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SE CRUZARON PUBLICAMENTE EN LA CENA DE LOS BANQUEROS
Pou lo provocó y Machinea reaccionó

Pou dijo que al Gobierno le falta coherencia para respaldar el modelo. Machinea lo refutó asegurando que el 2001 será el del despegue.

Pedro Pou, presidente del Banco Central, junto a José Luis Machinea y Eduardo Escasany, de ABA.

Por Claudio Zlotnik

“Hubo factores de orden interno que han afectado a la economía. El más importante está relacionado con la incertidumbre acerca del modelo económico que prevalecerá”, aseveró Pedro Pou durante su alocución, achacando los problemas de la economía al “discurso de algunos miembros de la coalición” gobernante, “que no ha sido siempre coherente”. Minutos más tarde, José Luis Machinea, que había seguido las palabras del presidente del Banco Central con gesto adusto, le salió al cruce con dureza. “El Gobierno no cambió el rumbo ni lo vamos a cambiar, señor Pou. El rumbo económico está claro, y lo estuvo aun en las situaciones más críticas”, replicó el ministro. Muchos de los banqueros más influyentes de la city que oían los discursos de pie, muy cerca del estrado, cruzaron sus miradas. Desde atrás se escuchó un murmullo. Era la primera vez que Machinea y Pou se sacaban chispas en público.
Las diferencias políticas e ideológicas entre el ministro y el titular del BC eran conocidas. Como referente económico de la Alianza, Machinea siempre vio al banquero como un claro exponente del menemismo, que además fogoneó la extranjerización y concentración del sistema financiero. No obstante, lo que nunca llegó a digerir Machinea fue el abierto impulso que hace Pou de la dolarización. Sin embargo, hasta ahora, el titular de Hacienda había preferido restringir a la intimidad de su despacho cualquier crítica a Pou. Prefirió esconder sus reparos para no inquietar a los sensibles mercados, que a su vez observan a Pou como una garantía de ultraortodoxia monetaria. Pero anoche, frente a un millar de financistas que se juntaron para celebrar “La noche de los banqueros”, la historia cambió.
Pou empezó su discurso de una manera poco amigable para los oídos atentos de Machinea. “Este ha sido un año muy difícil”, definió el banquero. Y prosiguió: “La recesión no ha sido abatida, los depósitos –después de varios años en crecimiento– han empezado a caer, el desempleo aumenta y el Gobierno tiene dificultades para acceder a los mercados”. Las ácidas definiciones de Pou pusieron serio a un Machinea que hasta entonces parecía relajado. Instantes más tarde volvió a poner el dedo en la llaga, echando culpas al propio Gobierno de no dar señales claras sobre el rumbo de la economía. “Si bien es cierto que la acción del Gobierno ha estado claramente enmarcada en la continuidad del modelo vigente, adoptando las medidas que han sido necesarias, pagando altos costos políticos, no es menos cierto que el discurso de algunos miembros de la coalición no siempre ha sido coherente con esta línea y que, a veces, ha sostenido todo lo contrario”, fustigó. Y concluyó: “Es necesario ratificar el modelo que regirá durante la gestión De la Rúa” para devolver la confianza a los inversores y a los consumidores.
Como nunca antes, Machinea sintió que el banquero le estaba dando pie para una respuesta contundente. Dejando de lado su perfil más tranquilo, el ministro sonó enérgico. Giró su cuerpo hacia la izquierda y congeló su mirada en la figura de Pou. “El rumbo económico está claro, señor Pou”, dijo. Y tras el cruce, añadió: “El año que viene será el del despegue de la economía. Estamos frente a una divisoria de aguas. Acuérdense señores, dentro de un año veremos que hubo un antes y un después de este tiempo. Lo que viene es la prosperidad”, pronosticó.
El contrapunto elevó todavía más la alta temperatura del salón del hotel Marriott, que había empezado a subir cuando, al principio de la reunión, Eduardo Escasany, titular de la Asociación de Bancos de la Argentina, diagnosticó que “a diferencia del ‘95, nos enfrentamos a una crisis de competitividad”. “El Estado debe hacer un ajuste para ponerse a tono con el sector privado”, pidió. El estancamiento económico era el tema de la noche de los banqueros. “Si la economía no se expande, de nada servirá el blindaje financiero”, arriesgó un importante banquero en diálogo con Página/12, en estricto off the record.

