Por
Nora Veiras
Debemos
acercarnos a la reforma educativa como un asunto de liderazgo moral y
político y no como un tema de administración. Debemos recordarnos
a nosotros mismos en este momento en que predomina el individualismo que
el consumismo no debería ser la única forma de ciudadanía
ofrecida a nuestros niños y que las escuelas deberían funcionar
para servir al bien público y no ser vistas como fuentes de ventajas
particulares aisladas de la dinámica de poder y equidad,
postula y se apasiona Henry Giroux ante un auditorio colmado de estudiantes
de Ciencias de la Educación. Con su pelo largo, su arito y sus
inmensos anillos, este pedagogo estadounidense que en los 70 descolló
dentro de la Pedagogía Crítica desafía estereotipos
no sólo estéticos y apuesta a la escuela y a los medios
como espacios de resistencia de la cultura dominante. Llegó a Buenos
Ai- res desde la Universidad de Pennsylvania para participar en el congreso
nacional organizado por la Asociación de Diarios de la República
Argentina y aprovechó para dialogar con los maestros sobre la trascendencia
de su rol como intelectuales críticos.
¿Cuál es su impresión de las charlas que tuvo
con docentes en distintas ciudades del país?
Tengo la sensación de que los docentes perciben una relación
muy fuerte entre educación y democracia y entre aprendizaje y la
noción de cambio social. Pareciera que hay realmente
instalada una sensación de que no hay una democracia que marche
y que funcione sin un sistema educativo que de alguna manera abra una
posibilidad y sin una educación que no le hable a los alumnos de
comprometerse social y críticamente. Creo que aquí el docente
entiende lo que es el conocimiento, pero pregunta sobre el compromiso
y la justicia social.
Se dice que la escuela argentina es caja de resonancia
de conflictos sociales y problemas económicos y que se termina
desvirtuando su función pedagógica por tener que atender
estos problemas. ¿Usted lo ve así?
Estoy de acuerdo. Evidentemente, muchos de los problemas impactan
en la escuela, y la escuela sola nunca cambia una sociedad; pero al mismo
tiempo, la escuela es uno de los pocos lugares en donde las preguntas
pueden ser formuladas críticamente. En un sentido, la escuela representa
una de las pocas esferas sociales en la que los alumnos tienen la posibilidad
de cuestionar la relación entre la escuela y la sociedad. Quizás
la escuela es el único lugar donde los estudiantes pueden formularse
preguntas acerca de a qué deberían parecerse la escuela
y la sociedad. No se trata solamente de aprender a vivir en sociedad sino
a cambiarla cuando sea necesario. La tensión es entre una escuela
que enseña a los chicos cómo ser gobernados y otra que les
enseña cómo gobernar.
En gran parte de América latina, las posibilidades de ese
cambio social se ven muy acotadas, dado que parece imponerse un modelo
único. ¿Qué hace ese chico que sale con ganas de
modificar esto, para hacerlo?
Esto habla de la importancia del rol que tienen las escuelas. Las
escuelas deben proveer condiciones para que los alumnos se conviertan
en actores políticos. La ciudadanía no es un tema privado.
Cuando el chico deje la escuela debe estar preparado para poder pelear,
combatir y transformar las cosas que son importantes. Lo que no queremos
hacer es educar a los chicos para que crean en un modelo autoritario y
corporativo, en donde no haya oportunidades para combatir y pelear. No
queremos que crean que no hay oportunidades para resistir. Estas peleas
son difíciles, y no pueden darse en soledad. Pienso que, si se
quiere vivir en democracia, uno de los elementos más importantes
que los chicos tienen que aprender en la escuela justamente es saber pelear.
¿Cómo puede hacerlo la escuela si los medios de comunicación
incitan al chico a verse como consumidor más que como ciudadano?
Hay tres o cuatro puntos que quisiera remarcar: la escuela debe
tener claro su sentido y su propósito; debe definirse a sí
misma como una esfera única y esencial, capaz de educar a los alumnos
para que entiendan cómo funciona el capitalismo, con sus limitaciones,
y que existe una alternativa por la que hay que pelear. Hay que educar
a los docentes y la escuela los tiene que ver como intelectuales públicos;
debe tener claro que la cuestión del aprendizaje no es un objetivo
más. También deben permitirles a los alumnos que participen
del gobierno de la escuela y proveer experiencias para sugerir a los alumnos
que su rol es de sujetos activos y no como simples consumidores. Tiene
que saber que hay una relación entre conocimiento y poder, y que
hay que resistir a la lógica del mercado.
¿Qué diferencia existe entre la visión tradicional
del docente en el aula y la del docente como intelectual público?
La mayoría de los maestros, por lo menos en los Estados Unidos,
son formados para ser loros; aprenden métodos, pero no tienen sentido
de su función social. Como grupos y como individuos pueden desempeñar
un rol fundamental, ofreciéndoles a los alumnos lenguaje y conocimiento
no para que se adapten pasivamente a la sociedad sino para que la transformen
cuando sea necesario. Por lo tanto, los docentes deben entender su función
como una práctica ética y política, no técnica.
