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El Presupuesto pasará el Senado

El bloque del PJ adelantó que hoy lo aprobará en general y mañana en particular, con algunas modificaciones. Sigue en discusión si se elimina la poda salarial del 12 por ciento a los empleados públicos.

José Luis Machinea juega con chiche nuevo. Si los senadores del PJ cumplen, también podrá sonreír.

Finalmente los senadores justicialistas aceptaron tratar hoy el proyecto de Presupuesto 2001. La gestión final corrió por parte del propio Fernando de la Rúa, quien se comunicó desde Costa Rica con el titular de la bancada del PJ, José Luis Gioja. Los senadores de la oposición tuvieron una tensa reunión de bloque antes de fijar su posición. Por la noche, en conferencia de prensa, anunciaron que hoy aprobarán el proyecto en general y mañana lo harán en particular. Pero todavía no lograron consensuar algunos de los cambios que podrían introducirle a la iniciativa. Se debate básicamente sobre dos puntos: eliminar o no el recorte salarial de 12 por ciento a los empleados públicos y qué postura asumir respecto del financiamiento a los partidos políticos. Pero lo que más le importa al Gobierno es que logró que los senadores comprometan la aprobación del Presupuesto esta misma semana.
Las negociaciones entre el Gobierno y los legisladores del PJ fueron intensas los últimos dos días. El Poder Ejecutivo le asigna a la sanción de la ley una importancia excepcional ya que, según aduce, es lo único que falta para conseguir el crédito de blindaje del FMI. Ni bien llegó a Costa Rica, De la Rúa envió un mensaje a los senadores. Los convocó a una reunión extraordinaria hoy en Olivos a fin de destrabar lo que hasta ese momento era su resistencia a votar el proyecto. El encuentro se producirá a las 11 de la mañana. De todos modos, el Presidente consiguió ayer por la tarde, tras comunicarse con Gioja, que los senadores accedieran a aprobar el Presupuesto esta semana.
En la reunión en Olivos se discutirá, entonces, sobre los cambios que los legisladores planean introducirle al proyecto. Según anunciaron Gioja y el titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, Carlos Verna, las modificaciones ya acordadas por la bancada peronista son las siguientes:
Elevar de 40 a 60 millones de dólares la partida para las cajas jubilatorias provinciales no transferidas a la Nación.
Se mantiene en 100 millones de pesos el subsidio para las tarifas de gas en la Patagonia. Pero se asigna a los gobiernos provinciales la facultad de determinar cómo se repartirá el beneficio entre las distintas localidades. De este modo, se excluye la participación del Enargas en la fijación de las tarifas.
Eliminación a los cupos de venta de combustible subsidiado en la Patagonia. La Cámara de Diputados incluyó un artículo fijando esos cupos, pero ahora los senadores lo sacarán.
Precisar de qué modo se distribuirá un fondo de 50 millones de pesos para promoción regional en los sectores agrícola y turístico, que tal como ahora está redactado el Presupuesto queda a criterio del gobierno nacional.
Gioja se preocupó en aclarar que los cambios no elevan el déficit fiscal y sostuvo que existe un preacuerdo con la bancada de la Alianza para que acompañen esas modificaciones. Pero los peronistas no se ponen de acuerdo sobre si rechazar el recorte salarial a los empleados públicos y cómo actuar respecto del financiamiento a los partidos políticos. En el primer caso, Jorge Yoma discutió frente a los periodistas luego de que Gioja dijera que “lo estamos estudiando”. “Habíamos acordado que vamos a eliminar el recorte”, le reprochó el riojano. Gioja sólo respondió con una mueca. Respecto del financiamiento a los partidos, el peronismo pediría que se disponga una asignación de 3 pesos por voto en una nueva ley.

 


 

DESDOLARIZACION, DEVALUACION Y DOLARIZACION
El terrorífico plan Triple D

Por Julio Nudler

Tanto terror como el que sembró hace un cuarto de siglo la Triple A podría provocar ahora el Triple D, un plan de laboratorio urdido por algunos economistas, no necesariamente vinculados entre sí, buscando una fórmula para que el país pueda escapar de la encrucijada en que cayó la Convertibilidad. Las tres iniciales corresponden a los otros tantos pasos, virtualmente simultáneos, que prevé esa estrategia: desdolarizar, devaluar y dolarizar. En otros términos, el paquete consistiría en convertir compulsivamente a pesos los argendólares (depósitos bancarios en esa moneda). A esto se añadiría la devaluación del peso y la dolarización general del sistema monetario, con desaparición del signo nacional. Se trata, por tanto, de una versión ampliada del Plan D+D, que en su momento revelara Página/12. La diferencia esencial del Triple D es que salva a los bancos del letal efecto que tendría sobre ellos una devaluación y lo hace mediante un parcial repudio de sus obligaciones con los depositantes, repitiendo de otra manera la historia del Plan Bónex. Los titulares de cuentas en dólares las seguirían teniendo, a la postre, en la moneda estadounidense, sólo que su saldo disminuiría en proporción a la devaluación.
La Fundación Capital, timoneada por Martín Redrado, señaló en su último informe que el Triple D “significaría una nueva confiscación” y otras fuentes consultadas por este diario insistieron en que, por el momento, sólo se trata de una idea o simulación de laboratorio, que tal vez nunca se aplique. Para el consultor Gabriel Rubinstein, hay que recordar que el Plan Bónex, que canjeó a la fuerza los plazos fijos por bonos, terminó conduciendo a la segunda hiperinflación, pese a que había poquísimo dinero en la economía. Para él, un plan como el Triple D fracasaría porque toda la gente le apostaría en contra: “Aplicarlo exitosamente –dice– exigiría del Gobierno tanta credibilidad y capacidad de acción que, de poseerla el presidente De la Rúa, no tendría necesidad de implementarlo.”
De todas formas, quienes imaginan esa salida explican que el plan serviría para licuar salarios, incluyendo los sueldos del sector público, mientras que, al rebanar la deuda de los bancos con sus depositantes, relevaría al Estado de la obligación de acudir al rescate de la banca, con el consiguiente costo fiscal. En realidad, ese costo que se ahorraría el fisco lo pagarían los depositantes. El problema de una devaluación a secas respecto del sistema financiero es que, aunque los depósitos en dólares estén calzados con préstamos en igual moneda, los deudores de esos créditos difícilmente podrían honrarlos. Pero si los bancos se ven favorecidos por una quita en sus deudas con los depositantes, el mismo plan los obligaría a otorgar descuentos y reprogramaciones a sus deudores.

 

 

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