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LA JUSTICIA ITALIANA CONDENO EN AUSENCIA A SUAREZ MASON A CADENA PERPETUA
Otros genocidas se quedan sin guarida

Por el asesinato de siete ciudadanos italo-argentinos y la desaparición de un bebé, los ex generales Suárez Mason y Riveros fueron condenados a cadena perpetua. Sus defensores apelarán el fallo.

El ex jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Suárez Mason.
En la Argentina está detenido por el robo de bebés.

Por Laura Termine
Desde Roma

Los ex generales Carlos Guillermo Suárez Mason y Santiago Omar Riveros fueron condenados ayer a cadena perpetua por un tribunal italiano, que los encontró culpables del asesinato de siete ciudadanos italo-argentinos y la desaparición de un bebé durante los años de la última dictadura militar. Para el ex jefe de la Prefectura Naval Carlos Gerardi y cuatro de sus oficiales subordinados, Luis Porchetto, Alejandro Puertas, Roberto Rossin y Héctor Maldonado, el Segundo Tribunal Criminal de Roma pidió una pena de 24 años de prisión por su participación en el homicidio del sindicalista Martino Mastinu y solicitó la absolución de los cinco militares por el asesinato de Mario Marras aduciendo falta de pruebas. Todos, fueron condenados en ausencia y los defensores de oficio de los militares anunciaron inmediatamente que apelarán la sentencia después de escuchar los argumentos del Tribunal, que se darán a conocer en un máximo de noventa días.
Luego de casi tres horas de expectativa, la lectura de la sentencia por parte del presidente de la Corte de Assise Mario D’Andria, fue saludada con aplausos en el aula bunker de Rebibbia, conocido escenario de los juicios contra jefes mafiosos y ex miembros de las Brigadas Rojas. “Esta condena que es para pocos militares es para todos los genocidas, y esta justicia que es para pocos familiares es para los 30.000 desaparecidos”, decía exultante Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, recordando que faltaban pocas horas para el inicio de la Marcha de la Resistencia a miles de kilómetros, en la Plaza de Mayo. “Es una victoria, no nos han vencido, no perdimos la lucha por nuestros hijos”, se emocionaba Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos, pionera en la búsqueda de justicia en Italia iniciada veinte años atrás.
La tensión había pasado y los familiares de las ocho víctimas presentes en el aula dejaban andar sus emociones. Se abrazaban, lloraban, felicitaban al fiscal Francesco Caporale y a sus abogados, Marcello Gentili y Giancarlo Manica. Pedían fotocopias de la sentencia a la secretaria del Tribunal para guardar como recuerdo de un día histórico. El fiscal Francesco Caporale se sentía satisfecho. La resolución de la Corte era casi una copia de lo que había solicitado en su alegato.
El Tribunal italiano actuó sin tomar en cuenta la ausencia de los imputados y haciendo caso omiso a la dificilísima posibilidad de que se cumplan las penas. En la sentencia de tres páginas, escritas a mano, los once miembros del tribunal condenaron a Suárez Mason a pasar los primeros tres años de su cadena perpetua en un régimen de aislamiento diurno, condición que en el caso de Riveros redujeron a un año y medio. El presidente de la Corte, el juez ayudante y los nueve jurados populares reconocieron además el deber de los condenados de pagar un resarcimiento moral a los familiares, lo fijaron en un monto mínimo de 200 millones de liras (alrededor de 100 mil dólares) para cada uno de los ex generales y ordenaron que la suma se defina en una corte civil. También condenaron a los siete imputados a pagar las costas del juicio y los honorarios de los abogados de los familiares por una suma total de 265 millones de liras (en torno a los 130 mil dólares).
Mario Scialla, el joven abogado de Suárez Mason reconoció su estupor. “No me la esperaba, creo que prevaleció el aspecto político sobre el
jurídico, no nos olvidemos que subsiste el problema de la falta de pruebas”, le dijo a este diario y anunció que apelará la sentencia después de conocer los argumentos formales. Más sorprendido todavía estaba el defensor de la patota de la Prefectura que secuestró a Mastinu y torturó psicológicamente a sus familiares mientras tuvo impunidad. “Esperaba quealguno fuera absuelto, pero les dieron 24 años gracias a los atenuantes”, expresó Antonio Strillacci.
Según explicó el fiscal a Página/12, una vez que la sentencia sea
definitiva –en el caso de que sean nuevamente condenados en un juicio de apelación–, la Procuraduría de Roma informará a Interpol sobre la orden de detención de los siete militares y será entonces que el Ministerio de Justicia italiano podrá pedir la extradición de los imputados al gobierno argentino. El viceministro de Relaciones Exteriores, Franco Danieli, presente ayer en Rebibbia, aseguró que “el actual gobierno italiano está orientado a hacer efectiva la pena”, pero prefirió no hablar de extradición. Suárez Mason, actualmente bajo arresto domiciliario en Argentina, fue condenado a reclusión perpetua por los asesinatos de Pedro Mazzocchi, Norberto Morresi, Luis Fabri, Daniel Ciuffo y Laura Carlotto y por la desaparición de su hijo Guido.

