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Cómo se dice �torazo en rodeo ajeno� en árabe

Ayer los enfrentamientos en Medio Oriente dejaron unos 35 heridos. Mientras tanto, se calienta la campaña electoral en Israel: un diputado árabe presentará su candidatura a premier.

Dentro del escenario sombrío en que se convirtió desde hace nueve semanas el Medio Oriente, ayer fue otro día de relativo oasis: no hubo nuevos muertos que lamentar, aunque sí enfrentamientos en Cisjordania y Gaza que dejaron más de 30 heridos. El jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, general Shaul Mofaz, confirmó la tendencia a la disminución de la violencia y explicó que puede ser una consecuencia del Ramadán, el mes sagrado musulmán. Pero esta calma no se traduce en tratativas para un acuerdo de paz: es que el gobierno del laborista Ehud Barak ya tiene los días contados (falta que el Parlamento israelí confirme la convocatoria a elecciones anticipadas) y se habla de campaña electoral. Ayer, en un hecho insólito, Ahmed Tibi, ex asesor del líder palestino Yasser Arafat y ahora diputado árabe-israelí, anunció que presentará su candidatura al cargo de premier israelí.
“Se trata de un acto simbólico para poner en evidencia las reivindicaciones propias del electorado árabe”, declaró un portavoz del Movimiento Arabe para el Cambio, el partido que Tibi representa en el Knesset (Parlamento israelí)”. “No es serio. Para que tenga sentido, una candidatura debería ser conjunta entre las diferentes formaciones árabes”, declaró Azmi Bichara, diputado de otro de los partidos árabes israelíes. En todo caso, el gesto sí sirve como otra muestra del enfrentamiento que los árabes israelíes tienen con el premier Barak por las acciones de su gobierno en el marco de esta Intifada palestina. Los árabes-israelíes representan el 18 por ciento de la población y el 14 por ciento del electorado que en los comicios del año pasado eligió a Barak como premier.
Según fuentes del laborismo, el Knesset podría abolir antes de los próximos comicios la elección directa del premier, para volver al sistema tradicional de investidura por el Parlamento.
En otro orden de cosas, Gilad Sher, asesor de Barak, confirmó ayer que su gobierno colaborará con la comisión investigadora internacional dirigida por el ex senador norteamericano George Mitchell. Hasta la semana pasada el gobierno israelí se oponía a la comisión. Y el ministro de Justicia israelí, Yossi Beilin, predijo que para “el 20 de enero próximo” se puede llegar a un acuerdo con los palestinos para poner fin a la escalada violenta. Pero no hay acercamientos entre ambas partes que permitan vislumbrarlo. Ayer, Arafat desmintió informaciones acerca de negociaciones secretas entre ambas partes.


MAGUID MAHFUZ, ESCRITOR EGIPCIO Y PREMIO NOBEL
“Menos mal que no puedo ver”

