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Belén, la isla de las cuatro trincheras

Tres palestinos murieron ayer en el primer viernes de Ramadán. Esta nota cuenta la vida en una ciudad palestina bajo asedio israelí.

Un soldado israelí
apunta contra palestinos.

Por Ferrán Sales *
Desde Belén

Belén es la ciudad de la estrella y del nacimiento, pero es también la capital de una provincia constituida por 10 municipios, tres campos de refugiados, una treintena de asentamientos judíos y cuatro trincheras. Los últimos datos oficiales develaban que durante los dos meses de Intifada hubo en la zona un total de 30 muertos, 800 heridos y un centenar de casas destruidas por bombardeos israelíes.
“Belén es un fenómeno raro; para empezar es o era una ciudad turística, pero a continuación es un crisol de equilibrios donde conviven a la vez musulmanes, cristianos y tres campamentos de refugiados principalmente desplazados de la guerra de 1948. En total 150.000 habitantes de los que un 80 por ciento son musulmanes”, afirma el gobernador Jaabari, dirigente del partido gubernamental Al Fatah y a la vez líder de un influyente clan regional.La provincia de Belén se encuentra fragmentada en minúsculas porciones, que la comunidad judía de Jerusalén trata de engullir con inusitada voracidad y violencia. Este banquete urbanístico ha dejado en el plato de la Autoridad Nacional Palestina sólo un 12 por ciento del territorio histórico de Belén y unos límites difusos y vagos que no se acaban nunca de concretar a pesar de que hace seis años la ciudad fue traspasada.
“La presión de Jerusalén sobre nuestra ciudad ha conseguido convertir a Belén en una isla. Vive permanentemente asediada en todos los aspectos incluido el económico. Los grandes sectores turísticos judíos tratan de capitalizar y desviar los millares de visitantes que se dirigen cada año a nuestra ciudad y que constituye nuestra única fuente de ingresos”, recalca el gobernador de Belén, un fiel seguidor de Yasser Arafat. Las dentelladas urbanísticas que la alcaldía de Jerusalén –presidida por el ultranacionalista Ehud Olmert, uno de los barones del partido Likud– ha dado durante los últimos años al termino provincial de Belén, se han convertido en esta nueva Intifada, en cuatro trincheras; la Tumba de Raquel en la entrada, los límites de la ciudad cristiana de Beit Jala, la colina de Beit Sahur y la llanura de Al Jader.
En la Tumba de Raquel los protagonistas de los combates son los jóvenes tiradores de piedras, que acosan en sesión continua de mañana, tarde y noche a los soldados israelíes que protegen un emplazamiento santo para los judíos. En el frente de Beit Jala los francotiradores disparan sólo al oscurecer, tras haber rezado la plegaria de Al Magrib, y lo hacen siempre sobre los vecinos del barrio judío de Gilo –un antiguo asentamiento engullido por Jerusalén– situado a medio kilómetro en línea recta. Las milicias de unos Tanzim itinerantes se suelen apostar en el tercer frente; las laderas de la colina de Beit Sahur, desde donde se domina el cuartel principal de las tropas israelíes en la zona y el campo de entrenamiento militar adyacente. En la cuarta trinchera, la de Al Jader, las piedras y los disparos se hermanan en una única trayectoria; siempre de abajo a arriba, donde están apuntando los soldados del Thasal.
“Los bombardeos israelíes han aislado más que nunca la ciudad de Belén. Los peregrinos han dejado de visitarnos. La industria turística está paralizada. Algunos han empezado a reciclarse”, se lamenta Mustafá, ex guía de lugares santos, convertido ahora en asesor de lujo para corresponsales de prensa despistados.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

 

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