 

El misterioso caballero

Nadie sabe en qué momento este hombre autoritario, del que se asegura es miembro de la logia de Los Caballeros del Fuego, dejó de ser un modesto ingeniero agrónomo para convertirse en economista y apóstol de la asociación monetaria con Estados Unidos, es decir de la dolarización. Sí se sabe, en cambio, que la gran carrera de Pedro Pou en la función pública comenzó durante la dictadura militar como ministro de Economía de Jorge Aguado, entonces gobernador bonaerense.
Pedro Pou cultiva una estrecha vinculación con Nicolás Catena, su ex suegro, financista del CEMA y su socio en las bodegas Navarro Correas. Catena y Eduardo Bauzá fueron sus mejores padrinos. Era lógico pues que con el menemismo llegara a la Superintendencia de Entidades Financieras y luego a la presidencia del Banco Central.
Respaldado por la banca extranjera, Pou sobrevivió al cambio de gobierno. Pero la personalidad de Pedro Pou no es unidimensional. Mantiene sus aficiones rurales y se ha convertido en propietario de importantes campos en Entre Ríos. En los ratos libres toma lecciones sobre Jorge Luis Borges, el escritor que se le había planteado como un enigma indescifrable.

 

LA ARGENTINA ANTE CHILE, BRASIL Y EL MERCOSUR
Alcalizar no es tan simple

Por Martín Granovsky

José Luis Machinea se desentusiasmó. Un comunicado del ministro de Economía aclaró ayer que no busca “una negociación bilateral con los Estados Unidos a expensas del Mercosur”. El entusiasmo anterior tenía algo de envidioso, porque surgió cuando se supo que Chile había acordado negociar su incorporación al Area de Libre Comercio de las Américas.
La precisión de Machinea pareció un intento de volver a la posición original argentina de privilegiar el Mercosur como base para entablar cualquier negociación internacional, incluso con los Estados Unidos.
Funcionarios del Gobierno que no comparten el entusiasmo por exaltar las ventajas de acercarse al ALCA dejando de lado el Mercosur atribuyeron esa actitud a una ilusión falsa. Consistiría en pensar que una opinión aparentemente simpática para Washington asegura el blindaje financiero. Esa línea de pensamiento deja de lado que los Estados Unidos no centralizan sus decisiones con esa exageración burocrática. Charlene Barshefsky, la negociadora internacional para comercio, puede estar discutiendo con el Mercosur mientras Larry Summers, del Tesoro, trata el blindaje, y una cosa no depende de la otra. Ya hubo un blindaje para Brasil, y resultó positivo para Fernando Henrique Cardoso aunque el gobierno brasileño no varió su política comercial mientras discutía la financiación internacional.
Consultas de este diario permitieron establecer que la estrategia del Gobierno se basará en tres patas:
Preservar la unión aduanera con Uruguay, Paraguay y Brasil.
Adelantar la integración del ALCA, que no es una unión aduanera sino un área de libre comercio.
Procurar que cualquier acercamiento al ALCA sea paralelo a la ampliación de mercados por parte de los Estados Unidos.
El punto clave es el último. Si el ALCA termina siendo libre, o relativamente libre, solo para que algunos productos entren a los Estados Unidos y la mayoría no, el razonamiento del Gobierno es que se tratará de un área de libre comercio inclinada en contra del Mercosur. Si los productos que quedan vedados de hecho por barreras altas resultaran ser justo los que a la Argentina le interesa más exportar, la situación sería aún peor.
Machinea aclaró que “el fortalecimiento del Mercosur ocupa un lugar central”, como una prioridad que “no debe estar sujeta a los vaivenes de episodios coyunturales”.
El presidente de la Unión Industrial Argentina, Osvaldo Rial, coincidió al relativizar el modelo chileno de acercamiento. “En este contexto no nos preocupa mucho acelerar el proceso de la economía al ALCA, imitando lo sucedido por Chile, ya que así evitaríamos el manejo aún más pronunciado de la industria en manos de los Estados Unidos”, dijo.
Alfredo Graza Lima, el negociador brasileño aportó un criterio realista para analizar los problemas de integración. Recordó que a diferencia de México, Chile exporta productos agrícolas. Fue una forma de decir que esos productos pueden generar una negociación muy difícil con los Estados Unidos porque competirían con la producción de los farmers norteamericanos, un sector que a través de sus representantes en el Congreso ejerce un fabuloso poder de lobbying. Fue una forma elegante de dudar, también, sobre la suerte de Chile en el Mercosur.
El mensaje es: o se negocia individualmente con el ALCA, o se negocia vía Mercosur, pero no se puede hacer las dos cosas a la vez.
El proyecto del presidente chileno Ricardo Lagos apuntó a sumar su país al Mercosur con un fundamento más político que económico. Chile es una economía más abierta que Brasil o la Argentina y el gobierno de Lagos no quiere perder esa característica unificando aranceles con las economías argentina y brasileña, más proteccionistas.

 

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