Rezó bien temprano junto
a su familia en la basílica de la Virgen Guadalupe y luego desayunó
con niños pobres de Tepico, un barrio pesado del Distrito Federal.
Después, rodeado de un océano de manos estiradas, flores
entregadas y besos lanzados a su paso, Vicente Fox se trasladó
al Palacio Legislativo de San Lázaro a prestar su juramento como
presidente y recibir la banda del mandatario saliente Ernesto Zedillo.
Allí el discurso del primer presidente opositor al Partido Revolucionario
Institucional que asume en siete décadas fue tan aplomado, sereno
y seguro como cuidadoso de los equilibrios: llamó a un cambio
sustantivo de régimen para demoler todo vestigio de autoritarismo
y afirmó que no serán privatizadas las universidades, ni
la electricidad ni el petróleo; también anunció que
el próximo martes enviará un proyecto de ley para la paz
en el suroriental estado de Chiapas e hizo suyas palabras de un comunicado
que el subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional emitió el miércoles, diciendo que en México
y en Chiapas habrá un nuevo amanecer.
La jornada no estuvo exenta de algunos incidentes (legisladores del ahora
opositor PRI rechazando algunas de las declaraciones de Fox en el recinto
parlamentario, escaramuzas entre la policía y manifestantes en
las calles), pero, en general, la toma de posesión de Fox cumplió
con las expectativas de política de mano tendido que
eran esperables para un presidente que asumía con una posición
de minoría en las cámaras y en las gobernaciones de los
distintos estados. Ahora más que nunca gobernar es dialogar,
dijo Fox a los parlamentarios. Asimismo, señaló que la democratización
plena es una causa nacional y prometió gobernar alejado
del culto a la personalidad y de toda consideración patrimonialista
del poder. Lo que está en juego en los próximos
seis años no es sólo un cambio de partido en el poder sino
la esperanza de millones de mexicanos. El líder del centroderechista
Partido Acción Nacional (PAN) también hizo una referencia
especial a la corrupción, que ha dejado exhausta la credibilidad
social en el gobierno, y aseguró que abrirá lo
que ha permanecido cerrado e investigará lo que no ha sido resuelto.
Los grandes corruptos del pasado, presente y futuro rendirán cuentas,
no habrá piadoso olvido para quienes delinquieron y no habrá
tolerancia para quienes pretenden continuar con privilegios hoy inaceptados,
prometió.
Otra clave en la que Fox machacó durante el día fue la necesidad
de transparencia y de rendimiento de cuentas. Aquí Fox se convirtió
en el primer presidente mexicano que da instrucciones en público
a su gabinete, en particular respecto de las medidas para abolir la corrupción
y la pobreza. En todo desenfadado, a tal punto que bromeó estoy
leyendo, no crean que soy tan listo, Fox exigió a sus funcionarios
entregar sus declaraciones patrimoniales a un fideicomiso privado,
con la instrucción de hacerlas públicas si una autoridad
judicial las necesita. Para acabar con la pobreza de unas 40 millones
de personas, les instruyó ejecutar un programa de inclusión
al desarrollo de los marginados de las políticas públicas,
que en cada decisión presupuestal y programática siempre
esté como prioridad el rostro humano de quienes menos tienen.
En el Auditorio Nacional, recinto al que se trasladó luego de jurar
en el palacio legislativo, Fox instruyó al secretario de Hacienda
Ernesto Derbez para que impulsara un diálogo nacional por
la competitividad... para nutrir a las cadenas competitivas. Al
ministro de Trabajo, Carlos Abascal, le pidió promover el
empleo, la capacitación y la competitividad, y un diálogo
nacional en el que participen todos los sectores relacionados, con respeto
y diálogo con los trabajadores y sus sindicatos. A los pueblos
indígenas de donde provienen los grupos alzados en armas en los
estados sureños de Chiapas, Oaxaca y Guerrero les reiteró
que no sólo son parte del pasado sino del futuro y que tendrán
una oficina al lado de la presidencia, no queremos intermediarios sino
diálogo directo con ellos. Y Fox hizo también jurar
a sus funcionarios un códigode ética, en otro acto inédito
tras 71 años de Partido Revolucionario Institucional.
