Como
en una novela policial, testigos y peritos por la acusación y la
defensa acumularon ayer en el tribunal de Tallahassee, capital del estado
de Florida, pruebas cuya incidencia puede resultar mortal para cualquiera
de los dos candidatos presidenciales, el republicano George W. Bush o
el demócrata Al Gore. Porque, a casi un mes de las elecciones del
7 de noviembre, todavía no han sido contados todos los votos del
estado de Florida. Y de si se cuentan o no dependen los 25 electores que,
en el Colegio Electoral, decidirán en uno u otro sentido quién
es el próximo Mr. President.
Abogados del republicano George W. Bush intentaron demostrar, con lujo
de testimonios, que el recuento de algunas boletas más no le daría
al demócrata Al Gore los votos necesarios para ganar uno de los
comicios presidenciales más reñidos en la historia estadounidense.
Pero el grupo de asesores legales de Gore replicó con un experto
en sistemas automatizados de votos que el recuento manual es el mejor
camino para definir este tipo de elecciones. La puja se dio ayer en el
segundo día de un histórico proceso.
El juez N. Sanders Sauls, del condado de Leon (donde está Tallahassee),
resaltó que no podría expedirse sobre el recuento hasta
que encontrara bases legales para ordenarlo. El vicepresidente Gore, quien
tuvo una pequeña diferencia a su favor en el recuento parcial en
el condado de Miami-Dade, reclamó un completo recuento manual de
los votos en esa área con fuente simpatía demócrata,
lo que le daría unos 600 votos más que le permitirían
ganar el Estado y la elección.
Laurentius Marais, un experto en estadísticas convocado por los
abogados de Bush, sostuvo que no había bases científicas
para proyectar la diferencia de Gore en el recuento parcial a otros distritos.
Es una proyección poco confiable e inexacta basada
en una premisa falsa, dijo. El equipo de Gore consiguió
otro testigo, quien posee varias patentes en sistemas de votación
y ayudó a desarrollar el método de perforamiento de tarjetas,
para acordar que era necesario o una reinspección o un conteo
manual cuando existe una elección reñida. El testigo
John Ahmann de Napa, California razonó que las perforaciones
en las boletas que no fueron realizados limpiamente pueden cerrarse cuando
corren a través de sistemas automáticos de lectura, llevando
a falsos resultados.
Un análisis estadístico que publicó ayer el diario
The Miami Herald alega que, si las elecciones hubieran sido limpias,
Gore habría sacado una ventaja de unos 23.000 votos sobre su rival
republicano. El estudio fue coordinado por el profesor Stephen Doig, de
la Universidad Estatal de Arizona. Según los resultados oficiales,
Bush ganó los 25 votos electorales de Florida que lo ayudan a alcanzar
los 270 necesarios para lograr la presidencia del país. La ventaja
de Bush sobre Gore fue apenas de 535 votos. El análisis estadístico
estudió los votos de los 5885 colegios electorales de los 67 condados
de Florida, incluyendo los votos por correo y los 185.000 que fueron anulados
porque el sistema automatizado de recuento no detectó ninguna perforación
que indicara una preferencia por uno de los candidatos o porque existían
dos a la vez.
Este análisis da validez a los reclamos demócratas de que
cada votante tenía la intención de indicar una preferencia
electoral, pero que su voto fue ignorado por irregularidades en el sistema
de votación o por formatos confusos de las boletas electorales.
Esta semana podría darse curso a otras dos denuncias más,
que bien podrían inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Una
pide invalidar 10.000 boletas en el condado de Martin, a causa de irregularidades;
la otra, anular 15.000 votos postales en el condado de Seminole (el proceso
se abre el miércoles). En tanto, la Corte Suprema de Estados Unidos
debe a más tardar a mitad de semana dar a conocer su decisión
sobre el recurso de Bush, que alega la inconstitucionalidad de un fallo
de la Corte Suprema de Florida que prorrogó el plazo de los recuentos
en los condados que lo pidieron. Pero el frente más peligroso para
el candidato demócrata esotro. La Legislatura de Florida, dominada
por republicanos, ya amenazó con designar directamente los 25 electores
del Estado, si los procesos ante los tribunales se extienden en el tiempo.
OPINION
Por
Serge July*
Hoy
EE.UU., mañana la UE
|
Nunca se
repetirá lo suficiente: en Estados Unidos no son los ciudadanos
los que eligen al presidente, sino los estados. En Francia, tenemos
sufragio universal directo: un presidente que, en la elección
correspondiente, se quede con una mayoría de sólo
500 votos, sería el designado. No es ningún secreto
que es muy posible (al menos tal como están dadas ahora las
cosas) que Bush resulte el próximo presidente norteamericano.
Tenemos dificultades particularmente en Francia para
entender cómo funciona un sistema federal. Pero proyectémonos
a 2010 o 2015 en la Unión Europea (UE). Estoy casi convencido
de que episodios como los que ahora atraviesa Estados Unidos se
verán entonces, cuando se elija al presidente de la UE. ¿Por
qué? Porque los estados miembros querrán retener el
derecho de, en última instancia, designar al presidente de
la UE. Y como nadie ignora, todos los estados de la UE son celosos
de sus prerrogativas, más aún quizás que en
Estados Unidos.
Otro error es considerar que el presidente de Estados Unidos dispone
de plenos poderes. Es una visión heredada de la Va. República
francesa (la del general De Gaulle). Como consecuencia del caso
Watergate, el Congreso norteamericano ha procurado recuperar la
mayoría de las prerrogativas presidenciales en materia de
Relaciones Exteriores. Si los republicanos tienen una mayoría
ligera en la Cámara de Representantes, el Senado está
en un 50/50. El futuro presidente, elegido después de tantas
dificultades, no dispondrá siquiera de la legitimidad mínima
para llevar a término las iniciativas que decida emprender.
Iniciativas que, de cualquier manera,se golpearán contra
los numerosos contrapoderes diseñados por la Constitución
norteamericana. Después de todo, fueron europeos exiliados,
que habían sufrido el absolutismo, quienes la redactaron.
Finalmente, el sistema judicial tendrá la última palabra
y dirá quién es el presidente, pero el favorecido
tendrá un mandato débil. Y todo porque una mayoría
no se decidió, abiertamente, por Bush o por Gore. Hay un
efecto dominó sobre las instituciones, muy dañoso
en especial por acción sobre una institución, la presidencia.
Una institución que ya se encuentra sistemáticamente
jaqueada en Estados Unidos.
Tradicionalmente, en las elecciones norteamericanas hay una gran
abstención. Pero hay que enfatizar que, así como la
participación es débil en lo que concierne a la votación
del presidente, es muy fuerte en las elecciones locales. La misma
tendencia que se observa por lo que toca al electorado francés.
* Director
del diario francés Libération.
|
|