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LAS ELECCIONES DEPENDEN DEL ALTO TRIBUNAL Y DE JUECES LOCALES
Todo el poder a la Suprema Corte

Por primera vez en la historia norteamericana, la Suprema Corte de Justicia tomó cartas en la elección del presidente, pero los pasos decisivos pueden darse hoy en la capital de Florida.

Manifestantes republicanos gritan consignas mientras los jueces empiezan su audiencia.

Por Martin Kettle *
Desde Washington

Hay días en la historia de una nación en que el mero drama del momento trasciende más que los grandes temas en juego. Ayer, cuando la más alta corte en Estados Unidos debatía el resultado de la elección presidencial, fue uno de esos días, y todo Washington quería asegurarse su entrada. Ataviados con sus togas, los nueve jueces de la Suprema Corte de Estados Unidos tomaron asiento justo antes de las 10 de la mañana para escuchar los argumentos legales en un caso que podría decidir quién será el próximo líder de la república.
John Fucetola había llegado justo antes de las 4 de la mañana el jueves e hizo cola durante más de 30 horas para ser el primero de la fila y poder conseguir uno de los 50 asientos para el público. Otros se acurrucaron en bolsas de dormir sobre el pavimento en la colina del Capitolio. “El dinero no puede comprar esto. El dinero no puede comprar historia –le dijo a un grupo de reporteros–. Esto es algo que les contaremos a nuestros nietos.” El senador Edward Kennedy, lo más cercano que Estados Unidos tiene a la nobleza hereditaria, se aseguró su lugar, junto con otras importantes figuras republicanas y demócratas. Afuera, en Capitol Hill, había grandes y ruidosas multitudes, algunas atraídas por sus pasiones políticas. Los partidarios de Gore llevaban pancartas que decían “Hemos sido emboscados” (Juego de palabras con Bushwhacked). Los republicanos replicaban con “Ganadores, no llorones”. Pero muchos vinieron porque simplemente es uno de esos días que uno quiere decir “Yo estuve ahí...”
“Dios salve a Estados Unidos y a esta honorable corte”, entonó el alguacil de la Alta Corte. Luego, William Rehnquist, titular de la Corte Suprema, anunció: “Esta mañana escucharemos los argumentos en el número 00–836, George W. Bush versus la Junta Electoral de Palm Beach”, y llamó al abogado de Bush, Ted Olson, para que comenzara su alegato. Olson había estado de pie durante poco más de medio minuto cuando la jueza Sandra Day O’Connor, la primera mujer en integrar la Corte Suprema, interrumpió con una pregunta.
Eso estableció el modelo para toda la mañana, ya que Olson y el abogado de Gore, Laurence Tribe, fueron acribillados a preguntas. Cada abogado tenía 35 minutos para establecer su caso. Los abogados de Katherine Harris, la secretaria de estado de Florida, y su archienemigo, Bob Butterworth, el fiscal general de Florida, tuvieron luego 10 minutos cada uno. Según las expeditivas tradiciones de la Corte, las audiencias tenían un tiempo limitado y no se permitió la presencia de cámaras de televisión. Un pedido del canal C-Span para que se permitieran cámaras de TV ya había sido rechazado antes, en la semana. Pero, haciendo una concesión a la convención, la Corte permitió una grabación de audio de sus sesiones para ser emitida después de la audiencia.
El caso depende de si la Corte Suprema, que interpreta la Constitución de Estados Unidos, decide que tiene una razón para actuar y pasar por encima de las cortes estatales de Florida. Toda observación fue anotada, ya que los indicios sobre la manera de pensar de los impredecibles jueces son ansiosamente buscadas por los abogados de ambas partes. Los primeros informes sugieren que a Olson le resultaba difícil persuadir a los jueces de que éste era un caso en el que debían intervenir.
“No conozco ningún caso en el que hayamos impugnado a la Corte Suprema de un estado en la forma en que ustedes lo hacen en éste”, dijo la jueza Ruth Bader Ginsburg, normalmente una liberal. “Caso tras caso hemos dicho que le debemos el más alto respeto a lo que la Corte Suprema del estado dice que es la ley del estado.” “Esta es una situación muy inusual, jueza Ginsburg”, replicó Olson, “porque está en la contienda de una elección presidencial”. Pero el juez David Souter, otro miembro liberal de la Corte, preguntó asimismo: “¿Por qué deberían los tribunales federales interferir en lo que parece ser un esquema cuidadosamente planeado?”. También Tribe se encontró enfrentado a un severo interrogatorio. “Usted dice ahora que esta Corte no tiene un rol. Eso significa que la responsabilidad recae sobre la Corte Suprema de Florida”, dijo el juez Anthony Kennedy. Y luego, después de una hora y media, todo llegó a su fin y los jueces se retiraron a considerar su veredicto, que se espera que sea dado a comienzos de la semana que viene. La historia entraba en receso.
Pero eso era sólo en Washington. En Florida, la Suprema Corte del estado negó dos peticiones del campo demócrata, que pedían una reanudación inmediata del recuento de votos en los condados de Miami-Dade y Palm Beach, y una nueva elección en este último. La cuestión pasa entonces a ser considerada hoy por el juez de Tallahassee, N. Sanders Sauls, pero puede ser demasiado tarde para que el recuento se complete con ventaja para Gore.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: C. Doyhambéhère.

 

Claves

Paralelamente a la sesión de la Suprema Corte de EE.UU. –que recién se espera que se expida la semana próxima–, su equivalente del Estado de Florida rechazó ayer dos pedidos del campo de Al Gore para que se inicie un inmediato recuento de votos en los condados de Miami Beach y Palm Beach, y se proceda a una nueva elección en este último.
Esto significa que el recuento de los votos disputados –que favorecería a Gore– debe ser aprobado o rechazado por el juez local que entiende en la causa en Tallahassee, y que empieza a considerar las demandas hoy.
El tiempo favorece a George W. Bush: cuanto más se demore el recuento de votos más cerca se estará de la fecha en que Florida debe designar sus compromisarios al Colegio Electoral.

 

 

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