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Por un día, el Gobierno sintió la
satisfacción del deber cumplido

El acuerdo alcanzado con los senadores justicialistas mejoró el humor del Gobierno, al sentir que se allana el camino hacia el blindaje. “Las modificaciones no son tantas”, se entusiasmaron en el entorno presidencial al ser informados de los cambios que hará el PJ al Presupuesto.

El encuentro del Presidente de la Nación con los senadores justicialistas distendió el clima. José Luis Machinea agradeció “el esfuerzo de estar dispuestos” a aprobar el Presupuesto.

Por Fernando Cibeira

“Por una vez salió todo redondo”, resumía anoche un vocero del Gobierno el sentimiento ante la aprobación del Presupuesto 2001, adelantada a la mañana por los senadores justicialistas que fueron a Olivos a conversar con el recién llegado presidente Fernando de la Rúa. En la Casa de Gobierno campeaba un clima de objetivo cumplido, una etapa crucial en el periplo hacia el blindaje del FMI. No obstante, no todo estuvo pintado de rosa. De la Rúa debió escuchar quejas tanto de senadores opositores como de la Alianza –con quienes almorzó– por la suba del boleto de colectivo y las increíbles declaraciones del secretario de Transporte, Jorge Kogan.
El Presidente armó el encuentro desde Costa Rica con el jefe del bloque de senadores del PJ, José Luis Gioja, y ya se sabía que todo iba a andar sobre ruedas. En ese sentido, la jornada de ayer fue la de un triunfo anunciado. “Las provincias también necesitaban tener aprobado el Presupuesto. En realidad, los peronistas tampoco tenían tanto margen para oponerse”, se sinceraba un hombre cercano al Presidente.
En una reunión de tono cordial, la mesa de conducción del bloque de senadores del PJ planteó las correcciones al proyecto de ley que ya habían adelantado el día anterior. Incluso, según quienes participaron del encuentro, menos de las previstas. “Dijeron que sólo modificarían algunos temas mínimos como el de los subsidios a los combustibles y al gas. Bastante poco”, explicaban en Jefatura de Gabinete. Por culpa de una gripe, Chrystian Colombo no estuvo presente. En cambio, quien participó fue el ministro de Economía, José Luis Machinea. El jefe de Hacienda destacó la colaboración del PJ y “el esfuerzo de estar dispuestos” a aprobar la iniciativa, aunque con correcciones.
El Gobierno planteó la votación del Presupuesto como una batalla crucial, a tono con las expectativas del FMI, que condicionó su millonario blindaje a la aprobación parlamentaria. Una condición similar se había planteado cuando se discutía el que terminó siendo un trabajoso acuerdo fiscal con los gobernadores justicialistas. Ahora, con el proyecto aprobado, la pelea pendiente es la de la reforma previsional. Pero para eso, el Ejecutivo necesitará de una tarea de convencimiento mucho más fina, que tendrá que abarcar no sólo a la oposición sino también a una parte del oficialismo. En buena medida, De la Rúa podrá acortar distancia en la reunión que mantendrá con el ex vice Carlos “Chacho” Alvarez con quien podrá delinear la estrategia para callar a los sectores díscolos del Frepaso. Entonces sí, con el acuerdo con los gobernadores que prometieron congelar sus gastos cinco años, con el Presupuesto 2001 y, al menos, la promesa de una pronta reforma previsional, el Gobierno no tendrá más obstáculos para acceder al blindaje del Fondo y entrar al año electoral con el ánimo remozado. A partir de ahí sólo quedará esperar si el dinero fresco surte el efecto sanador que Economía pregona y la recesión llega a su fin. El tiempo no es mucho. En Gobierno calculan que un plazo potable sería marzo. Si, para entonces, los indicadores económicos no dan muestras de despabilarse, en el Gobierno calculan que será necesario, más que un shock, un electroshock para afrontar las elecciones de octubre con alguna esperanza.

 


 

EL SALVATAJE DEL FMI SERVIRA PARA PAGAR INTERESES
Blindaje, o el sueño de Alfonsín

Por Julio Nudler

Aunque el alfonsinismo sueñe con una moratoria de dos años en el pago de los intereses de la deuda externa, y paralelamente vea con desagrado el blindaje financiero que negocia la Argentina porque implica un mayor sometimiento al Fondo Monetario, los dos mecanismos son, en esencia, la misma cosa. El blindaje puede representar la única manera práctica de que Raúl Alfonsín realice su sueño de no pagar por un tiempo los servicios del endeudamiento público, ya que serían el FMI y los otros participantes en la operación quienes eventualmente pondrían la plata en cada vencimiento. El país deberá devolverles ese dinero, pero pasado ese período de tregua anhelado por el jefe del radicalismo.
Hay quienes critican el blindaje aduciendo que aumentará la deuda, conclusión a la que llegan a través de un mal cálculo: toman el pasivo actual y le añaden la suma que recibirá la Argentina del Fondo y compañía. Esto es incorrecto, porque el blindaje va a ser aplicado a cancelar compromisos de la deuda, que por tanto deberían ser deducidos de la cuenta. En cualquier caso, la otra vía para que Alfonsín vea plasmado su sueño es muy traumática, aunque familiar para el ex presidente. Consistiría en dejar de pagar, unilateralmente, cayendo en default. Como hizo Ecuador, luego podría procederse a una convocatoria de acreedores, es decir, de los tenedores de bonos argentinos, sean quienes sean, estén donde estén. El país les formularía entonces una propuesta, consistente en cierta quita y determinada secuencia de nuevos vencimientos.
En esta opción habría que contar con un hecho desagradable: que por algunos años, quizás cinco, la Argentina no podría volver a colocar títulos en los mercados, porque nadie le prestaría plata voluntariamente. Por ende, debería prepararse a vivir con lo suyo, como diría Aldo Ferrer. Como en esta alternativa el ajuste sería bastante duro, y la Nación volvería a sufrir el estigma de mal pagador, la manera más plácida de que Alfonsín concrete sus fantasías nocturnas de moratoria consiste precisamente en el blindaje, que no soñó él sino el ministro de Economía de Fernando de la Rúa.

 

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