Por Diego Fischerman
La respuesta preferida de Keith
Jarrett es no sé. No es que sea hosco. Al contrario,
trata de ser simpático, de contestar con amabilidad. Más
bien se trata de una especie de timidez extrema o, tal vez, de que cuando
habla, igual que cuando improvisa en el piano, no sólo necesita
de un tiempo para encontrar cada idea sino que no lo oculta. Al contrario.
Hace de eso un estilo. Los no sé de Jarrett tienen
que ver con cómo descubre que una idea musical es buena, con cómo
selecciona el repertorio de standards y con cuál es el grado de
control que ejerce sobre el material. No sé cuando hay una
buena idea; sólo está allí y aparece, dice
Jarrett en la entrevista telefónica que mantiene con Página/12.
La pregunta siguiente, sin embargo, provoca otra clase de contestación.
¿Y cómo se da cuenta cuando un material es malo? Es
muy curioso, porque no tiene nada que ver con la calidad del material
en sí, contesta. Pienso sobre todo en las baladas.
En algunas baladas hermosas que, sin embargo, no nos funcionan.
El plural se refiere al trío con el que tocará por segunda
vez en Buenos Aires los próximos martes 5 y jueves 7, en el Teatro
Gran Rex. Un trío que salvo esporádicamente (y en un disco
llamado Changeless) sólo toca standards, es decir temas clásicos
del jazz. Los standards proporcionan un material magnífico
para construir algo nuevo, explica el pianista. Gary (Peacock),
Jack (De Johnette) y yo los conocemos desde siempre, no tenemos que pensar
y entonces toda nuestra energía va hacia la creación. Ahora
¿por qué algunas baladas bellísimas no nos funcionan?
Me parece que es porque si un tema es demasiado bello condiciona excesivamente
lo que uno va a tocar. Crea obligaciones. Y contiene ya una cuota de información
muy grande, melódica, rítmica, armónica, que, paradójicamente,
limita lo que uno pueda inventar. Tal vez sea por eso que uno de los mejores
solos de la historia del jazz, el de Coleman Hawkins en Body &
Soul (en la grabación del 39) tenga que ver con un tema bastante
mediocre, sin la calidad musical de cualquiera de las canciones de Irving
Berlin, por ejemplo.
Jarrett lamenta ser famoso, en muchos casos, sólo por uno de sus
discos más despreciados, el Köln Concert. Uno de los preferidos,
en cambio, es casi desconocido. En Spirits, el pianista que comenzó
su carrera junto a Charles Lloyd y Miles Davis y que se convirtió
en uno de los creadores más importantes de la historia del género,
prueba con distintas conformaciones instrumentales y, también,
muestra un evidente eclecticismo estilístico. Yo no soy uno
solo, no puedo limitarme a tocar sólo un tipo de música
o a tocarlo de una sola manera. Book of Ways (el álbum en el que
improvisa en un clave), Facing You (el primer disco de piano solo), Survivors
Suite (con el cuarteto americano, junto a Paul Motian, Dewey
Redman y Charlie Haden) o los discos con el trío son totalmente
distintos entre sí pero todos ellos me representan.
¿Qué es lo que lo seduce de una partitura clásica
como para decidir tocarla?
La transparencia. Cuando descubrí los Preludios y Fugas de
Shostakovich tuve una impresión visual muy fuerte al ver la partitura.
Era de una claridad excepcional. Era cristalina. Handel, Mozart, Rameau,
Bach, tienen esas mismas cualidades. Esa es la música que no sólo
me gusta tocar sino que creo que puedo tocar bien. Sobre todo porque es
afín a mí. Chopin me encanta, y lo puedo tocar en privado,
pero no es mi lenguaje. No lo siento propio. No podría tocarlo
como si fuera música mía y eso es lo que me gusta que suceda
cuando interpreto clásicos.
¿Cuál es el lugar que le asigna a lo melódico
dentro de su decálogo personal?
La melodía es todo. Es lo que une las distintas partes, los
diferentes niveles de una música. Cualquiera sea. La melodía
es lo que da sentido a la música, es como la respiración
o los latidos del corazón. Está todo el tiempo, es lo que
le da la vida a una obra musical cualquiera pero, al mismo tiempo, rara
vez se tiene conciencia. Muchas veces se la registra cuando falta pero
no se percibe su importancia mientras está. La cualidad melódica
es lo que hace que un tipo, cuando está haciendo un solo, no esté
simplemente haciendo una nota después de otra. La música
es mucho más que eso.
¿Cuál es el principal atractivo de tocar con Jack
De Johnette en batería y Gary Peacock en contrabajo?
Hay varios, el primero de ellos: poder tocar con otros. El placer
es totalmente distinto cuando hay interacción con otros músicos,
cuando las ideas de cada uno circulan de uno al otro, cuando Jack introduce
un elemento rítmico y Gary lo toma y después yo empiezo
a desarrollarlo y Gary repite uno de los motivos que yo toqué y
eso le da nuevas ideas a Jack. El segundo atractivo tiene que ver con
estos otros en particular. Con la calidad de Gary y Jack como músicos.
Y el tercero, quizás el más importante, es que nos conocemos
de memoria."
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