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NUEVO EJE DE DEBATE EN EL JUICIO CONTRA CASTELLS
La Justicia en el banquillo

Ya no se discute sólo si pedir comida es un delito. También el rol de la Justicia (en verdad un fiscal) en todo el episodio.

Por Laura Vales

El juicio oral contra Raúl Castells por presunta extorsión se reanudó después de seis días de receso. Y pareció dar un viraje. Hasta la semana pasada se discutió básicamente si pedir comida –de la manera en que lo hicieron Castells y su gente– podía ser considerado un delito. Pero ayer varios testigos, posiblemente sin buscarlo, terminaron poniendo en tela de juicio el papel que tuvo la propia Justicia en todo el episodio. Básicamente, porque dijeron que el fiscal que acusó a Castells de extorsión estuvo presente en el hipermercado mientras el dirigente pedía los alimentos, pero nunca le advirtió que estaba a punto de cometer delito alguno. Por lo que se escuchó, parece ser que en realidad hizo todo lo contrario. “El fiscal nos dijo que le diéramos a la gente la mercadería, que con eso como prueba él iba a detener a Castells”, resumió un ex gerente de la firma. Para la defensa, esto indica que el funcionario judicial, en lugar de evitar que se cometiera el delito, alentó a que se concretara. Y después lo denunció.
Las audiencias orales fueron atípicas desde el primer día. Dentro de la sala de audiencias, el contraste entre la pobreza del público que acompaña al acusado y la opulencia de los querellantes estalla cada tanto sin aviso previo. Ayer ocurrió mientras era interrogada Julieta Pía, directora de la sucursal Avellaneda de Wal Mart.
Joven y espigada, con el largo pelo castaño sujeto por un broche de carey y vestida con el uniforme de la empresa, la directora del hipermercado recordó el momento en que vio entrar a la tienda a la gente de Castells, el 23 de diciembre de 1998.
–Se notaba que no eran clientes –relató–. Había mayoría de señoras mayores con chicos y se veía que muchas nunca habían venido antes al supermercado.
La defensa quiso saber cómo se había dado cuenta de que efectivamente las señoras que recorrían las góndolas con sus changuitos no tenían intenciones de hacer las compras.
–Tenían las piernas sucias –respondió la testigo.
El público se revolvió con indignación. Casi toda la sala estaba llena de mujeres mayores y muy humildes.
La audiencia se va turnando durante la jornada y sigue con atención las palabras de cada testigo. Es evidente que mucha de la gente del público participó del pedido a Wal Mart y aprueba o desaprueba las respuestas de quienes son interrogados con meneos de cabeza o comentarios en sordina.
Uno de los principales testigos de ayer fue el comisario Jorge Porcella, quien en la víspera de la Navidad del ‘98 estuvo a cargo del operativo de seguridad en el hipermercado.
El policía fue el primero en declarar que el fiscal Acevedo nunca puso al tanto a Castells de que el pedido de alimentos podía terminar llevándolo a la cárcel.
Lo mismo dijeron, por la tarde, los ex directivos de la firma Daniel O’Brian y Miguel Prémoli, quienes fueron los negociadores de mayor rango durante la tarde del 23. El primero agregó además que el supermercado siguió en funcionamiento en todo momento. Aseguró que “el fiscal tuvo a cargo la resolución del conflicto” y que “su sugerencia fue entregar la mercadería”.
Prémoli fue un poco más lejos: “El fiscal nos indicó que diéramos los alimentos, pero que filmásemos todo. Que iba a detener a Castells cuando saliera del supermercado”.
Se conoció también que en realidad Wal Mart anotó en sus registros la entrega de dinero como una “donación”. La empresa entregó a los manifestantes cajas con budines, pan dulce, azúcar, leche y gaseosas que le significaron un desembolso de 2644 pesos.
La representación de Castells está, desde ayer, a cargo de la defensora oficial María Fernanda Mestrin. La medida fue tomada luego de que el dirigente del Movimiento Independiente de los Jubilados retirara a susabogados particulares del juicio, tras considerar que su sentencia “ya está firmada”. En la lista de testigos quedan pendientes cerca de cuarenta personas, por lo que se estima que habrá por lo menos una semana más de audiencias antes de escuchar los alegatos y la sentencia.

 

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