rehén de una nomenclatura más comprometida con las corporaciones que con el interés general. La desapropiación estatal es la llave del programa foxista, que tiene entre sus metas de mediano plazo la privatización parcial o total de la petroquímica y la electricidad. El electorado que voto por Fox lo hizo en favor de la transparencia, el fin del régimen y la democratización. El nuevo presidente promete cumplir ese contrato con un gobierno de gerentes impolutos.
Pero no todos son impolutos. Pedro Cerisola, designado secretario de Comunicaciones y Transportes, fue ejecutivo de Telmex, es decir del magnate Carlos Slim, alguien del círculo regenteado (¿aún hoy?) por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Hasta donde se sabe no hay corrupción en la historia de Fox, pero sí un sigiloso vínculo con Carlos Salinas de Gortari. Mas allá de las especulaciones, lo cierto es que el foxismo darácontinuidad al neoliberalismo que Salinas cultivó y Zedillo continuó. A pesar de los pases de mercadotecnia, en el foxismo no todo es ruptura con el pasado.

 

 

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