Por Randa Achawi *
Desde El Cairo

Maguid Mahfuz es, sin duda, el novelista más popular en todo el mundo árabe. Este personaje, que no fue conocido en Occidente hasta 1988, cuando recibió el Nobel de Literatura, seduce ya a millones de lectores en esta región desde hace más de 50 años. El, al que siempre le ha gustado pasearse libremente por las calles de El Cairo y sentarse en los cafés para hablar durante largo tiempo con sus amigos, permanece hoy recluido en su casa. Debilitado físicamente, recibe a El País vestido con una bata. Pero su lúcido espíritu de literato sigue de cerca todas las noticias de actualidad. Cuando habla, uno tiene la impresión de estar ante un mago o incluso un sabio jefe de tribu. Este hombre, bajo de estatura, autor de una obra considerada por la Academia Sueca como patrimonio de toda la humanidad, fue víctima en 1994 de un atentado del que no se ha recuperado. Su mano derecha, que fue seriamente afectada, ha quedado casi paralizada. Pero no se deja arrastrar por la desesperación y resiste al marasmo con todas sus fuerzas. A los 89 años sigue siendo una persona muy tranquila, pese a que se está volviendo cada vez más sordo y ciego, y sigue escribiendo, aunque ello le suponga un gran esfuerzo.
–Me gustaría iniciar esta conversación con el tema más controvertido ahora mismo en Medio Oriente. ¿Puede comentarnos todo lo que está ocurriendo?
–No puedo ocultar que siento un enorme dolor y una profunda tristeza a causa de ello. Y cuando intento comprender por qué comenzó todo esto, me doy cuenta de que toda esta violencia fue desencadenada por un político extremista que, al querer atraer la atención de los suyos, violó un templo religioso sagrado. Según mi punto de vista, el primer error es la violación de cualquier monumento que sea considerado sagrado por cualquier religión. Los elementos sagrados de todas las creencias religiosas deben ser respetados por todos, sea cual sea la religión que uno profese. La falta de respeto a esta regla es, en sí misma, una violación, incluso un crimen contra la humanidad. Por supuesto, había que esperar a que, ante tal ofensa, aquellos que se sintieron agredidos reaccionasen expresando su cólera. Han lanzado piedras contra aquellos que les ofendieron gravemente.
–¿Cómo interpreta la reacción de Israel hacia estas poblaciones?
–A mi parecer, todo esto podría haberlo arreglado rápidamente la policía local, sin que se produjeran graves consecuencias. Fue entonces cuando quedé muy sorprendido, cuando me dijeron que habían llamado al Ejército y que, en esos momentos, había helicópteros y tanques de guerra luchando contra manifestantes armados con piedras. Sin duda, ésta es una actitud salvaje y primaria. Nunca pensé que Israel pudiera obrar así. Siempre he tenido un muy alto concepto de ellos. Siempre los he juzgado como un pueblo muy civilizado, incapaz de actuar de una forma tan irracional.
–Pero las cámaras han demostrado que estaban matando a niños y adolescentes.
–No puedo ocultar mi alivio por no haber podido ver tales escenas. Por primera vez, he dado gracias a Dios de no ser capaz de ver con claridad. Pero las escenas que me han descrito, como la del pequeño Mohamed al Durra muriendo en los brazos de su padre, u otras en las que las botas de los soldados israelíes golpean con violencia las cabezas de los jóvenes palestinos no demuestran un comportamiento que pueda considerar humano, o siquiera razonable.
–¿Qué repercusión tendrán estos ataques de cara al futuro?
–Lo que lamento más que cualquier otra cosa es que el proceso de paz, que se encontraba a un paso de su final, parece haber retrocedido hasta el punto cero.
–Pero, en cuanto a los palestinos, ¿qué cree usted que harán en el futuro?
–Habrá algunos que seguirán creyendo en el proceso de paz, que sentirán apego por él y harán todo lo posible para no dejarlo morir. Pero, en cuanto a la gran mayoría de quienes viven en los territorios ocupados, creo que, en adelante, recurrirán al modelo de Hezbolá. Aplicarán las técnicas de la toma de rehenes para intentar lograr una gran repercusión en el interior de Israel. Todo esto supone un grave deterioro de los acontecimientos. Pero es el resultado fatal de una escalada de violencia.
–Así pues, existen dos opciones: la de la paz y del diálogo o la de la guerra.
–Sí, exactamente, y quienes determinarán esto, a mi parecer, serán los israelíes, no los palestinos.
–En un contexto como éste, ¿cree usted que los estadounidenses deben seguir siendo los valedores de la paz?
–Sí, creo que siguen siendo los mejores valedores porque también tienen una gran fuerza y una gran influencia en los países de la región. Son los que más desean lograr la paz porque saldrán muy beneficiados.
–¿Qué dimensión tiene la influencia estadounidense en la región, sobre todo en el mundo árabe?
–Es evidente, y todos lo reconocen, que tienen una influencia muy fuerte en todo el mundo árabe. Sin embargo, ejemplos como el que estamos comentando en estos momentos demuestran que, seguramente, puede verse afectada, e incluso reducirse.
–Algunas opiniones en Occidente siguen estableciendo un paralelo entre islamismo y violencia. ¿Qué opina de ello?
–No es cierto. En realidad, pensar de ese modo es una gran injusticia. Y, a menudo, respondo a este tipo de juicios mediante la siguiente pregunta: ¿eran musulmanes los nazis y los fascistas? El islamismo no es una religión violenta; al contrario, predica la tolerancia entre los pueblos y las religiones. Y la prueba de ello se encuentra en su propia historia. El período en que los califas musulmanes gobernaron el mundo árabe fue en el que hubo mayor tolerancia y coexistencia pacífica entre las religiones. En aquel tiempo, judíos, cristianos y musulmanes vivieron juntos en paz y seguridad.

* De El País de Madrid, especial para Página/12

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