 

Brinzoni marca diferencias

El jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, dijo ayer que “no comparto” el criterio de la Justicia italiana, que se declaró competente para investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura y condenó a los ex generales argentinos Carlos Suárez Mason y Santiago Riveros.
“Si la justicia italiana considera que tiene potestad para hacerlo, responde a su criterio. Yo no lo comparto”, expresó Brinzoni a la agencia DyN, al ser consultado sobre las penas que dictó la II Corte de Asís en Roma contra los militares argentinos acusados de la muerte y desaparición de ciudadanos italo-argentinos.
Si bien inicialmente al participar del acto de reapertura del Regimiento de Monte 29 de Formosa –que había sido virtualmente cerado por razones presupuestarias–, Brinzoni dijo que las condenas a militares argentinos constituyen “una decisión de la justicia italiana sobre la que a mí no me cabe opinar”, finalmente señaló que no comparte el razonamiento de los jueces romanos que sancionaron a ex represores por los delitos de lesa humanidad cometidos en Argentina.

 

FAMILIARES Y FUNCIONARIOS ITALIANOS FESTEJARON EL FALLO JUDICIAL
“No es un final feliz, es un final justo”

Por L.T.
Desde Roma

“Lo que no tenemos en Argentina, lo conseguimos en Italia, nosotros sólo podemos decir gracias”, repetía Estela Carlotto, abrazada a Lita Boitano, las dos con los ojos húmedos, mientras en una concurridísima aula bunker se mezclaban las emociones de los familiares con las interpretaciones políticas de legisladores y funcionarios del gobierno italiano. “Creo que en Argentina la noticia de las condenas tendrá dos repercusiones, la mayoría festejará con nosotros y los menos pensarán ¿por qué no hemos secuestrado a más madres para que no pasara esto?”, decía Carlotto, augurando que la sentencia sensibilice al gobierno argentino.
Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, convocaba a todos los familiares a abrazarse delante de alguna cámara de televisión. “No quiero decir que la sentencia es más de lo que yo esperaba, digo que se hizo justicia con nuestros hijos”, expresaba emocionada y se ponía seria para jurar a los periodistas extranjeros que nunca aceptaran una mesa de diálogo con los militares como la que se estableció en Chile.
“Estamos reconfortados, no felices; esto no es un final feliz, es un
final justo”, corregía a un cronista la hermana de Pedro Mazzocchi, secuestrado mientras hacía el servicio militar. Julio Morresi –cuyo hijo fue fusilado una tarde de abril de 1976– sólo consiguió hablar después de ahogarse en un llanto. “Más allá de 25 años de lucha, me llena de satisfacción ver que la Justicia es posible, Italia le está dando un ejemplo al mundo”.
En tanto, el viceministro de Relaciones Exteriores, Franco Danieli, festejaba el triunfo del gobierno italiano, constituido como parte civil en el juicio. “Esto termina con los años oscuros de Italia, con el accionar de la P2 y de los peduistas que marcaron negativamente una época”, comentaba.
Con el escenario de veintidós celdas preparadas para alojar a los imputados durante los mega-procesos a mafiosos y terroristas, y que durante este juicio permanecieron vacías, el fiscal Francesco Caporale evaluó la condena a Suárez Mason, Riveros y los otros militares como “una sentencia histórica, importantísima”. “Yo no perdí casi tres años de trabajo, pero los familiares no perdieron veinte años de búsqueda de justicia”, agregaba el fiscal, que actualmente interviene en la investigación de la ESMA, que podrá arribar a un juicio en Italia el año próximo. “Con esta decisión histórica se golpeó el corazón del organigrama del régimen militar argentino de los años setenta”, declaraba el abogado de familiares Giancarlo Maniga mientras su colega Marcello Gentili, “totalmente satisfecho con la sentencia” la interpretaba como “un no claro y fuerte al olvido”.
Para escuchar al Tribunal llegaron la vicepresidenta del Senado, Ersilia Salvato, la senadora Francesca Izzo y el diputado verde Giorgio Gardiol, además de otros ex legisladores enrolados en las diversas variantes de la izquierda italiana. Y representantes de varias organizaciones de derechos humanos. El ex cónsul en Buenos Aires Enrico Calamai, que dejó la carrera diplomática, sonreía feliz. “Se trata de una sentencia histórica, creo que los jueces aplicaron los principios de Nüremberg, que prevén la responsabilidad penal no sólo para quienes cumplen una orden sino también para quién la da”, opinaba Calamai.

 

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