Para hacer esto, tenemos que tener una visión del tipo de sociedad
que queremos que los estudiantes creen. También tenemos que tener
en claro la relación entre conocimiento y los efectos que produce.
Mi deseo es defender las condiciones laborales de los docentes, su autonomía
y habilidad como fuerza vital para la defensa de una democracia orgánica.
Esta visión es opuesta al liberalismo y la visión comercial
de la escuela, que nunca comienza con la palabra justicia
sino con la palabra beneficio. No se ve la escuela como un
bien social, sólo como un bien privado. A largo plazo, esto representa
no sólo la muerte de la escuela como esfera pública sino
también un ataque al Estado de bienestar, a la justicia social
y a la democracia.
Entonces, el neoliberalismo usa a la escuela como un instrumento
más para legitimar la segmentación social...
La derecha neoliberal ve a la escuela como uno de los lugares más
peligrosos de la sociedad, como un lugar de batalla contra la privatización
de la sociedad. Esperan descapacitar a los docentes y convertir a la escuela
en una cultura corporativa que eduque a los chicos como consumidores y
segmente la vida pública. Como la escuela es uno de los pocos lugares
que quedan donde las preguntas pueden ser formuladas abiertamente, y como
la escuela es un lugar donde se resiste la idea de que democracia
y mercado son lo mismo, por eso mismo se convierten en lugares
de batalla, junto con los medios.
En la Argentina hay un discurso que se escucha con insistencia que
dice que las escuelas deben ser redituables y que el Estado no puede despilfarrar
recursos, entonces se propone subsidiar a la demanda. ¿Qué
pasa en los lugares en donde se aplican estas ideas?
En los Estados Unidos, muchas corporaciones y grandes compañías
han subsidiado estos esfuerzos y en muchos casos los políticos
que apoyan estas ideas están vinculados con la derecha y dominan
el debate en los partidos. Sobre la política de privatización
que implican los vouchers, en Estados Unidos no hubo discusión
sobre el desmantelamiento del Estado de bienestar que llevan implícito.
Esta política es un ataque a los chicos de las clases trabajadoras,
a las escuelas pobres urbanas y especialmente a los chicos negros. También
es una manera de transformar la definición de escuela,
sacándola del lugar de la política pública, ya que
estamos en un espacio donde lo único que interesa es el beneficio
individual. La escuela se está transformando en un lugar de beneficio
privado. Entonces, los que no tengan recursos para hacer la elección,
terminan en escuelas absolutamente segmentadas, las peores escuelas. Es
un discurso vicioso, que sólo beneficia a los chicos de clases
medias y altas, y convierte a la escuela en socia de las corporaciones.
La escuela se convierte en un lugar de entrenamiento para producir trabajadores.
Cuando se habla de la crisis del Estado de bienestar y que el Estado
ya fue, ¿cómo mantiene la esperanza de un rol
activo del Estado en la educación?
Porque me parece que lo que tenemos que reconocer es que a medida
que el Estado va desapareciendo, y con lo difícil que está
la relación entre la sociedad civil y la cultura corporativa, lo
único que al Estado le queda no es preguntarse si las escuelas
van a sobrevivir sino si la democracia va a sobrevivir. Porque si se habla
de reformar las escuelas sin reformar la democracia, uno se queda sin
argumentos. Cuando todo se reduce a algo pragmático, en cómo
sobrevivir en una sociedad que trata a cada uno como una expresión
del mercado, es una gran oportunidad hablar de la crisis de la escuela
en relación con la crisis del Estado y de la democracia misma.
Por lo cual, la escuela tiene que tener un nuevo rol, definiendo su función
como vital para la democracia, además de ayudar a mantener a la
democracia viva.
Usted dice que los medios de comunicación son uno de los
pocos lugares de resistencia.
La cuestión pedagógica no pasa sólo por las
escuelas. Hay otros lugares, entre los cuales están los medios.
Todo eso representa ese lugar de la cultura donde lo pedagógico
se convierte en político. Esos son los lugares reales donde los
chicos están segmentados: la cultura popular y los medios. Como
decía Gramsci, reconocemos en el más amplio sentido que
en la posmodernidad están las últimas armas de pelea. Este
es el lugar donde las opciones están disponibles para que la gente
elija sobre lo que significa vivir o no vivir realmente en democracia.
Son los elementos para resistir, para oponerse, porque ofrecen la posibilidad
de cuestionar el presente, pensando en el futuro. Los conservadores siempre
entendieron esto, mucho mejor que la izquierda o que la izquierda de Estados
Unidos, que tiende a creer que la cultura política no es política
realmente. No entienden cómo lo político se convierte cada
vez más en pedagógico y lo pedagógico en político.
Esto los intelectuales argentinos lo van a tener que tomar muy en serio,
sobre todo por las nuevas tecnologías y la concentración
de poder, que no se limitan tampoco al Estado-Nación; Disney va
afectar tu vida y la de tus hijos, de la misma medida en que afecta a
mis hijos hoy. Está en todos lados.
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