Página/12
en Gran Bretaña
Por
Marcelo Justo
Desde Londres
Misas
son las de ahora. En el púlpito de la Iglesia de Saint Phillips
en Swindon, al sur de Inglaterra, una párroca transexual, Carol
Stone, predicó ayer su primer sermón dominical tras su operación.
En una clara señal del apoyo de sus feligreses, los cien presentes
recibieron de pie y con una ovación a la párroca, que hasta
hace cinco meses se llamaba Peter y habitaba un cuerpo masculino. Sólo
una mujer presentó una voz disidente y debió ser llevada
fuera de la iglesia después de pararse para criticar con virulencia
el cambio de sexo de Stone. En el curso de la semana, las más altas
autoridades anglicanas habían manifestado su apoyo a la párroca.
Se sabe: para espectáculos de este tipo, nada como la excéntrica
sociedad inglesa, que logra combinar en exóticas dosis la más
rancia tradición, un conservadurismo a prueba de balas y una extrema
tolerancia.
De 46 años, dos veces casado/a, una hija, la hoy reverenda Carol
Anne Stone es la primera párroca transexual de la Iglesia Anglicana.
Con aros de oro y un manto púrpura, la reverenda reconoció
ayer a su congregación que el sermón que iba a dar no era
improvisado. Aunque hace 23 años que predico, me siento como
cuando di mi primer sermón. Un sermón, que, la verdad sea
dicha, he estado escribiendo durante toda mi vida.
La párroca no exageraba. Como reconoció en una conferencia
de prensa durante la semana, siempre tuvo dos vocaciones en su vida: ser
mujer y ser párroca. El primero de estos deseos la acompañó
desde la más temprana infancia. Desde que me acuerdo, antes
de acostarme siempre rezaba para que Dios me despertara al otro día
convertido en mujer. Mi recuerdo más temprano es de los cuatro
años, cuando apenas podía entender por qué pedía
esto y qué significaba. Era una plegaria que me salía directo
del corazón, dijo Stone a los periodistas.
En 1996, el entonces Peter Stone cumplió uno de sus dos deseos:
se convirtió en párroco. El otro siguió formando
parte de sus plegarias nocturnas. Nunca le eché la culpa
a Dios de lo que me pasaba. Pensaba que la cruz que me tocaba cargar era
la de habitar un cuerpo masculino a pesar de sentirme mujer, dijo
Stone en la conferencia de prensa. El milagro de la metamorfosis no ocurrió
gracias a las plegarias sino de la mano de uno de los rivales históricos
de la iglesia: la ciencia. Cuando se despertó después de
la operación, lo primero que pensó fue gracias a Dios,
por fin las cosas son como deben ser.
Ayer, tras el sermón, la reverenda reconocía la trascendencia
del paso dado. Es como un nuevo comienzo. Finalmente puedo ser yo
misma. Es una maravilla. Los que me conocen, seguramente recuerdan a alguien
atormentado. Ahora todo eso ya no existe más y puedo mirar al futuro
de otra manera. Consciente de que está en el centro de la
atención pública, la reverenda manifestaba ayer su deseo
de recuperar la normalidad. Lo que más deseo es que termine
todo este alboroto para concentrarme en los asuntos habituales de la parroquia,
dijo Stone. Los feligreses, que fueron su gran apoyo durante todo este
tiempo, son su prioridad. Son extraordinarios. Nunca dejaron de
alentarme. Están llenos de amor y de humor. Pensé que nunca
volvería al frente de la parroquia. Pero ahora sé que Dios
tiene todavía tareas para mí, dijo.
Los feligreses comentaban ayer a la prensa su reacción al hecho.
Ella fue muy valiente. Acá la queremos mucho y no vamos a
dejar que se vaya. Una persona no cambia: su capacidad como persona no
varía, opinó Michael Ennis, de 71 años. Por
su parte, Greta Davies, de 57 años, dijo que Peter fue un
gran párroco y seguro que Carol lo será también.
Somos una iglesia tolerante, que recibimos con los brazos abiertos a todo
el mundo.
La Iglesia Anglicana permite desde 1994 que las mujeres celebren misa
a la par de los párrocos, una decisión que provocó
la fuga de unos 600 sacerdotes de esa religión. Ahora, el decidido
apoyo de los feligreses fue fundamental para cambiar la posición
tradicional de la Iglesia Anglicana. En una situación similar,
hace dos años, el reverendo Bill Parry se había visto obligado
a renunciar como párroco de Afan Valley, un pueblo galés,
después de anunciar que quería cambiar de sexo. En la conferencia
de prensa que ofreció Stone a mediados de semana, se encontraba
presente el obispo de Bristol, Barry Rogerson, quien expresó el
apoyo de la máxima autoridad eclesiástica. Los miembros
de la congregación me dijeron que Carol es un ser humano y que
para ellos sigue siendo la misma persona. Eso es lo fundamental,
dijo a la prensa el obispo.
Queda por ver si éste es un cambio de línea institucional
y permanente o simplemente una respuesta circunstancial a las condiciones
especiales de la Iglesia de Saint Phillips en Swindon. Según los
rumores que circularon en la última semana, habría otros
21 potenciales transexuales en distintas parroquias del Reino Unido, que
seguramente deben estar siguiendo con extrema atención los avatares
de la párroca.
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