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Diez razones de un equipo que se enoja
Tiempo de revancha

Por Ariel Greco

1 Con su triunfo ante San Lorenzo, Boca volvió a dejar en claro que las paradas difíciles le caen de maravilla. Este plantel moldeado a su imagen y semejanza por Carlos Bianchi demostró repetidamente (ayer otra vez) su personalidad. Consiguió la Copa Libertadores de visitante cuando todos lo daban por muerto, le mostró su potencial al Real Madrid sin importarle la chapa de los campeones de Europa y en cada partido clave por el torneo local termina exhibiendo su jerarquía para pasar sin sobresaltos obstáculos que parecen insalvables. Los números y los títulos obtenidos fundamentan esa afirmación. Porque más allá de las virtudes futbolísticas, la gran diferencia que marca con el resto está dada por su fortaleza mental.

2 En un fútbol donde para muchos las palabras son más importantes que el juego en sí, la motivación que encuentra este Boca va a partir de las ganas de revancha. Cada crítica, cada situación adversa, cada comentario que al técnico o a los jugadores no lo satisface o cada provocación gratuita, el plantel la anota y, más temprano que tarde, pasa la factura correspondiente. Lo bueno que es generalmente lo hace en la cancha. Luego de la victoria, ese sentimiento se hace público y a lo largo del ciclo Bianchi son incontables las ocasiones en que esa circunstancia se repitió.

3 En la semana, Oscar Ruggeri tiró dos frases para intentar ganar la batalla psicológica. “Yo hice ese viaje. Sé que en el segundo tiempo van a estar muertos y nosotros lo podemos aprovechar”, fue uno de los comentarios del técnico de San Lorenzo. El otro, mucho más picante, buscaba generar algo de bronca: “Sólo van a festejar antes del partido”. Con el resultado puesto, ninguna de las predicciones de Ruggeri fue cierta. Boca festejó mucho más en el final (una respuesta del alma), que en la fiesta del principio (un reconocimiento premeditado). Y la cuestión física...

4 Como una paradoja del destino, Boca terminó definiendo el clásico en el minuto 85, cuando supuestamente se tendría que estar arrastrando por el campo. Pero nada de eso sucedió. El equipo de Bianchi buscó el triunfo mucho más en la segunda etapa que en la primera, realizó más desgaste en el complemento que en el arranque y controló mejor a San Lorenzo con el correr de los minutos que en el inicio. Es cierto que tal vez reguló el aire en el primer tiempo y que San Lorenzo se quedó con un jugador menos, pero la actitud fue más allá de esas circunstancias.

5 Como ya le había pasado a Gallego, cuando ironizó que si Bianchi ponía a Palermo él lo incluiría a Francescoli, o cuando aseguró que los jugadores de Boca no iban a arriesgar las piernas ante Talleres porque sus mentes ya estaban metidas en la final de Tokio, a Ruggeri el juego de frases le terminó saliendo totalmente al revés. Como para que los próximos rivales de Boca vayan pensando bien cada palabra, no sea cosa que se les vuelva en contra.

6 Antes de la final Intercontinental, tanto Roberto Carlos como Raúl minimizaron las virtudes de Boca, ya que según su óptica el nivel del fútbol sudamericano no se podía comparar con el poderoso europeo. Ningún jugador de Boca se plantó en la batalla dialéctica. Apenas Mauricio Serna dejó una frase premonitoria. “Ya van a ver el martes”, se limitó a responder Chicho cuando le contaron los dichos de los jugadores madridistas. Recién con el 2-1 puesto y la Copa camino a las vitrinas de la Bombonera, varios futbolistas aseguraron que el Real había subestimado a Boca y que ésa era una de las claves de la victoria.

7Otra de las anécdotas tiene que ver con la final de la Libertadores. Apenas Bermúdez convirtió el penal decisivo, no hubo un solo jugador de Boca que no le dedicara el triunfo “a todos los que nos mataron y que no creían en nosotros”. El plantel se había alimentado de las críticas, y fue más que obvio que entre todos se juramentaron la victoria para taparles la boca a los que habían hablado mal del equipo. Incluso el propio Bianchi pasó sus facturas ironizando con que la victoria había sido de c..., porque se había conseguido con un sistema “muy antiguo” como el 4-3-1-2.

8 Pero no sólo de las críticas se nutre la autoestima del plantel. También toma en cuenta la soberbia o algún festejo por adelantado del rival de turno. Para esa final ante el Palmeiras, Bianchi empapeló todo el vestuario del Morumbí con una nota en que el técnico Luiz Felipe Scolari aseguraba que su equipo ya se sentía campeón. En la mentalidad revanchista del grupo que conduce Bianchi, decir eso fue algo más que una provocación, lo que finalmente se reflejó en la actitud con que encaró Boca aquel partido.

9 Como un reflejo de las actitudes del grupo, las reacciones individuales también se manifiestan de manera similar. Cuando todo el país se preguntaba cómo iba reaccionar Martín Palermo luego de frustrarse su transferencia a la Lazio, el goleador respondió con su sello. La bronca se tradujo en dos tantos a Gimnasia de Jujuy y un rendimiento aún mejor que el que venía exhibiendo. La calentura de Riquelme por la no actualización de su contrato derivó en las mejores producciones de su carrera. Matellán era el blanco de todas las risas por la forma en que iba a parar a Figo en Japón, pero el zaguero jugó el partido de su vida y anuló al jugador más caro del mundo. Y los ejemplos de Córdoba, Barijho, Delgado, Basualdo y el resto no hacen más que reafirmar la teoría.

10 Más allá de los goles de Palermo, las pisadas de Riquelme, las atajadas de Córdoba, los quites de Serna, las gambetas de Guillermo, los piques de Delgado o las subidas de Ibarra, queda claro que la personalidad que transmite Bianchi es fundamental para este ciclo histórico. Pero no es menos cierto que la motivación del grupo surge a partir de la bronca y las ganas de revancha. Así que es mejor no provocarlo.

 

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