De la Rúa dijo
presente
El presidente Fernando de la Rúa asistió ayer a
la ceremonia de traspaso de mando de Ernesto Zedillo al presidente
electo de México, Vicente Fox, realizada en el Palacio Legislativo
de San Lázaro con la presencia de 19 jefes de Estado. De
la ceremonia participaron, junto a De la Rúa, los ex presidentes
de Chile Eduardo Frei, de España Felipe González,
de Polonia Lech Walesa y de la Unión Soviética Mijail
Gorbachov, entre otros. Antes de estos actos, De la Rúa mantuvo
por la mañana encuentros informales en el Hotel Intercontinental,
en el que se hospedó, con los mandatarios de Colombia, Andrés
Pastrana, y de Ecuador, Gustavo Noboa, y con el príncipe
Felipe de Asturias, de España. Tras participar de la ceremonia
en el Palacio Legislativo, De la Rúa se reunió con
la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, en tanto
que su regreso a Buenos Aires estaba previsto para la noche.
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LA
POBREZA, LA DEUDA, EL NARCO Y LA CORRUPCION
Todos los retos del presidente
Por
Juan Jesús Aznárez
Desde México, D.F.
Reducir las abismales
diferencias entre pobres y ricos, consolidar la democracia y abatir la
corrupción y la impunidad que crearon cultura en el mayor país
de habla hispana son los principales retos de Vicente Fox, que ayer protagonizó
en México la transición más importante desde la revolución
de 1917.
Fox hereda una economía estable, con un crecimiento promedio de
siete puntos, un producto bruto interno -.PIB per cápita
un 21,4 por ciento superior al de 1994, año en que asumió
el poder Ernesto Zedillo, y una inflación en baja. El ahorro interno
creció un 12 por ciento, y México superó en buena
medida la crisis financiera de 1994-95, un batacazo que ocupó casi
a tiempo completo a Zedillo, a quien la oposición atribuye poca
sensibilidad social. Ha sido percibido como un obsesionado por la macroeconomía,
cuyo saneamiento, por otra parte, Fox agradeció.
Sin embargo, el empobrecimiento, la pérdida de capacidad adquisitiva
de los salarios, una constante desde hace 20 años, la escasa disponibilidad
del crédito, la debilidad de las pequeñas y medianas empresas
se traducen en la masiva fuga anual de braceros hacia EE.UU. México,
cuyos habitantes más pobres viven en zonas de fuerte crecimiento
demográfico, ha creado la mitad de los empleos que necesita.
Fox recibe una nación lastrada por una deuda, interna y externa,
en torno de los 165.000 millones de dólares, que compromete el
80 por ciento del presupuesto y probablemente impedirá la ejecución
de varios de los programas sociales ofrecidos en campaña por el
presidente. Espero que nunca me falten los pantalones para combatir
la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado, pues
para eso me contrataron -declaró. ¿Quién
puede detener a 100 millones de mexicanos? ¡Nadie!.
Pocos entre sus compatriotas parecen dispuestos a movilizarse en contra
de la administración de la esperanza, pero los proyectos de ley
para aprobar aspectos de la pretendida reforma fiscal y abrir más
a la inversión extranjera los sectores energético o petroquímico
pueden encontrar en el Congreso serias resistencias. Fox quiere recaudar
más, vía impositiva o inversora, para disponer de más
fondos sin recurrir a nuevos endeudamientos. Para ello deberá llegar
a acuerdos en una Cámara de Diputados de 500 miembros donde su
partido, el Partido Acción Nacional (PAN), y su aliado el Partido
Verde Ecologista, suman 223 escaños.
Poco dispuestos a facilitarle el trabajo, los diputados del PRI son 211,
y 50 los del Partido de la Revolución Democrática (PRD),
de centroizquierda. Otras fuerzas menores controlan el resto de los escaños.
El PRI retiene 60 de los 127 senadores de la Cámara alta, frente
a los 51 del PAN y los ecologistas, y los 16 del PRD y el Partido del
Trabajo. El PRI, que ayer asistió al final de su reinado, gobierna
en 19 de los 31 estados en que está dividido México, además
del gobierno de la Ciudad de México.
De El País de Madrid, especial para Página/12.
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