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Las canciones de una ciudad en la
que se cruzan todas las canciones

Desde los tiempos con Garfunkel, Paul Simon es uno de los autores más significativos y vuelve a demostrarlo en su nuevo CD.

Urbano: Simon fue el que creó ese verso genial capaz de sintetizar en cuatro breves palabras (�the sound of silence�) el verdadero aliento de una ciudad.

Paul Simon vuelve a deslumbrar con el CD “You’re The One”.

Por Diego Fischerman

Hay unos pocos compositores de canciones, entre los que han tenido mucho éxito, que logran trascender la figura del compositor de éxito. Y, sobre todo, los tiempos (más bien fugaces) de los éxitos. Dylan, Nilson, Cohen, Ray Davies, McCartney, Lennon (o viceversa), Joni Mitchell. Todos ellos, a pesar de sus estilos diversos, comparten una característica: la de haber tomado rasgos estilísticos comunes a las producciones de ocasión o a los folklores más o menos urbanos y haberlos llevado hacia otro lado. Pero esa lista no estaría completa sin el nombre del otro integrante (junto a Dylan y Cohen) de la santísima trinidad judeo-norteamericana.
Ya desde los tiempos de Tom y Jerry (el primer nombre deSimon y Garfunkel, su dúo con quien luego se convertiría en actor y que este mes llegará por primera vez a Buenos Aires), Paul Simon demostró que su manera de entender la ciudad (y las músicas de la ciudad) era absolutamente original. En rigor, Simon fue el verdadero inventor de la canción neoyorquina. El que convirtió en ciudadanos esos rurales rasguidos de guitarra trasladados al Village por cierta intelectualidad ligada a la poesía beat; el que creó ese verso genial capaz de sintetizar en cuatro breves palabras (“the sound of silence”) el verdadero aliento de una ciudad.
“Mrs. Robinson”, “America”, “The Sounds of Silence”, “Scarborough Fair” (con uno de los arreglos vocales más fantásticos de la música de tradición popular de todos los tiempos), “The Boxer”, y la enumeración podría continuar. Simon & Garfunkel produjeron una cantidad asombrosa de canciones perfectas. Y Simon, una vez solo, no se quedó atrás. Por un lado, fue el descubridor de la world music antes de que la world music existiera. Primero la maravilla de “Still Crazy After All These Years”, “El cóndor pasa”, con el grupo argentino Urubamba como coprotagonista. Después, el deslumbrante desembarco de músicos africanos en Graceland. Más tarde los bahianos de Olodum mezclados con el saxo tenor y el sintetizador de Michael Brecker (en la época en que visitó Argentina y dio un show excelente en River). Después vendría The Capeman, el musical acerca de Salvador Agron, un portorriqueño condenado a muerte en 1959, cuando tenía 16 años, por el asesinato de dos jóvenes. Agron fue perdonado por el entonces intendente de Nueva York, Nelson Rockefeller, y fue puesto en libertad en 1979. Murió en el ‘86, a los 42 años. Simon construyó, con esa historia, una narración musical extraordinaria en la que volvían a cruzarse lenguajes y tradiciones.
En You’re The One, su último álbum recién editado por Warner, Simon vuelve con un comienzo digno de sus antecedentes. Primero suena un instrumento indio (de la India) y luego, tras la entrada de su voz cristalina de siempre, una percusión que remite inmediatamente a Africa del Sur. La canción se llama “That’s Where I Belong” y es una de las más interesantes de un disco en el que no hay nada que no sea interesante. Los arreglos de calculada riqueza, las melodías siempre inspiradas y las letras jamás superficiales muestran a un Paul Simon todavía genialmente loco después de todos estos años.

 

 

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